Recuperando géneros que creíamos perdidos.
Aprovechando que Tesura Games lanza la edición física junto al estreno del juego, echamos un vistazo a este Dollhouse: Behind the Broken Mirror que ha desarrollado Indigo Studios con la más que fiable Soedesco como publisher. Ya sabéis que tengo debilidad por el terror, y ya tengo que ver mal la cosa para que no me interese por él. A veces, claro está, la cosa sale mal, porque el género está como está, pero precisamente por eso, este Dollhouse -permitidme que abrevie desde ya el título- me ha cruzado esa barrera de lo entrañable y se ha quedado en la zona de un título aceptable, siempre y cuando, eso sí, pertenezcas a este nicho.
En bucle amnésico
Eres Eliza de Moor, o eso te han dicho, porque no te acuerdas de nada. Tras desplomarte durante una actuación, despiertas años después para recibir siempre la misma noticia, aunque para ti siempre es nueva: tienes bucles amnésicos. Cuando despiertas permaneces bien un tiempo, pero vuelves a caer y a padecer amnesia en cuanto ves tu reflejo en un espejo. Sin embargo, una nueva terapia del doctor Stern te da un halo de esperanza, y su medicación ha conseguido que paren tus bucles amnésicos a cambio, eso sí, de sufrir de hiperrealidad. Estás avisada, va a haber veces que no vas a ser capaz de distinguir la realidad de una proyección de tu subconsciente.
Tu objetivo es volver a la mansión donde te criaste para desbloquear todos tus recuerdos, ahora que ya parece que no vas a perder más veces la memoria. Bajo esa premisa, comienza un juego donde, ya viso, eso de la proyección del subconsciente y distinguirla de la realidad no tiene presencia alguna más allá de algún salto argumental.
El género perdido
Tu llegada a Ravenhill, el pueblo donde se ubica en las proximidades la mansión, deja ver cierto cuidado a la hora de crear ambientación. Pronto, Dollhouse se quita la careta y se sacude la impresión del walking simulator para plantarte una suerte de FPS en primera persona, en un género que consideramos ya prácticamente extinto y que, por ello, se recibe bien. Quizá esto del FPS en primera persona no sea lo más adecuado para definir Dollhouse, que siempre tiene ese alma de walking simulator, pero ese inventario lleno de balas, las distintas armas a disposición, el no uso de sustos típicos y, en definitiva, una apuesta concreta por la acción en la mayoría de pasajes, inclinan la balanza. Si queréis alguna referencia más, la presencia del mapa y la propia ambientación recuerda a juegos como Resident Evil Village, pero debido a que carece de demasiados momentos de puzle, y que su planteamiento es netamente lineal, no diría que Dollhouse es un survival horror en ningún momento.
Así que ya lo estáis viendo, Dolhouse no llega a ser un FPS ni por asomo, y queda muy lejos de ser un walking simulator, por lo que el juego de Indigo Studios se queda entre dos aguas y, gracias a ello, no se siente un juego clonado más de la serie B del terror en videojuegos. Es, por supuesto, un juego pequeño con bastantes problemas, especialmente en temas de ausencia de música, cortes de efectos sonoros, ausencia de voces para la protagonista cuando los demás sí tienen interpretación... Incluso la historia sufre de incoherencias que chocan continuamente con el uso de armas que trae la protagonista durante todo el juego, pero Dollhouse tiene otros valores que a mí me han convencido, a pesar de que siempre soy duro con estos juegos.
Quizá parte de culpa de que Dollhouse me haya acabado entrando la tiene esa parte de la mansión, donde se abraza más el survival horror. De niveles lineales en entornos boscosos pasamos a una apuesta más recogida e íntima, con algunos momentos de terror inspirados. Soy muy crítico con el terror, ya van una infinidad de juegos como para no serlo, y este Dollhouse, pues no, no ha llegado a crearme una tensión muy allá, pero por lo menos no ha estropeado en ningún momento lo que ha construido con su ambientación, y eso, creedme, es más que suficiente para un juego como este. Valoro muchísimo más el haber cruzado un pasillo donde los cristales empezaban a resquebrajarse poco a poco pero donde no pasó al final nada, que si hubieran estallado todos.
La valentía y sinceridad tapan cualquier problema técnico
También he celebrado el esfuerzo que hay en el juego. Antes hablaba de algunos problemas técnicos -que no afectan demasiado a lo que es el básico aspecto jugable-, pero siempre me da gusto ver juegos que son valientes en las limitaciones, que no se esconden ni pretenden ocultar sus puntos débiles. El hecho de que los personajes hablen y exista sincronización labial ya es un indicativo de ello. También me gustaron mucho los planos en cinemáticas, haciendo zoom a objetos para contar la historia incluso cuando se les ven las aristas por todas partes. Esta valentía, sinceridad y predisposición a mostrar las cosas como han sido pensadas es lo que verdaderamente valoro de un juego, cuando lo técnico no consigue llegar más lejos.
Supongo que puedo decir que Dollhouse está en el límite del placer culpable. En el fondo no lo creo, en el fondo pienso que es un juego bastante aceptable, pero a la misma vez también pienso que es más demérito del género que mérito del propio juego. Lo mismo pasa con su jugabilidad, o su parte de acción, que es extremadamente simple pero que, a cambio, no te llevará a situaciones que entorpezcan tu experiencia. En definitiva, si estás en mi mismo escenario, ese donde estás cansado de rebuscar juegos de terror que hagan algo medianamente interesante, este Dollhouse puede darte alguna que otra sorpresilla.
Copia de prensa proporcionada por Tesura Games.
Edición física de Tesura Games
La gente bella de Tesura Games, que amablemente me cedió un código para que podáis estar leyendo este análisis (versión de PS5), sigue apostando por el físico y nos trae Dollhouse: Behind the Broken Mirror para PlayStation 5 y Xbox. El juego está disponible en físico desde este mismo 28 de marzo, a un PVPR de 42,99€.
Echad un vistazo a la página de Dollhouse: Behind the Broken Mirror en Tesura Games para más información, además de diversos puntos de venta.
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