No hay creación sin destrucción.
Análisis en vídeo:
Dreams of Another comienza con un soldado incapaz de disparar su arma. Incluso cuando se ve acorralado por fuego enemigo, no es capaz de apretar el gatillo y acabar así con la vida del enemigo que le amenaza. Todo se precipita cuando es asaltado dentro de un almacén y, por suerte, el atacante se da cuenta de la situación, mostrando un atisbo de compasión y cambiando el balazo que acabaría con su vida por un golpe de culetazo que deja al soldado inconsciente. En ese momento, Dreams of Another entra en el surrealismo profundo para contar una historia atípica que invita a la reflexión y, adelantamos ya, tropieza alguna vez en lo pretencioso.
Q-Games desarrolla un juego que tiene una cabeza visible que se alza por el resto de responsables: Baiyon es el director y creador de la obra, en la cual también figura como escritor y compositor de su banda sonora, para ofrecernos una experiencia muy personal. No solo es ya complicado transmitir sus sensaciones con palabras en este texto, sino que es complicado transmitir las propias ideas de Baiyon al propio juego.
No hay creación sin destrucción
Estamos ante un título donde encarnamos a "El hombre en pijama", un artista que deambula por un mundo onírico lleno de conceptos abstractos que materializa a base de disparos con arma de fuego. De hecho, la primera sensación al ver Dreams of Another es la de un contraste muy fuerte en su propuesta. Estamos hablando de un juego donde vemos escenarios artísticamente únicos, en los que nos movemos con una metralleta MP5 en nuestras manos para disparar a, literalmente, todo lo que hay delante nosotros. Pronto desbloquearemos incluso granadas de mano y un lanzamisiles que provocan explosiones mucho más voluminosas que acaban creando el escenario que tenemos delante. Sí, he dicho creando, no me he equivocado, y es que la particularidad del juego, o al menos en su capa más superficial, reside en que nuestros balazos y explosiones crean el escenario y no lo destruyen, porque ya estaban destruidos por lo abstracto y lo impreciso. Nuestras acciones agresivas configuran toda la escena, y despejan la mente del anfitrión que alberga todo este mundo onírico.
Aquí entra la dualidad de personajes. El soldado errante es una figura que está hecha para destruir, a la que además su sargento le ha acabado dando una única bala que "sabrá cuándo usar", pero sin embargo, es totalmente incapaz de disparar por más que lo intenta. El hombre en pijama, en cambio, es un artista que está condenado a crear, pero sin embargo lo hace con herramientas de destrucción humanas. No creo que sea tanto un proceso de deconstrucción o de volver atrás sobre tus pasos para entender mejor lo que vendrá después, sino una manifestación de que la destrucción es simplemente una parte del proceso creativo necesaria, de la misma manera que no existe vida si no hay muerte o, tal y como se dice en alguna de las reflexiones del propio juego, no existe libertad sin opresión. La destrucción de ninguna manera es un final sino el comienzo de algo que va más allá.
Dreams of Another es como uno de esos sueños que recuerdas justo cuando acabas de despertar, del que a la media hora ya has olvidado todos los detalles pero del que mantienes sus sensaciones para el resto del día.
Esta idea de creación a través de la destrucción surge de la propia experiencia personal de Baiyon. Durante uno de los festivales escolares en el instituto, construyó junto a un amigo una escultura de cartón para la exhibición que, tras terminarse el evento, decidía romper a golpes ya que había perdido todo su valor y se iba a tirar a la basura igualmente. Esto, provocó una pelea con su propio amigo, y llevó a una reprimenda de su profesor que le invitaba a reflexionar sobre el sentido de crear algo para destruirlo, lo cual iluminó el interés interior de Baiyon por este tipo de contradicciones humanas unidas a procesos creativos artísticos.
Otro pilar importante del juego, que va más allá de la concepción, es su apartado sonoro. Como decimos, Baiyon se ha encargado de componer la música, y lo ha hecho a través de largos paseos buscando la inspiración a orillas del río Kamo, que fluye por Kyoto, observando tanto la naturaleza -especial obsesión por los hormigueros- como sus sonidos. Crear un mundo onírico con una banda sonora que enfatice esas sensaciones, cuando todos tenemos nuestros propios mundos que visitamos en los sueños, ha sido uno de los mayores desafíos de Dreams of Another. Así, la mayoría de estas composiciones están repletas de sonidos de la naturaleza retorcidos que fueron grabados como trabajo de campo y que ahora figuran como parte de la banda sonora.
El plástico de burbujas
Lo que tenemos en Dreams of Another son pequeños mundos con ensoñaciones que se nos presentan abstractos y que iremos despejando a balazos y explosiones. Definiremos estos mundos a nuestro ritmo, bien disparando a los puntos que consideramos clave o bien arrasando todo el escenario librándolo por completo de lo abstracto. Es una experiencia relajante, por presentación sobre todo, mecida en composiciones musicales muy ambientales y apropiadas -aunque quizá algo repetitivas-, pero a la vez es una experiencia estresante porque hay cierta ansiedad por querer despejar todo el escenario. Este nerviosismo unido a relajación me recordó a un plástico de burbujas. No sé a vosotros, pero a mí me genera placer reventar estas burbujas de manera individual pero a la misma vez me crea ansiedad ver todas las que me quedan por delante, propiciándome a estrujar varias a la misma vez para luego comprobar que me ha generado todavía más ansiedad sentir que me he dejado alguna por el camino. Este sentimiento también es similar al que siento en mis propios sueños, y donde he encontrado varias similitudes en Dreams of Another. Tengo tendencia a soñar que floto, y me siento grácil en ello, pero a la misma vez tengo angustia por no ser capaz de poner los pies en el suelo y, por ejemplo, salir corriendo, cosa que suele tornar el sueño en pesadilla porque más de una vez algo me persigue.
Creo que Dreams of Another casa bien con ese tipo de sensaciones, pero a la misma vez siento que ha sido un poco involuntario. Le doy su mérito, porque lo tiene, a la hora de intentar recrear estos mundos tan abstractos y las sensaciones de movimiento asociadas a ello, pero a la misma vez creo que pretende, en su naturaleza, ser una experiencia netamente relajante cuando para mí no acabó de serlo, o no al menos tanto como propone.
Lo que soñamos y lo que dormimos
El objetivo en todo momento es, básicamente, encontrar el siguiente punto de interacción. Disparar a las masas de lo abstracto revelará personajes -y objetos- con los que podemos hablar para avanzar la historia. Son conversaciones y tramas profundas pero fáciles de seguir, en mundos no tan fáciles de asimilar. Iremos saltando a diversos escenarios una y otra vez -para mí, demasiadas repeticiones- para ver cómo avanza cada una de las tramas asociadas a ellos. Minimizando conceptos, lo que al principio parece un juego de disparar cosas para ver cómo son en realidad acaba convirtiéndose en una experiencia más narrativa, donde muchas veces pasaremos segundos en cada uno de estos niveles porque tan solo requieren de una interacción con un personaje.
Sobre esto, cabe decir que la distribución del juego en pequeños escenarios que van cambiando rápidamente favorece la sensación de estar viviendo distintos sueños. No solo iremos saltando de un escenario a otro sin casi sentido, sino que muchas veces estos saltos nos llevarán directamente al menú principal desde donde tendremos que pulsar la opción de seguir jugando. Se siente como si Q-Games hubiera querido representar distintos ciclos del sueño, o momentos de claridad donde nuestra mente abandona el mundo de los sueños para tener una pequeña dosis de realidad antes de volver a sumergirse en lo abstracto de nuestras mentes. De hecho, llama la atención que, si te quedas quieto en alguno de estos sueños, Dreams of Another te saca de nuevo al menú principal, como si de alguna manera fuera consciente de la pérdida de concentración del individuo con respecto al juego.
Como veis, es fácil caer en lo pretencioso en un juego como Dreams of Another. Es como uno de esos sueños que recuerdas justo cuando acabas de despertar, del que a la media hora ya has olvidado todos los detalles pero del que mantienes sus sensaciones para el resto del día. Creo que el gimmick de su creación a través de la destrucción funciona, pero tiene un impacto menor del esperado y, cuidado con esto, siento que hay demasiada acción en el juego, por casi cómico que pueda sonar. Sea como fuere, pienso en Dreams of Another en su conjunto, de una manera un poco macro, y no encuentro mucha chicha a pesar de lo que pueda parecer, pero pienso en las tramas individuales, a nivel más micro, y las siento interesantes y suficientemente reflexivas como para sentir que este sueño ha merecido la pena.
Jugado en PC (Steam) a través de una copia de prensa proporcionada por Pirate PR en nombre de Q-Games.
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