Dolmen Editorial nos trae el segundo volumen del que es mi libro favorito de cuantos se han publicado últimamente sobre videojuegos.
Cinco Duros Vol. 2 -permitidme que lo abrevie así a partir de ahora- es la segunda entrega de los varios volúmenes en los que está trabajando Diego Vargas con la intención de trasladar la experiencia de su podcast -de mismo nombre- al formato libro. Tuvimos también la suerte de reseñar el primer volumen, y os invito a leer dicha reseña ya que va a ser más extensa y detallada que esta. ¿La razón? El continuismo -que celebro- tanto en presentación como en contenido. Este volumen 2 va directamente al plato principal conocedor de que, aunque puede ser leído de forma independiente, no es más que la continuación de la anterior entrega.
Lo primero que llama la atención es la portada, y no, no hablamos de la bonita ilustración de Carlos MP, sino de ese 1988-1989 que acompaña al subtítulo y que sienta un marco únicamente de dos años cuando el anterior arrancó en 1981 para dejarlo en 1987. El propio autor es consciente de esto y lo alerta en los compases iniciales, y cuando uno lee el libro, entiende el acotamiento que ha habido, ya que fueron años de una actividad muy acelerada de creación de software español y, si a mí me preguntan tras haber leído el libro, actividad muy importante en cuanto a movimientos y posicionamientos a otros niveles como industria.
Por mucho que recortemos en años, no lo hacemos en contenido, y es que por delante tenemos más de 300 páginas a color que recopilan, de una manera más que amena, todo lo que aconteció en la llamada edad de oro del software español durante 1988 y 1989. Si leéis mi reseña del primer volumen -de nuevo recomendado si queréis profundizar más, ya que todo aplica a esta-, quedé especialmente contento con la presentación tanto visual como de contenido. Diego Vargas vuelve a dejar claro que no es más que un maestro de ceremonias y que no tiene intención de darnas aburridas introducciones a cada pasaje, se deja de formalidades o de intentar cumplir con "lo que toca hacer" y va directo al grano para presentar a los verdaderos protagonistas. Sus apariciones son esporádicas, de no más de un par de párrafos cuando se le necesita, para contextualizar el siguiente trozo de conversación de turno. Es entonces cuando los protagonistas cuentan sus historias con sus propias palabras, en un formato que, como dije en su día, puede recordar a una conversación de WhatsApp, con su foto de perfil y todo para saber en todo momento quién está hablando.
Tengo la sensación de que, con este formato tan atractivo y dinámico, podría leer sobre la pesca del salmón noruego que me parecería apasionante. Claro, cuando juntas tu pasión por los videojuegos por un formato tan atractivo, acabas diciendo que Cinco Duros es tu libro favorito en mucho tiempo sobre este nicho. El volumen 2 mantiene tono y presentación, pero he de decir que me sigo quedando con la primera entrega, y eso que en este tomo es cuando empiezan a aparecer juegos que llegaron en mi más tierna infancia -aunque los jugara más tarde-, y casi se me cae una lagrimita cuando vi por esas páginas el Mortadelo y Filemón: Safari Callejero o Mad Mix Game. La razón de que me quede más con el primero es que sentí que se hablaba más de videojuegos que en esta nueva entrega, donde factores como, por ejemplo, la relación y explosión de la prensa a raíz del éxito de la creciente industria, son un tema más recurrente del que a mí me gustaría. Es mera cuestión de preferencias, porque es imposible hablar de esta época sin poner el foco también en lo que pasaba a un nivel más satelital.
Tendremos más Cinco Duros, como bien promete Diego Vargas en sus últimas páginas. Por mí, que no pare y llegue hasta 2030 -que se lo invente si es necesario-.
Copia de prensa proporcionada por Dolmen Editorial.
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