SLIDER

10 abr 2025

SEAFROG - EL GOTY QUE NO VIMOS VENIR - ANÁLISIS

 

OhMyMe Games nos trae la sorpresa del año y, aunque estamos todavía en abril, raro será que alguien le arrebate semejante título.




Tenemos análisis en vídeo y esta vez no es tanto una versión de este texto, sino algo más improvisado. Mi recomendación es que, dada la naturaleza del juego, le echéis un ojo para haceros una todavía mejor idea de lo que vais a encontrar.



Seafrog llegó a mí caído del cielo. No sabía nada del juego, pero vi uno de sus trailers y me pareció lo suficientemente curioso como para darle la oportunidad, incluso cuando este mes tengo tantas cosas en rueda. Esperaba un juego de plataformas simple, de los que entran fácil, de instalar, completar y olvidar, pero jamás pensé que iba a encontrarme con uno de los mejores juegos de plataformas que he jugado en mi vida, ahí es nada.


Lo de Seafrog es difícil de explicar con palabras, y además suele dárseme mal hablar de juegos que me han apasionado. Intentad mezclar un Sonic con un OlliOlli, donde nuestro protagonista se mueve a toda velocidad por los distintos barcos que intenta reparar, mientras a la misma vez busca una salida. Nos tocará encadenar combos basados en nuestras piruetas, sí, pero sobre todo, usar con sabiduría un sistema que balancea lo que es el uso del turbo con el encadenamiento de los trucos, mediante los gatillos, para alcanzar grandes velocidades que nos permitan recolectar todos los items desperdigados por el mapa. Seafrog en ese sentido no tiene piedad, y acaba presentando un juego bastante duro con tremendos desafíos, pero que compagina con una perfecta curva de aprendizaje. Pocas veces me siento tan en conexión con la propuesta en cuanto a dificultad y su progresión, cuando siento que ya ningún juego piensa en ofrecer una experiencia donde verdaderamente toque aprender a jugar.




De hecho, uno de los momentos más bajoneros de Seafrog es precisamente su principio. De alguna manera, uno no acaba de ver el diseño de niveles que se esconde detrás de cada una de las habitaciones de los barcos, y piensa, quizá prejuiciosamente de más, que el juego podría haberse esforzado un poquito más en el ajuste de cada nivel. Nada más lejos de la realidad, conforme vas desbloqueando habilidades las habitaciones cobran sentido en su totalidad, y esa sensación de "no tocar el suelo" encadenando tanto subidas a raíles como derrapes por el techo, junto a caídas calculadas encima de enemigos, acaba apareciendo más pronto que tarde. Seafrog no para, en ese momento, de ofrecer más y más a un jugador que, tras haber conectado, será difícil que no se dedique a buscar cada recoveco con ayuda de un mapa que indica en todo momento qué habitaciones están completadas y cuáles no.


En ese sentido, llama también la atención la estructura de Seafrog, que abraza un poco la idea del metroidvania pero de una manera incluso más global. Las cuatro naves por las que podemos desplazarnos, cada una de ellas con varias plantas, están interconectadas en el sentido de la búsqueda de los objetos clave. Por eso, en lugar de completar mundos como tal, o niveles, es posible que algún objeto para avanzar se encuentre en la nave que dejaste horas atrás. Sé que esto suena más a un defecto que una virtud, pero con la ayuda del mencionado mapa, el juego solo nos pide el esfuerzo de entenderlo y convertirlo en nuestro aliado para disfrutar también de una estructura que roza lo inesperado.




Por si no hubiera suficiente giro de tuerca, Seafrog se encarga de meter una capa más de customización de atributos mediante los chips. Estos chips se equipan con el objetivo de mejorar vida, velocidad del turbo, gasolina y puntos de piruetas, pero llevan en muchos casos contrapartidas y, lo más importante, se comportan de manera diferente en función de cómo son dispuestos en tus ranuras de inventario a través de un sistema de colores. Así, algunos apostarán por ir a lo seguro con mayor vida, pero verán como quedan cortos de velocidad para alcanzar objetos necesarios. Hubiera agradecido, aunque sé que es mucho pedir, la posibilidad de crear perfiles de chips que permitan cambios rápidos entre configuraciones para distintas situaciones, ya que la gestión de estos chips se hace demasiado repetitiva en el inventario, demasiadas pausas para hacer cambios, especialmente si vas buscando completar cada una de las habitaciones.




En cualquier caso, Seafrog es una coreografía perfectamente calculada en cada momento. Lo que al principio parecen caídas anecdóticas acaba siendo un festival de precisión y fluidez. A la misma vez abraza una gran sensación de libertad para el jugador, que puede afrontar cada nivel de una manera diferente sin perder la sensación de control. Ni siquiera los bosses, que suelen ser un momento complejo en este tipo de juegos, bajan el nivel o el ritmo alcanzado. Es más, Seafrog se redondea con un último nivel donde todas sus mecánicas explotan en una cohesión de las que te hace sentir que has sido entrenado todas las horas anteriores para llegar a ese preciso momento.




Si has leído hasta aquí, es posible que ya sepas si Seafrog es para ti o no. Los trailers me lo vendieron, pero es al poco de ponerte a los mandos cuando uno se da cuenta de que está ante uno de los mejores juegos que se han hecho en el género en los últimos años.




Copia de prensa proporcionada por OhMyMe Games.

2 comentarios :