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30 jun 2022

EL MINIJUEGO CON EL QUE ME TOPÉ EN YAKUZA 4

 

Y no es el ping-pong pervertido.




Si seguís mis aventuras por El BloJ con la saga Yakuza (el monotema que me traigo el último año) sabréis que estoy intentando ponerme al día tras su lanzamiento por fin en PC. Mis intentos por dejar de lado mi alma completista chocan con mis intenciones de, tras haberle sacado el jugo por completo a Yakuza 0, dejar de lado todo el contenido adicional de los otros juegos para centrarme en seguir la historia, aunque siempre caen numerosas secundarias porque suelen ser muy divertidas  Ahora bien, siempre se me cruza algún minijuego en el que echo tiempo de más. Si en Yakuza 0 me tragué todos los minijuegos, en Kiwami me dio fuertísimo por el mahjong. Para Kiwami 2, horas y horas dedicadas al cabaret. Para Yakuza 3, entré bastante en el golf. Ahora, con Yakuza 4, otro minijuego se me ha cruzado, y ahí quedan horas y horas en un agujero de pérdida de tiempo.


"¿Tienes un momento?". Que si lo tengo, madre mía... Cuando el dueño de un dojo me paró por la calle no era consciente de la que se le venía encima. Sí, he entrado de lleno al minijuego del dojo de Yakuza 4 con Saejima. Puede que este prófugo no tenga tiempo para memorizar una ruta que le ayude a esquivar a la policía, pero sí que lo tiene para dar leche a los gatitos y convertirse en entrenador de luchadores inexpertos.




Un minijuego sencillo que me atrapó bien pronto, que viene a ser el Football Manager del Yakuza. La broma consiste en establecer planes de entrenamiento para tus pupilos, y decidir si luego quieres darles descanso o irte de copas con ellos. Un triángulo de habilidades con fuerza, velocidad y técnica que hurga en mi cerebro para rascar donde más me duele: aquellos hexágonos de los Pro Evolution Soccer que crecían al mismo ritmo de tu satisfacción en las eternas ligas master.




Así, el "¿tienes un momento?" se precipitó a estar en el dojo todo el rato participando en torneos y ganando un dinero que ni siquiera servía para tus fondos personales. Ni siquiera iba acercándome de cuándo en cuándo dosificando la droga, nada de eso. La puerta de entrada se abrió tan solo una vez, y de ahí salí exactamente igual, con algo más de experiencia, pero muchas horas menos de vida.


Dejando claros algunos conceptos

Eso sí, las palizas como sparring a todos los alumnos que se saltaban mis sesiones de mejora de estamina no las olvidaré nunca.

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