Toca ver cómo le sienta a un usuario de PC, pasar de los Kiwami a la saga original, aunque sea con un remaster de por medio.
La saga Yakuza está dando para numerosas entradas en El BloJ. La más importante de todas ellas es probablemente la primera, la de Yakuza 0, donde establezco tanto el orden en el que iba a jugar a los Yakuza -el recomendado para alguien que quiere empezar con la saga ahora mismo, es decir, 0, Kiwami, Kiwami 2, 3, 4, 5, 6, Like a Dragon- como la forma en la que iba a hacerlo. Como usuario de PC, el hecho de haber tenido todos los Yakuza principales disponibles desde tan sólo el año pasado con la salida de los remaster, ha hecho que me encuentre sumido en una lluvia de Yakuzas, juegos de una saga que siempre me había atraído pero que nunca pude jugar, y que ahora estoy disfrutando incluso por encima de mis expectativas, que no eran bajas.
Tras quedar perplejo con la maravilla que es Yakuza 0, juego al que además le di el premio El BloJ al mejor juego que había jugado en 2021, me embarqué en una gesta para completar todos los Yakuza en el menor tiempo posible, con el fin de ponerme al día con la saga. Esto, para un espíritu completista como el mío, se hace algo traumático, y literalmente tengo que pelear conmigo mismo para no involucrarme en todo lo que trae la saga de Ryu Ga Gotoku Studio, al menos no hasta que llegue a ponerme al día con ella. Así, en una mezcla de completar la historia principal pero acabar siempre haciendo la mayor parte de las alocadas secundarias, hemos llegado hasta este Yakuza 3, que es el verdadero punto de inflexión para alguien bajo este contexto -y no somos pocos-.
Y con punto de inflexión nos referimos a que un usuario que se ponga a jugar a los Yakuza ahora, usando ese orden no oficial pero más que aconsejado, se va a encontrar con un nivel técnico ascendente cuando termine Kiwami 2 pero también un escalón importante en Yakuza 3, incluso siendo la versión analizada, un remaster del original de 2009. Estamos hablando de que pasamos de un juego de 2017 como es Kiwami 2 -un remake del Yakuza 2 de 2006-, a uno de 2009 remasterizado, por lo que el escalón puede ser algo elevado para algunos jugadores, especialmente para aquellos más jóvenes que no vivieran los gráficos y el nivel técnico de la época.
Puedo resumir todo en que el salto se nota, pero tampoco es un drama. Es un juego -e intuyo que los siguientes remaster también- que mantiene el tipo, y no se siente anticuado en lo técnico. Digamos que, si bien veo que los Kiwami 1 y 2 son justificados, no veo una necesidad de un Kiwami 3, al menos no en el medio plazo. Todo tiene empaque suficiente y se alinea muy bien con lo que deja Kiwami 2. Hay, digamos, una continuidad que hace todavía jugable a toda la saga aplicando esa fórmula. También influye el hecho de que Yakuza 3 fue el primer Yakuza para PlayStation 3, más todavía ahora que PlayStation 2 ya es una consola que podemos catalogar como retro mientras que la tercera PlayStation se sigue sintiendo lo suficientemente cercana.
Si en lo técnico Yakuza 3 me ha aguantado, no lo hace tanto en la jugabilidad y presentación. Es normal y esperable, pero los combates se sienten más lentos y menos orgánicos, además de sumarse una simplificación en controles y técnicas en comparación con los Kiwami. Desgraciadamente al no haber jugado a los Yakuza y Yakuza 2 originales no puedo compararlo con ellos, pero estoy convencido, por lógica, de que Yakuza 3 supone una mejora sustancial que ahora, con la salida de los Kiwami, ya no se siente como tal. Lo mismo se aplica a los minijuegos, bastante más desastrosos y menos integrados en el juego a pesar de seguir brillando en cantidad. Si os sirve de algo, es el Yakuza donde menos me he parado en los minijuegos.
Yakuza 3 supone un cambio de aires buscado por no repetir escenario de nuevo, cuando el tiempo ha demostrado que Kamurocho es el principal protagonista de la saga, por encima incluso de sus personajes.
También siento pérdida en calidad de vida, aunque no tengo claro si se debe a un diseño mejorable o simplemente a una apuesta diferente por parte de la saga. Yakuza 3 es el Yakuza más lento y contemplativo que he jugado hasta la fecha, un pequeño paréntesis a pesar de que sigue apostando por esos culebrones de sobremesa al que se le añaden tintes policíacos -ahora vamos con ello-. De alguna manera, probablemente empujado también por su apartado técnico, Yakuza 3 me ha recordado especialmente a Shemnue (Sega AM2, 1999), juego del que inequívocamente bebe toda la saga, y al que evoca en esas partes donde pierdes iconos de objetivo para dejarte en libertad preguntando a ciudadanos locales direcciones y similares. También siento que es un juego que prescinde un poco de la acción en comparación con los anteriores, aunque arrastra exactamente los mismos problemas: las peleas con los masillas son muy divertidas, pero los combates contra jefes de la historia quedan por debajo de lo esperado.
La historia marca un factor diferencial a la hora de quedarse con un Yakuza. Al fin y al cabo, la principal razón por la que creo que jugamos a esto es por su ambientación, su sentido del humor y su condición de saga casi inquebrantable, como si se tratara del pack indivisible de yogures del supermercado. Yakuza 3 empieza a ser consciente de su factor de culebrón y de la cantidad de personajes icónicos que ha ido atesorando en cada juego, y es digno de celebración el ver la inclusión de un tablón de relaciones que se va actualizando con todos los personajes involucrados, para ver sus intereses en la trama de un vistazo. Si a mí me cuesta un poco seguir todo este batiburrillo de relaciones jugándolos cada pocos meses, no me quiero imaginar la confusión de jugarlo a ritmos de lanzamiento, con años de diferencia.
En esta ocasión, la historia gira en torno al orfanato que regenta Kazuma Kiryu en Okinawa. Esta nueva localización es entendible, pero llama la atención lo mucho que se echa de menos Kamurocho. Sí, volveremos por allí en el juego, pero sí que es cierto que Yakuza 3 supone un cambio de aires buscado por no repetir escenario de nuevo, cuando el tiempo ha demostrado que Kamurocho es el principal protagonista de la saga, por encima incluso de sus personajes. Pagamos especialmente caro el hecho de ver una introducción atrapante cuando lo que nos toca después es soportar cuatro capítulos de contexto jugando y resolviendo los problemas de los niños del orfanato. Todo este inicio lento está bien, pero visto con perspectiva roba mucho de la trama principal que acaba antojándose corta y algo atropellada. Las misiones principales de estos capítulos tienen todo el tufo a misiones secundarias, y cuando el juego empieza a entrar en ritmo, hay un parón de nuevo por el capítulo diez que supone una ruptura inexplicable del mismo. Sí que tengo que destacar un buen villano y una trama quizá con menos giros, pero que acaba resultando más contundente.
Lo cierto es que, a día de hoy, la diferencia entre Yakuzas a la hora de hacer un ranking, si excluimos la perfección que emana Yakuza 0, radica en la historia. Quizá esta percepción me cambie con los siguientes títulos, pero son todos tan sólidos que parecen temporadas de una misma serie. En este caso Yakuza 3 queda en una zona intermedia, con cambios atrevidos que no acaban de salir y que quedan penalizados al verlo todo como un conjunto, y una historia algo más secundaria pero igualmente meritoria. Veremos, en poco tiempo si todo va bien, si Yakuza 4 continúa con esta pequeña tendencia rupturista o si vuelve a lo establecido en los anteriores títulos. Sea como sea, seguro que quedo contento.
"Quizá esta percepción me cambie con los siguientes títulos, pero son todos tan sólidos que parecen temporadas de una misma serie."
ResponderEliminarVaya vaya, los yakuza pueden ser sólidos, pero con las comunidades nos da el cachondeo eh xD
Jajaja, hombre! nunca olvidaremos la supersólida comunidad de Quake
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