SLIDER

6 sept 2023

STARFIELD NO ES PARA MÍ

 

Al único al que engaño jugando a Starfield es a mí mismo.




Mucho ha llovido desde que vimos Starfield por primera vez. Lo cierto es que, si hago un ejercicio por recordar mis primeras impresiones, siento desde el inicio mi frialdad con el titánico proyecto de Bethesda. Me encanta toda la temática espacial, y después del terror, la ciencia ficción es mi género predilecto, por lo que algo me decía que Starfield debía ser para mí. En contraposición, y ya os avanzo que ha sido lo que ha acabado pesando, no consigo conectar con los juegos de mundo abierto desde hace tiempo, y concretamente con los juegos de Bethesda, la sensación es todavía más grave.

He pasado todo este tiempo con más curiosidad que interés. El primer megaproyecto de la coalición Microsoft-Bethesda me hacía confiar en que tendría ante mí un juego de Bethesda, sí, pero actualizado a los estándares actuales, con una doble capa de repaso que le alejaran de ese meme en el que casi se ha convertido la relación de Bethesda con los bugs en los últimos años. No he encontrado, avisados quedáis, bugs importantes durante mi escueta partida a Starfield, así que en ese aspecto han hecho buen trabajo, pero no esperaba, honestamente, una factura técnica tan baja. No son ya solo los modelados en 3D de personajes, cuyas expresiones faciales parecen de una generación pasada, es más bien el entorno, la ambientación completamente vacía en unos planetas que repiten, una y otra vez, patrones de piedras en un sumun del aburrimiento visual frente al que no estaba preparado. No esperaba tampoco demasiado de Starfield, pero he acabado profundamente decepcionado en todo su apartado técnico.


Pero es el concepto lo que a día de hoy me mata, es el "mil planetas por explorar", o el "el tamaño de nuestro siguiente juego duplica en su mapa al anterior". Creo que hemos superado esa fase en los videojuegos, y todavía estamos arrastrando esos proyectos de cuando todavía no lo habíamos hecho. Experiencias abiertas, obsesionadas por eliminar los límites y barreras en los videojuegos, que acaban ofreciendo historias incontrolables que pretenden abrazar una organicidad que se apoya en la narrativa emergente. En contraposición, juegos más lineales que ofrecen experiencias más intensas y controladas, pero que consiguen esa naturalidad a través de sistemas y mecánicas jugables para dotarlas de esa sensación de ser únicas para cada jugador. Quizá sea una mera cuestión de preferencias, pero cada vez veo menos mérito en crear una infinidad de juego apoyado en instrumentos procedurales frente a un pasillo diseñado al milímetro.




La única ilusión que tenía con Starfield era por el coqueteo con Mass Effect (BioWare). No en vano, mis trailers favoritos, los que de verdad me subían el interés, eran puros trailers cinemáticos. Eso, unido a una memorable banda sonora, convertían a Starfield en ese Mass Effect de sus mejores tiempos, o como mínimo, lo dejaban como opción para aquel que quisiera abrazar esa rama. Desgraciadamente, el desastre visual que he encontrado, unido a un motor tan sumamente anticuado sobre el que se va cimentando, han hecho que no se acerque ni siquiera a la altura de Mass Effect Andromeda, que ya es decir. Un poquito de este Andromeda, unido a un No Man's Sky descafeinado -y no soy precisamente un fan de No Man's Sky-, sobre una capa de Fallout, me han definido la terrible experiencia que he obtenido en Starfield.


He abandonado Starfield. No es para mí incluso cuando a veces así lo intenté. Llegó un punto en el que me forcé a abrazarlo, a jugar de una manera muy concreta en busca de una experiencia acorde a lo que busco. Quería hacerlo bien, realista si me apuráis, obviando todo eso de los mil planetas y pensando que, en la vida real, jamás querría ir a ver los mil planetas si viviera en Starfield. Coger lo imprescindible, un brick de leche por aquí cuando tenga hambre, un par de armas por allá para defenderme, y obvie todos esos menús aburridísimos y posibilidades absurdas que te ofrece el juego a la hora de coger todo lo que hay en el escenario.


Jugué los Fallout, jugué Skyrim, y ninguno de ellos me enamoró. No he visto diferencias con Starfield, y de haberlas, su estructura y esqueleto está tan marcado, que no puedo más que sentir que estoy ante una skin de uno de esos juegos. La interfaz heredada, la peor inteligencia artificial que he visto en muchos años de juego, esas conversaciones estáticas que invitan a la siesta o una ausencia completa de puesta en escena. Hay demasiados motivos por los que no le veo el sentido a quedarme en Starfield, cuando está claro que solo puede aspirar, en mi caso, a un 6 en el mejor de los escenarios. Todo esto me hace preguntarme por qué Starfield sí, y The Outer Worlds (Obsidian Entertainment, 2020) no. Yo, desde luego, lo tengo claro.




Esto no es exactamente un análisis. No vais a ver ninguna puntuación porque no he jugado al juego completo, ni un 20% siquiera, y sería tremendamente injusto. Mi experiencia, muy agravada también por las deficiencias técnicas que he visto ante mí, está muy por debajo del polémico 5.8 que hemos visto en algún medio especializado. Esto es más bien un mensaje que lanzo en una botella por el campo de estrellas: si no te gusta Starfield, no te gusta Starfield, y no hay ningún problema en ello.


Hay más juegos que planetas en Starfield, y todos ellos merecen más tu tiempo.

2 comentarios :

  1. Claro que no hay problema si no te gusta, y me encanta que otros sean felices jugándolo, pero he visto un par de videos y esto no es Elite, ni siquiera Everspace, esto es otra vez Skyrim con naves, espacio y más narrativa todavía...

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