Últimamente me estoy juntando con juegos particularmente feos pero que son buenos. The Metronomicon es el último ejemplo de esta tendencia.
Lanzado en 2016 por Puuba (The Weaponographist, Concursion), The Metronomicon es una suerte de RPG musical, con un 20% de lo primero y un 80% de lo segundo. Una idea incasable en un principio, que sorprende por lo bien que conecta, pero que por culpa de un desarrollo modesto y poco inspirado y un apartado visual deficiente se acaba convirtiendo en un producto más propio de una aplicación para móviles que de un juego que quieras jugar en tu pantalla del salón.
Aunque la capa de RPG queda reducida, y nuestro éxito derivará de lo bien que vayamos siguiendo el ritmo, podemos encontrar en The Metronomicon las clásicas mecánicas en forma de daños elementales que se resumen en un simplista pero eficaz sistema de debilidades y fortalezas basado en la relación entre tierra, rayo, agua y fuego. También un básico reparto de personajes con diferentes particularidades a los que debemos equipar piezas de armadura y armas con el fin de mejorar las estadísticas y facilitar la subida de nivel, cosa que irá desbloqueando nuevos conjuros que debemos equipar según nuestra forma de juego. En definitiva, un compendio de ideas que pululan en prácticamente cualquier RPG,o mejor dicho, en cualquier RPG que se mezcle con otro género dispar, y que en The Metronomicon no tiene una gran inspiración, ya que se traduce en bastantes repeticiones de batallas con el fin de mejorar equipamiento.
La parte musical no está tampoco especialmente creativa, pero siendo tan prominente en el título parece que funciona mejor. Para que nos vayamos entendiendo, nadie jugará a The Metronomicon por lo que ofrece como RPG, pero muchos sí acudirán a él por lo que ofrece como juego musical.
El juego se controla mediante cruceta y botonera principal -muy recomendable el mando-, la cual funciona como segunda cruceta, de manera que podamos atajar esas situaciones donde se nos vienen combinaciones simultáneas de pulsaciones de flechas. Lo que empieza siendo un viaje ameno, se acaba convirtiendo en algo profundamente pesadillesco donde conseguir coordinar estas combinaciones especiales se hace bastante difícil, incluso en los niveles intermedios de dificultad.
El sistema de juego es bastante interesante, haciéndonos elegir en todo momento qué personaje ejecutará su acción como si de un RPG por turnos se tratara. Conseguir sincronizar el tramo de canción correspondiente nos llevará a finalizar la acción, obligándonos a cambiar de personaje en función de cómo queramos afrontar la batalla. Desgraciadamente, no hay mucho tiempo para pararse a pensar siquiera en los daños elementales, y sobrevivir a la locura de flechas y combos que vana apareciendo ya es suficiente gesta a lo largo de las múltiples canciones de las que se compone el juego. Dance, algo de rock y de pop, y alguna que otra canción de metal progresivo donde se acaban todas las risas, rellenan un set de canciones mucho mejor y más variado de lo que la modestia del título me hacía pensar.
La estructura y modos son simples pero completos, con un modo de partida libre, un multijugador y tres niveles de dificultad. El modo historia se convierte en el modo estrella, pero apuesta por voces muy mejorables con imágenes estáticas en un diseño tremendamente pobre, dando una sensación mala de más para incluso lo que suelo ser capaz de tolerar. Tampoco ayuda una interfaz un tanto aburrida y unas animaciones en combate por debajo de lo aceptable,
The Metronomicon suena como una idea fresca que debería adorar, pero lo cierto es que no encuentro grandes motivos para quedarse más allá de un par de ratos. Desgraciadamente, el juego de Puuba no está por la labor de facilitarte el paseo, y entre la excesiva dificultad y la obligada repetición de batallas/canciones con el fin de mejorar el equipo, quedé fuera demasiado pronto de su propuesta teniendo en cuenta lo mucho que me gusta el género musical.
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