Si leéis el reciente análisis de Visage encontraréis una opinión sobre qué significa el terror para mí y lo frustrante que puede llegar a ser el hecho de no encontrar ninguna obra en ningún medio de entretenimiento que me llegue a dar miedo de verdad. Hoy en día, asumiendo que rara vez volverá a pasar, lo que le pido a un juego o a cualquier obra es que tenga personalidad, que sea valiente y por lo menos sienta que tiene alma, incluso cuando la ejecución no es la mejor de todas. Song of Horror cumple casi todos los requisitos de lo que pido en un juego de terror hoy en día.
Estamos ante una mezcla de terror con aventura gráfica, dicho mal y pronto, que basa su enganche en la historia y sus personajes pero que tropieza en casi todas las mecánicas jugables. Song of Horror se define superficialmente como un juego de usar objetos del inventario con otros objetos del escenario, resolver puzles y enfrentarnos a eventos paranormales aleatorios que se solventan en su mayoría con unos QTE que en ocasiones están tremendamente mal explicados e implementados. La premisa añade un sistema de permadeath que sin duda es el mayor reclamo del juego, y que promete, heredando un poco la idea aquella de los Obscure, que la muerte del personaje no implica una pantalla de game over, sino que nos permite continuar la aventura con otro, siempre y cuando ese personaje fallecido no sea el principal. Así, cada capítulo nos presenta a cuatro personajes que funcionan como las clásicas vidas en los videojuegos pero que aquí tienen una conexión mucho más fuerte con el desarrollo. Su formato episódico abre un árbol de variantes en relación a esto muy interesante, que hace que arrastres a personajes de capítulos anteriores o que, de haber tenido una racha fatídica, estrenes nuevos en el siguiente capítulo. Además, estos personajes fallecidos van apareciendo luego a lo largo de la aventura de manera aleatoria desde el más allá, por lo que se produce esa conexión que implica una rejugabilidad más que interesante, potenciada también por una gran cantidad de eventos aleatorios de los propios capítulos que no tienen por qué aparecer en tu partida, dándole un sentido más único a su desarrollo.
Song of Horror es un juego técnicamente limitado. Los ya mencionados eventos QTE están mal explicados y las sensaciones al hacerlos son bastante pobres. Mucho más sorprendente es el tema de escenarios y sobre todo de iluminación, muy sobresaliente, que contrasta un poco con unos modelados de personajes y animaciones muy pobretonas capaces de sacarte un poco de contexto. En cualquier caso, no le podemos pedir más en lo visual a un estudio independiente de un tamaño muy reducido que parece haber priorizado, sabiamente en mi opinión, escenarios y ambientación a personajes. No quedé tampoco muy satisfecho con la paleta y la combinación de colores de las localizaciones, dándole unos tonos amarillentos y oscuros que de primeras entran muy bien pero que acaban sintiéndose algo repetitivos cuando es la tónica que llevan todos los episodios que tenemos por delante.
Hemos hablado del permadeath y de cómo le da esa personalidad que hace que directamente el juego merezca la pena, pero unido a esto tenemos la terrible sensación de que Song of Horror es uno de los juegos más injustos que he tenido el placer de echarme en cara. Es mejor que lo asimiles desde el principio: vas a morir quieras o no. Recuerdo una considerable cantidad de muertes, unas absurdas y otras increíblemente gratuitas, que convirtieron muchas veces el juego en un festival de injusticias que no pasarían los filtros de cualquier testeo. A efectos prácticos, no hay mayor drama que ir con el nuevo personaje a la habitación donde murió el anterior y coger sus pertenencias, pero sentir que el juego es capaz de matar a tus cuatro personajes de manera injusta y que tengas que volver a repetir el episodio entero por ello, no me parece la mejor de las sensaciones que sobrevuelan por tu cabeza. En cualquier caso, y quizá sea porque el juego me pilló en gracia, también agradezco de alguna manera que sea un juego donde la muerte esté tan presente y no sea algo fácil donde tengas casi que forzarte para llegar a morir y ver así en las mecánicas de permadeath sus funciones asociadas. Esa sensación de injusticia probablemente se te quede bien metida, porque como digo creo que nunca he visto nada semejante al respecto, pero sí que pienso que ayuda en lo de la personalidad del juego que comentábamos al principio.
Sabedor de que Song of Horror es un juego que vive en gran parte de esa vertiente de aventura gráfica de mando, se nota un esfuerzo particularmente creativo en sus puzles, incluso cuando lo técnico a veces no acompaña. Recuerdo momentos terribles en algún puzle formado por varias partes donde, sabiamente, el juego no te dejaba intentarlo por no tener una de las partes, pero sí que te dejaba probar cuando tenías tan sólo una, sin ser consciente de que te faltaba una segunda. Más allá de eso, el feedback que se te proporciona en otros puzles es bastante parco, tal y como sucede con algunos objetos y habilidades del inventario. Cosas así dejan entrever esas costuras más amateur que también tienen que ver con las injusticias a las que te enfrentarás y que ya hemos comentado previamente. No nos libramos de esa sensación de estar jugando a un juego impreciso de más al que siempre le pulula la idea de que te puede dejar vendido en cualquier momento, y desgraciadamente lo hace más de lo quizá debería tolerar.
Song of Horror es un juego mucho más completo de lo que esperaba en un principio. Tampoco es que el nivel en el género esté muy alto, y como digo, cada vez que aparece un juego así capaz de transmitir un poco de alma acaba teniendo un hueco en mi corazón. Su inesperado abanico de posibilidades unido a su mecánica principal de permadeath le da un plus que lo hacen brillar por encima del resto en un mundo lleno de juegos clónicos de susto fácil. Si toleras algunas cuestiones técnicas y vas concienciado de que la injusticia acecha a la vuelta de la esquina, encontrarás en Song of Horror un juego diferente y con la suficiente personalidad como para contrarrestar sus obvios problemas.
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