SLIDER

26 feb 2025

RABBIT RAID - ANÁLISIS

 

Voluntariamente o no, Uncle Frost Team nos traslada a otra época para sacarnos de ella casi nada más llegar.


Un conejo porta una zanahoria en sus brazos mientras es rodeado por enemigos (una rana, un buho y un raton)


Rabbit Raid me ha caído de la nada y, la verdad, he sentido demasiadas cosas en tan solo una hora de juego -es su duración con trofeo platino incluido-, sobre todo para la indiferencia que parece mostrar su puntuación al final de este texto. El juego ha salido en PlayStation 4, Xbox Series X/S, Xbox One y Nintendo Switch pero, corregidme si me equivoco, no tiene versión para PC, en lo que podemos definir como un hecho bastante raro para los tiempos que corren.


El conejo se muestra contemplativo, mirando por un precipicio en un escenario nevado


Montaña rusa de emociones


Nuestra misión será salvar nuestra familia conejil, que ha sido secuestrada por un armadillo, en una odisea que nos dará doce niveles diferentes, ocho tipos de enemigos y tres jefes finales a combatir. No es que me haya dedicado a contarlos mientras jugaba, es más bien que el juego usa estos datos como carta de presentación. En cualquier caso, estamos corriendo demasiado tal y como le pasa a nuestro conejo cuando se acelera pulsando los botones superiores del mando, así que permitidme que empecemos un poco más lento.


El protagonista lanza una hortaliza a un jefe de fin de fase (un cuervo grande en el aire).


Como he dicho, en la hora de duración del juego he sentido más cosas de las que cabía esperar. Los primeros minutos, correspondientes a un pequeño tutorial, no dejaban ver demasiado del juego. Tampoco lo hacía un primer nivel prácticamente vacío de enemigos. Me dedicaba a recoger las diversas bayas que iba encontrando por el camino, y me paraba a analizar la considerable falta de animaciones del personaje principal. Nuestro conejo es capaz de saltar y correr a grandes velocidades, pero carece de un set de animaciones tan variado como para afrontar situaciones especiales, como nadar o simplemente golpear a los enemigos.


Luego, los niveles empezaban a complicarse y, para mi sorpresa, lo que era un juego anecdótico que ni beneficiaba ni perjudicaba a nadie, empezaba a adquirir un brillo bastante más especial del que podía esperar. Puede que el juego no tenga grandes virtudes en cuanto a animación y diseño de personaje se refiere, pero los niveles empezaban a coger un sentido más vertical, con bastantes zonas secretas e incluso situaciones diversas que jamás pensaría iba a encontrar. No es esto un juego revolucionario dentro del género de plataformas, no nos equivoquemos, pero como mínimo se alejó bastante de esa sensación de juego indiferente que tuve al principio. La cosa está en que Rabbit Raid funciona más como un homenaje inconsciente que como un buen juego. Me cuesta ver a las nuevas generaciones disfrutando de Rabbit Raid, pero aquellos que ya tenemos unos cuantos años encima viviremos sensaciones muy parecidas a las de los juegos de plataformas de la época de las 16-bit. Me pongo en ese pellejo, y lo que siento es que Rabbit Raid no desentonaría en absoluto en el catálogo de aquellas consolas, siendo un juego más que aceptable. Tiene ese puntito de Bubsy -al cual no le tengo mucho amor, precisamente-, de ese juego de plataformas rápido de más, que también peca de acercar demasiado la cámara propiciando algún que otro momento incómodo a la hora de ver venir a los enemigos.


El conejo, vestido de detective, mira a un erizo en una plataforma por debajo de él.


Pero cuando estaba empezando a encontrar el encanto de Rabbit Raid, el juego se me acabó de una tajada. Tras poco más de media hora, ya tenía la pantalla de créditos y agradecimientos y, tras un vistazo a los logros, tan solo tuve que echar unos veinte minutos más para conseguir el trofeo platino -jugado en PlayStation 5-. Las mariposillas de la nostalgia se disipaban y volvía a las sensaciones de haber jugado a algo demasiado anecdótico. Y es que, como hemos dicho antes, Rabbit Raid tiene tan solo doce niveles y tres jefes. La partida que menciono que me tuvo algo más de media hora jugando fue una donde me dediqué a ir con bastante calma en busca de sus secretos -los cuales no aportan demasiado al juego final-, pero mi siguientes rejugadas en busca de los logros que me faltaban me dejaron niveles completados en escasos segundos, aprovechando la gran velocidad que adquiere el personaje principal.


El protagonista mira a una rana que ha sido vencida


Rabbit Raid tiene un aceptable diseño de niveles, una preocupación por intentar hacer las cosas bien, pero tropieza en una tremenda escasez de contenido y en una mejorable dirección que dé un poco de mayor sensación de progreso. Los distintos biomas piden más niveles, sin duda, y las recompensas extra se sienten demasiado vacías, dejándote con la sensación de haberse quedado corto en todo. Incluso si hubiera jugado a esto en 1994 en mi Sega mega Drive, por decir alguna fecha, creo que hubiera sentido más una sensación de desperdicio que de satisfacción.


puntuación final para Rabbit Raid: 5.5

Copia de prensa proporcionada por Sometimes You.

No hay comentarios :

Publicar un comentario