Rime

He sido tremendamente duro con Rime antes de jugarlo. No suelo ser una persona con grandes prejuicios con los juegos, pero podría decir que Rime fue de los más perjudicados.

Aunque esto suene a una lavada de manos en cuanto a responsabilidad, la verdad es que pienso que la culpa no es mía. Estoy ya bastante vacunado contra reviews de juegos españoles, así que teniendo en cuenta mis experiencias pasadas era normal que tuviera mis dudas con este Rime, y es que cada vez que aparece un juego español que despunte levemente ahí aparecen reviews de medios españoles ensalzándolo como una de las maravillas del mundo. Luego uno va a reviews de medios internacionales y lo que se encuentra normalmente son buenas valoraciones sin más. Me ha pasado con juegos como Lords of Shadow, juegos que en el panorama nacional aparecen en cualquier lista de imprescindibles pero que fuera de nuestras fronteras quedan simplemente como buenos juegos.

No acaba la cosa aquí, y es que ver capturas de Rime o el propio trailer es suficiente para hacerse una idea de lo que vamos a encontrar. He jugado ya cuatrillones de juegos de este género híbrido de puzle-plataformas-aventura-bonito de narices, y el desarrollo siempre suele ser el mismo. Puzles normalmente bastante creativos, con una historia ambigua llena de simbolismos y de libres interpretaciones para el jugador, todo ello en un apartado visual llamativo y con una banda sonora muy de entrar en el mundo de los sueños. La delgada línea entre lo atractivo y lo pretencioso.

El juego apareció en 2017 gracias a Tequila Works (The Sexy Brutale, Deadlight), y lo empecé justo al salir pero me aburrí en cuanto jugué diez minutos. Ha sido ahora cuando le he dado la verdadera oportunidad y no hay banda que le pueda poner música al baile que traigo de la hostia que me ha dado. Rime es un juegazo que resume muy bien todo lo que busco en este tipo de juegos. Como veis el contexto no puede ser más negativo para el juego, y el hecho de que me gustara tanto lo convierte en, diría, un indispensable sin llegar a ser obra maestra.

Y cuidado con lo que voy a decir, porque creo que lo que menos me ha gustado del juego -quitando lo malo que es el port de PC- ha sido el aspecto visual, y con aspecto visual me refiero a la base. No me ha gustado la técnica, el dibujo o como queráis llamarlo, ni tampoco el diseño del personaje. Sí que me ha gustado el juego de cámaras, otorgando la epicidad necesaria en los momentos oportunos, y desde luego que me han encantado sus efectos, con esas partes de lluvia y esos juegos de sombras, pero aunque agradezco su colorido lo cierto es que no puedo decir que Rime me enamorara visualmente, y eso es algo por lo que Tequila Works apuesta como se deja ver en las imágenes.

Tampoco pasemos por alto que considero que Rime tiene partes muy peñazo, empezando por el propio principio que da una falsa sensación de mundo abierto. Hay partes donde se invita a la exploración, y los mapas son demasiado grandes como para recorrerlos en busca de coleccionables, ya que estos son la única recompensa que vamos a encontrar. Hubiera disfrutado mucho más Rime sin coleccionables y con una apuesta todavía más lineal. Así que si esos primeros minutos os tiran para atrás, como ocurrió por ejemplo en la primera vez que lo probé, sabed que esos momentos de exploración suponen un 10 % del juego, y que Rime es una experiencia bastante más delimitada.

¿Dónde está el giro en todo esto? ¿Qué ha hecho click en mi cabeza para pasar de abandonarlo a puntuarlo con un 7.5 que es una nota elevada según los criterios de este blog? Diría que hay tres importantes factores que han potenciado mi amor por Rime.

Primero, los puzles están muy bien hechos. Tienen ese punto exacto de creatividad, dificultad y variedad que hace que entrar a una sala de puzles suponga una sonrisa para el jugador. Estamos hablando de puzles que apuestan por la diversidad y no por la escalada de dificultad. Puzles "outside the box" combinados con otros más clásicos de mover bloques y activar plataformas. Todo con la dificultad justa para que sea jugable por cualquiera pero que a la vez no sea un mero paseo que lo acerque a un walking simulator.

Segundo, y aunque suene muy básico, no puedo negar que la historia y su resolución me ha encantado. No mostré gran interés por ella al comienzo, porque me esperaba lo que comentaba en el tercer párrafo, pero sí que acabé formulando teorías e historias que luego no tuvieron casi nada que ver con lo que verdaderamente ocurre, y es que sí, amigos, daos la mano porque esto es inaudito: no hay ambigüedad. Rime esconde historia sin demasiados artificios, y no hay lugar a múltiples interpretaciones, al menos en lo referente al hilo principal. Además, el cómo se van contando partes mediante pintadas en paredes -que me recordaron a Abzû- hizo que mi implicación fuera creciendo. No es que Rime tenga una historia de la leche, pero en un juego de este tipo, encontrarse con una historia marcada me parece una buena noticia. Los intentos eternos de toda esta clase de juegos por hacer algo diferente han hecho que no intentar hacer algo diferente sea lo diferente.

Tercero y último, su ambición y valentía a la hora de ofrecer pasajes verdaderamente marcantes. Si bien es cierto que las emociones podrían haberse gestionado mejor, Rime tiene ese aire de grandeza propio de obras como las del Team ICO (Ico, Shadow of the Colossus). Sabe cómo crear la ambientación idónea para que, cuando pase algo importante, quede muy claro. Banda sonora, efectos en pantalla, posición de las cámaras y el propio tamaño del mundo coexisten con la intención de que sientas una epicidad que yo desde luego no esperaba.

Estos tres pilares sustentan un juego que brilla con luz propia. Un juego que se sacude el juicio de la pretenciosidad que tan duro suele atacar con esta clase de juegos y que no tienen ningún complejo a la hora de mostrar sus virtudes, de las cuales es tremendamente conocedor.