Don't Nod recupera unas sensibilidades que les creía perdidas.
Jusant se ha sentido desde el primer momento como un proyecto menor desde que apareciera en el Xbox Gaming Showcase de junio de 2023. Su profunda capa de juego independiente, unido sobre todo a la presencia de un co-desarrollo con un Banishers: Ghosts of New Eden todavía por salir, pero anunciado con bastante más antelación, hacían sospechar que Jusant era un juego un tanto más anecdótico. Quizá por este contexto de expectativas más moderadas, he encontrado en Jusant una serie de virtudes que ya le creía perdidas a Don't Nod.
Realmente, si nos ponemos a revisar la trayectoria de Don't Nod, especialmente por aquí por El BloJ, debería estar entre las desarrolladoras a seguir. Desde su incomprendido Remember Me (2013), prácticamente todos sus juegos han gozado de buenas críticas por mi parte. El reconocimiento mundial llegaría con Life Is Strange (2015), juego al que se han intentado sobreponer para no encasillarse pero que nunca han llegado a superar en repercusión, como bien demostró una, para mí especialmente floja secuela, que tuvimos con Life Is Strange 2 (2018). Entre medias de eso, otro juego incomprendido a la altura de lo que ocurrió con Remember Me, en aquel estupendo Vampyr (2018). Desde entonces me he alejado un poco de Don't Nod, solo jugando la miniserie Tell Me Why (2020) hasta llegar al Jusant que tenemos hoy, dejando por lado tanto Twin Mirror (2020) como Harmony: The Fall of Reverie (2023), deberes que ya me voy apuntando para poder seguir la tendencia positiva de la compañía francesa.
El estudio ha hecho gala de una sensibilidad especial en cada uno de sus juegos. Esto lo convierte en un estudio un tanto bipolar, que suele acertar a la hora de plasmar en pantalla estas sensibilidades pero que a la misma vez muchas veces parece que las busca con demasiado descaro, otorgando momentos un tanto forzados para marcar unas casillas que le aseguren el impacto emocional al jugador en lugar de seguir un desarrollo lógico de acontecimientos. Creo que desde el primer Life Is Strange, Don't Nod ha quedado un tanto anclada moralmente a una serie de ideas que parece que se le son exigidas, ya sea externamente desde la barrera de jugadores o internamente desde la propia autoexigencia de la desarrolladora. Jusant se siente distinto. Bien por lo parco narrativamente de su propuesta o por lo minimalista de su ejecución, he acabado teniendo con él una experiencia emocional bastante más potente que en la del resto de sus últimos juegos.
Jusant es un juego de escalada con especial atención a lo ambiental, que te invita mediante unas fisicalidad extrema con el mapeado de controles del mando, a realizar pequeños esfuerzos controlados para avanzar. La barra de resistencia es un intento de aportar un desafío que realmente no existe, y que queda todavía más minimizado por una serie de herramientas que a mitad de camino te facilitan la escalada. Además, estamos ante un juego de escalada donde no puedes caerte, no puedes morir como tal, y los niveles, normalmente escarpados acantilados y desfiladeros, están plagados de cornisas por las que no podemos caernos ya que hay muros invisibles. Sí, Jusant es un juego de escalada donde no puedes caerte, y aunque suene a ideas contradictorias, funciona de una manera casi onírica o intangible por intentar compensarlo con una experiencia relajante e inmersiva.
Y esto es así desde los propios controles del juego: agarrar con brazo izquierdo LT, agarrar con brazo derecho RT -controles de Xbox-. Lo que parece un galimatías innecesario de pulsa-levanta coordinado entre los LT y RT acaba interiorizándose de una manera rápida sin perder en ningún momento esa chispa de novedad. Completado con unas buenas animaciones de personaje, y giros de algunas de las mecánicas, Jusant se siente como un juego lo suficientemente divertido como para que no digamos aquello de que no tiene mucho que ofrecer en lo jugable, ni que aquí se viene solo para disfrutar de lo relajante de su propuesta.
Pero tampoco nos confundamos, lo que eleva a Jusant a ser un notable juego, y uno de los mejores representantes de los indies de 2023 -un tanto flojo el año para los indies, si a mí me preguntáis- es ese toque tan especial que me ha llevado a pensar, salvando las distancias, en la obra de Fumito Ueda, con todo lo que ello significa para mí. La sensibilidad del juego entremezclada con lo desconocido, en esos escenarios tan vastos donde se te muestra la meta en todo momento para que el viaje se convierta en la auténtica experiencia, me llevaron a sentir en Jusant algunas de las sensaciones más potentes de todo 2023. Eso sí, el juego queda un poco perjudicado por una parte central un tanto aburrida, y también por una propuesta de narrativa bastante criticable basada en extensas notas que cortan el ritmo y que no aportan nada a la historia, pero que acaban funcionando a su manera como coleccionables que fomentan un poco de exploración. En cualquier caso, tanto la novedad del principio como la épica y emotiva recta final son suficientes argumentos para recomendar a todas luces Jusant.
He dejado pasar varios días desde que terminé Jusant, y lo he hecho conscientemente para intentar ver hasta qué punto deja poso. Creo que deja menos del que a priori puede parecer, quizá también por esa sensación de "juego-puente" que hay detrás del proyecto, pero sigo sintiendo que es una de las experiencias más auténticas y sinceras de 2023.
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