Reconozco que las aventuras gráficas clásicas de puntero han perdido para mí mucha magia. Me cuesta mucho recordar un representante del género que me haya gustado, y todos aquellos que lo han conseguido han sido experiencias híbridas y directas, de inventarios reducidos e ideas claras, como es el caso de juegos como Kathy Rain (Clifftop Games, 2016) o The Silent Age (House on Fire, 2015). Es por todo esto que ya os adelanto que The Samaritan Paradox no me ha otorgado una experiencia inolvidable a pesar de que soy consciente de que el problema soy yo, o eso quiero creer.
The Samaritan Paradox es un juego desarrollado por los suecos Faravid Interactive y vienen a plasmar una aventura gráfica clásica a todas luces, de extensos inventarios y numerosas localizaciones. No creo que ningún apasionado de las aventuras gráficas clásicas pueda completar este juego sin que se le pase por la cabeza la saga Broken Sword, especialmente en sus dos primeras entregas, ya que The Samaritan Paradox tiene en común muchísimo con los juegos de Revolution Software. Su ambientación mezclando lo real con lo sobrenatural salpicada por intereses conspiratorios de megacompañías, hombres de negocios villanizados y damiselas en apuros, convierten a este juego a ratos casi en un homenaje, o como mínimo, un juego de inspiración especialmente marcada.
Encarnas a Ord Salomon, un criptólogo en crisis profesional que se encuentra con una apasionante historia en la que se involucra en busca de inspiración, y que tiene detrás la muerte de un popular escritor que ha dejado una novela secreta con un montón de preguntas y enigmas a descifrar. He de decir que el primer tercio del juego me atrapó lo suficiente, al menos, hasta que empezó a llenarse el inventario con objetos inútiles que tenían sentido en el pasado, pero que entorpecen la experiencia a día de hoy, cuando la solución de cualquier juego está a un par de clicks y las pilas infinitas de juegos pendientes no dan para detenerse de más en un juego que no hace nada mejor que otros.
Toleraría todo esto por tratarse de una patente incompatibilidad con el género, de no ser porque es un juego extremadamente quisquilloso. El conocido como pixel hunt, auténtico demonio del género, hará acto de presencia en numerosas ocasiones. Desde pequeños objetos que son camuflados entre sombras, pasando por objetos que a su vez contienen partes más pequeñas en el mismo sprite, casi como si el desarrollador quisiera ocultar a conciencia y alargar su producto artificialmente. Esto, unido a demasiadas localizaciones, el mencionado inventario que penaliza al que se dedica a observar y coger todo, los escenarios de transición con cero interactividad y ese Ord Salomon que siempre se pone en medio del click que quieres hacer, convierten a The Samaritan Paradox en una pérdida de tiempo demasiado llamativa incluso para un juego de estas características.
A pesar de todo, el haberme evocado a esos Broken Sword que tienen ese rincón preciado en mi corazón, junto al conocimiento de que, simplemente, no estoy en el mood a estas alturas para un juego así, hacen que sea consciente de que The Samaritan Paradox es un juego recomendable para los que busquen este tipo de aventuras. Esto no perdona sus defectos, pero sí considero que minimiza su impacto.
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