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26 may 2022

ROLLER CHAMPIONS - UBISOFT Y EL JUEGO SERVICIO - ANÁLISIS


Ubisoft patina de nuevo.




No veo problema en saltar directamente a la conclusión de todo este artículo: Roller Champions llega demasiado tarde.




Cuando lo vimos por primera vez, anunciado durante la conferencia del E3 2019 de Ubisoft, la sensación que daba era la de un juego refrescante, que recordaba de alguna manera a Rocket League (Psyonix, 2015) pero con una capa fuerte de juego como servicio y un apartado artístico dibujado que evocaba a la moda de Fortnite (Epic Games, 2017). Fresco, veraniego, o como queráis llamarlo, pero lo suficientemente apetitoso como para darle una oportunidad. En cualquier caso, no hubo que esperar demasiado a echarle el guante, porque en ese mismo momento se abrió un periodo de pre-alpha gratuita y abierta donde pude probarlo lo suficiente como para agotar, prácticamente en un día, todo lo que tenía que ofrecer.




Todo esto ocurrió, como digo, en 2019. No es solo que estemos en 2022 y hayan pasado tres años desde su anuncio y su enigmático silencio durante tanto tiempo, es más bien que entre medias hemos tenido varios títulos que han probado esta fórmula de juego como servicio que mira al gigante Fortnite como referencia. Por aquí han pasado títulos como Rocket Arena (Final Strike Games, 2020) o Knockout City (Velan Studios, 2021), ambos bajo Electronic Arts como editora, pero la propia Ubisoft ya probaba con un mood similar hace no mucho con su Riders Republic (Ubisoft Annecy, 2021). En definitiva, un tipo de juego y una estructura que nos conocemos cada vez más, donde el llamado Roller Pass nos invita a depositar algo de dinero para desbloquear cosméticos y mantener así el modelo del Free to Play moderno.


Más allá de campañas publicitarias o de fallo en servidores, existe un dato mucho más grave: quitando el acabado visual e interfaz, no noto casi diferencia entre la pre-alpha que jugué en 2019 y el Roller Champions que tenemos en 2022.


Parecía que el matrimonio entre Ubisoft y estos juegos como servicio era inevitable. Juegos que prácticamente llevan su sello y que, por desgracia, también comparten todos los topicazos que rodean a la compañía. Por un lado, una idea que nunca suena mal sobre el papel y que es presentada por todo lo alto, con especial inspiración y trabajo en sus trailers, pero que acaba estampándose una vez comienza el juego. Por otro, la terrible sensación de un juego roto, con multitud de errores que obligan a cerrar el juego, severos problemas en el matchmaking, servidores caídos y la notoria ausencia de crossplay entre amigos, como bien pudimos comprobar en el desastroso lanzamiento de Roller Champions.




Dejando de lado la inmensidad de problemas técnicos de un juego que debió salir sin problemas para tener alguna oportunidad, lo que nos queda es un quiero y no puedo de manual. Sí, Roller Champions es divertido, pero su contenido dista mucho de ser el de un juego que pretende retenerte más de una semana puntual en verano. La falta de estadios, modos y de imaginación en general no consigue ser ese añadido que pide una base que funciona bastante bien. Este deporte inventado con los ojos puestos en los e-sports pretende abrazar la vena arcade pero goza de suficientes ingredientes para desarrollar numerosas tácticas en sus partidas de 3vs3, por lo que la base tiene la suficiente profundidad como para que, con cierta dedicación y dinamismo, se consiga un juego que dé más de lo que a priori deja entrever. No va a pasar.




La sensación que da es la de dejadez, la de un proyecto que Ubisoft ha dejado de lado para darle el carpetazo el mismo día de su lanzamiento, en una jornada que será recordada por largas sesiones de streamers con cara de circunstancia ante la imposibilidad de jugar. Sin embargo, más allá de campañas publicitarias o de fallo en servidores, existe un dato mucho más grave: quitando el acabado visual e interfaz, no noto casi diferencia entre la pre-alpha que jugué en 2019 y el Roller Champions que tenemos en 2022.




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