Analizamos el último juego de Codemasters antes de unirse a la familia de Electronic Arts.
No soy ningún experto en los juegos de conducción. He estado varios años sin tocar uno y mi sensación siempre era que ya había jugado a bastantes y que, jugablemente, ninguno era capaz de ofrecerme algo que no hubiera vivido ya. Los gráficos avanzaban, en un género que roza el fotorrealismo, pero las propuestas se mantenían. Fue entonces cuando llegó a mí Forza Horizon 4 (Playground Games, 2018), empujado, no nos engañemos, por las facilidades que te pone Game Pass para probar juegos que no son de tu primera preferencia. Y fue entonces cuando Forza Horizon 4 se convirtió en el ganador del premio El BLoJ al mejor juego que había jugado en 2019.
Cuando hice aquel análisis sentía que estaba hablando desde la ignorancia. Como digo, llevaba mucho tiempo sin un juego de carreras. El propio Forza Horizon 3, que no he jugado, es probablemente gran responsable de los méritos de un juego que valoré de una manera extremadamente positiva. Daba igual, porque la cuarta entrega del juego de Playground Games tenía ese plus de acompañante de la soledad que pocos juegos son capaces de conseguir. No estaba valorando su apartado técnico, estaba valorando lo feliz que me hacía y sigue haciendo abrir Forza Horizon 4. En cualquier caso, siempre queda esa duda, esa sensación de haber llegado tarde a un concierto y elegir la última canción como tu favorita cuando te has perdido todo lo que había sonado previamente. Sin embargo, la sorpresa está cuando todo lo que has jugado posteriormente a ese juego te sabe insípido, vacío y sin alma. Es justo en esos momentos, cuando pruebas Need for Speed: Heat (Ghost Games, 2019), Wreckfest (Bugbear Entertainment, 2018) o el propio Dirt 5 que nos ocupa hoy, cuando miras atrás y valoras todavía más lo que hizo Forza Horizon 4.
De momento esto parece más un re-análisis de dicho juego que de Dirt 5, así que vamos a meternos ya bien en el barro. Si queréis quedaros más tranquilos, ya os comunico que estamos ante el mejor de los tres juegos que he mencionado con anterioridad y que han ocupado en mi caso esa desempolvada ranura de juegos de conducción. Desarrollado por Codemasters Cheshire y heredando mucho de Onrush (Codemasters Evo, 2018), Dirt 5 ha conseguido, como mínimo, demostrarme que todavía hay sitio para estos juegos de conducción que rehuyen del tan presente mundo abierto dentro del género que de alguna manera popularizó aquella ciudad abierta de los exitosos Need for Speed Underground y cuyo concepto vimos ampliado a un formato muy similar al que hoy tenemos en el género con la saga Test Drive Unlimited. Dirt 5 no te deja, en ningún momento, explorar ninguna zona, y divide su plantel de circuitos en diferentes regiones del mundo escogidas con tanta previsibilidad como sabiduría, para ofrecerte una experiencia arcade orgullosa de sí misma.
Esto de optar por plantar circuitos prefijados, que modifica y retuerce con modos espejo y distintas climatologías y horas, implica un control absoluto de la situación. La luna que te espera justo encima de la línea de meta. El Cristo Redentor supervisando la carrera. La horquilla que serpentea debajo de un acueducto. Una obra de ingeniería de caminos que desafía la lógica del patrimonio de la humanidad puesta al servicio del entretenimiento virtual del que tardó en entender que en las curvas no frenas, vienes frenado de casa. Todo eso, y mucho más, es Dirt 5, un juego que se olvida de cualquier física de entorno y que muchas veces se vuelve tan sumamente arcade que te hace dudar de si tomar una curva estampándote contra el bordillo es mejor solución que dominarla apropiadamente.
En cualquier caso, todos estos circuitos diseñados al milímetro no implican que la influencia del resto de juegos no esté presente. El propio escenario, o excusa para dejar tu marca de pintura con el culo en cada curva, es ya de por sí una idea que cada vez suena más manida: el festival de la conducción. Una especie de feria que glorifica el arte del derrape y que acaba pareciendo una fiesta Ibizenca donde no falta el confeti en la línea de meta ni el fuego artificial al final del campeonato. Una especie de spin off de La Purga donde las leyes de la seguridad vial son adelantadas por el espectáculo y donde no importa que cualquiera de los extremos efectos meteorológicos que nos acompañan a veces pongan en jaque nuestra integridad.
Si me preguntáis por las sensaciones al volante -llamémosle mando de Xbox One-, os diría que no son muy allá, pero algo bueno tiene que hacer Dirt 5 cuando me pasé el 95% del tiempo corriendo sólo. Estamos ante un juego estúpidamente fácil, donde en la primera curva ya te has colocado en cabeza, y su aumento sucesivo de dificultad es tan ínfimo que el único cambio que notarás es que el adelantamiento final se produce en la segunda curva. Esto, unido a unos coches que no presentan grandes diferencias por culpa de esta dificultad, hace que Dirt 5 para mí fuera un juego de Time Attack más que una competición, y como digo, algo bueno hará Dirt 5 con la sensación jugable cuando me dediqué a recorrer cada uno de sus circuitos en soledad. La cosa cambió algo con el online, tras terminar un modo campaña muy poco exigente que se te deja completar en escasas horas y que intenta incluir modos extra muy poco atractivos.
La mejor definición que puedo daros de Dirt 5 es que es un juego de usar y tirar, pero no os quedéis con la connotación negativa. Es un juego que recuerda que hay sitio todavía para juegos de conducción arcade sin grandes mundos que explorar ni un plantel de coches infinito que desbloquear.
Estoy jugando a fh4 y, aún existiendo esa brecha que lo pone por encima de todos los demás arcades de conducción, no creo que sea tan grande la diferencia como nos la cuentas. La forma en que destruyes casi todo lo que hay a ti alrededor a cambio tan solo de una reducción de velocidad no muy drástica, o coger un deportivo, subir una montaña con una inclinación de 50º a 200 kmh, pegar un salto de 200m y seguir como si nada, Son aspectos que ponen el realismo al nivel de un NFS.
ResponderEliminarDe este dirt5 me echa para atrás si dificultad, si es tan baja como dices. Aunque yo manqueo mucho más que tú.
Yo soy de los que votó para que jugaras kula world, me gustaba mucho su idea, espero ansioso la entrada correspondiente
Uf, Kula World.... xDD
EliminarFH4 es un juego arcade, pero que engloba muchísimos más matices. Dirt 5 en cambio es un juego que perfectamente podrías encontrar en un salón recreativo. Si juegas el Dirt 5, en la primera curva donde te roces con el escenario vas a entender perfectamente la enorme diferencia que existe entre uno y otro.
Gracias por tu comentario <3.