El juego más difícil al que he jugado.
Poco más de una hora es lo que necesitan Ryan y Amy Green para destrozarte por dentro. That Dragon, Cancer, es un videojuego sobre la batalla contra el cáncer de Joel, su hijo pequeño, aunque hay mucho más dentro de todo esto que semejante tragedia. De hecho, esto no es un análisis convencional de los que podéis encontraros por aquí, si no más bien una puesta al día del contexto del juego, lo cual es fundamental para llegar a entender todo lo que hay detrás de este proyecto. Sí, hay spoilers, pero no es un juego que pierda un mínimo de sentimiento por saber qué va a ocurrir.
La primera vez que se supo de That Dragon, Cancer fue en 2013, al presentar el juego en la feria PAX Prime. La demo en cuestión presentaba una agoniosa experiencia mediante la cual los jugadores intentaban calmar a un niño en fase terminal de cáncer, el cual vomitaba todo lo que tragaba y agonizaba entre llantos convirtiendo aquello en una experiencia demasiado cercana a la tortura. Jugar con él, mecerlo o cualquiera de las acciones disponibles no servía de nada, y lo único que ocurría era una acentuación del llanto. El objetivo estaba bien claro: mostrar la impotencia de los padres ante una situación tan dramática. Desgraciadamente la historia no era más que una recreación por parte de Ryan y Amy Green del sufrimiento que pasó Joel, su hijo, tras ser diagnosticado de cáncer terminal. La enorme diferencia entre aquella demo de 2013 y este juego completo es sustancial: Joel, por aquél entonces, estaba vivo.
That Dragon, Cancer no es un videojuego como tal. Es un desgarrador "homenaje" que Ryan y Amy Green han querido trasladar a los videojuegos. Ni siquiera es una experiencia que busque la emotividad descaradamente, y ni siquiera es un viaje que sea tan amargo como esa demo de 2013. La historia ya es lo suficientemente trágica como para rebuscar los detalles más concretos. A pesar de que en propias palabras de Amy Green buscaban también el éxito comercial a través del impacto en la gente, la realidad es que That Dragon, Cancer es un juego hecho para ellos mismos y poder lidiar con el sufrimiento derivado de toda esa experiencia.
Poco después del primer año de vida de Joel, éste es diagnosticado con un cáncer muy agresivo, el cual de algún modo va superando. Desgraciadamente, a la edad de cuatro años y tras numerosas quimioterapias, un nuevo tumor cerebral se desarrolla dentro de él y los médicos no le dan más de cuatro meses de vida. Sin embargo, Joel vive durante dos años más, y eso lleva a los Green a un estado de gratitud por todo ese tiempo extra que pudieron disfrutar de su hijo. Hay que decir que los Green son muy cristianos, mucho, hasta el punto de que celebran el día de la muerte de su hijo como "el día en el que entró al cielo". Detalles como estos han hecho que se llenen foros con opiniones sobre lo poco ético que es lucrarse de tan dura situación, hasta el punto de que los Green decidieron durante un tiempo apartarse de toda opinión respecto al juego. Me cuesta mucho no creer que todo es parte de un ejercicio de superación propia por parte de los Green.
Según Ryan Green, la primera vez que se le pasó por la cabeza hacer este juego fue una de esas noches insoportables donde Joel no era capaz de comer ni beber nada. "Esto es como un juego donde las mecánicas no funcionan". Ryan Green había trabajado en varios juegos, pero nunca metido en el universo indie. La devoción fue tal que acabó completamente dedicado a este proyecto, dejando de lado su trabajo de desarrollador de videojuegos "por encargo". Ryan Green saltaba al mundo de lo indie, y el juego se convirtió en su principal válvula de escape ante la trágica situación que le rodeaba.
Así, That Dragon, Cancer se ve como un juego increíblemente sincero. Un juego donde Ryan Green ha podido expresar todo lo que sentía y de alguna manera plasmar y asumir todo lo que en su mente no tenía forma y que no se podía expresar con palabras. Es una manera de conectar con su hijo fallecido, y de hacerle eterno. En el juego podemos visitar esos mundos de fantasía que Ryan Green imaginaba dentro de la cabeza de su hijo, el cual se mostraba entusiasmado ante cada una de las sesiones de radioterapia. Le veremos cabalgar encima de constelaciones y adorar a cada uno de los doctores que venían a darle la sesión correspondiente tal y como recuerda el propio Ryan.
La fe forma parte fundamental del juego. Como digo, no son pocas las preguntas existencialistas que aparecen por el juego. Todo lleva a una última escena en una imponente iglesia donde el jugador puede iluminar velas y tocar las teclas de un piano para escuchar las oraciones de todos los seres queridos que pedían retener el alma de Joel. Puedes estar ahí diez horas si quieres, el juego no avanzará y el mensaje es tan duro como certero: hay que dejar ir. Tras darte por vencido y no encender ninguna vela más, el alma de Joel se esfuma, representando ese momento en el que murió tras retirársele el único tubo conectado a él que le mantenía con vida en la cama de sus padres.
El epílogo muestra un Joel feliz, en un picnic con un perro al cual alimenta con tortitas infinitas. Tu única función aquí será hacer pompas de jabón para él. De nuevo, puedes permanecer eternamente en ese momento, pero tienes que volver a dejarle ir. En ese momento de aceptación, Joel reirá con un archivo de audio perteneciente a una grabación real del mismo. Más allá de aprovechar el momento, poner en duda que Ryan y Amy Green querían hacer eterno a su hijo con ese tipo de detalles es incuestionable.
Por si todo el desfile de caras impersonalizadas no ha atacado ya tu corazón, los títulos de crédito te dan un duro golpe de realidad. Las fotos que muestran al Joel auténtico en diversas situaciones reconocibles por el juego hacen la experiencia todavía más dura. No sólo Joel, también las fotos donde todos los Green -Ryan, Amy y el resto de sus hijos- aparecen en pantalla.
La familia Green |
No puedo recomendar That Dragon, Cancer, y ni siquiera soy capaz de valorarlo con una cifra numérica. Por un lado estoy agradecido a alguien que ha tenido las santas narices de plasmar todo ese sufrimiento en un videojuego, y además ir más allá del mensaje emotivo que canta desde la sinopsis. Lo que se nota, a diferencia de otros juegos -de contextos bien distintos, seamos justos-, es que That Dragon, Cancer está hecho para ellos mismos por delante de todo lo demás. Me ha hecho sentir destruido por dentro, pero también increíblemente afortunado, y como mínimo estará un par de semanas recordándome lo estúpidos que son todos y cada uno de mis problemas.
Un juego que no puedo recomendar a nadie, y que a la misma vez todos deberíais vivir.
Uf... Me lo he leído entre líneas porque llevo queriendo jugarlo desde siempre, pero a la vez nunca doy el salto porque creo que me va a impactar demasiado y le tengo mucho respeto al tema del cancer.
ResponderEliminarNo sé que haré :(
Entiendo que te fueras saltando texto. No sé lo que habrás leído y dejado de leer, pero no puedo ayudarte a tomar la decisión.
EliminarSi te vale de algo, el último párrafo es un buen resumen de si se puede recomendar o no, por si quieres una opinión más ^^.
Este juego me dio curiosidad cuándo salió, aunque luego lo olvidé por completo cuando se enfrió la cosa hasta ahora. Y me parece que va a seguir en la lista de "bueno, quizá algún día de estos...". Dios, si ni siquiera me planteo ponerme con To The Moon, que salió en la lista de verano de juegos a pasarme, debido a motivos personales, me voy a meter yo con esto.
ResponderEliminarTo the Moon es diferente, ya que es un juego que sí recomendaría a todo el mundo. Desconozco tus motivos personales, pero To the Moon acaba siendo un juego precioso. Éste, a pesar de no recrearse en el sufrimiento como digo, no es bonito por ningún lado.
EliminarPues yo ya te digo que no lo voy a jugar, que la reseña me ha dejado muy mal cuerpo, y bastante tengo con la bajona que me da el tears in heaven de clapton y la historia que lleva detrás
ResponderEliminarEscuchar eso mientras juegas a esto debe ser como un suicidio del alma xDD
EliminarConozco la historia detrás de este juego y aún así, leer tus líneas me ha hecho un nudo en el estómago. No podría jamás jugarlo por lo mucho que sufriría con él. De hecho, desde el primer momento que supe de Joel, no he dejado de sufrir. Es un amargo recuerdo recurrente e inesperado que me asalta de vez en cuando. Nunca, jamás, un padre debería de enterrar a su hijo.
ResponderEliminarMe alegra saber que los padres han podido encontrar un consuelo a esta situación, aunque haya tenido que ser a través de la religión, yo nunca podría encontrarlo.
A través de la religión y, como menciono, a través del propio juego. Como ya he dicho varias veces no hay recreación en el sufrimiento, pero sí mucha aceptación de los hechos. That Dragon, Cancer es casi terapéutico a su manera, aunque desde luego sea para ellos.
EliminarNo conocía el juego y tras leer estas líneas está claro que mejor ni probarlo. Desde que fui madre soy demasiado sensible a ciertos temas (por favor, que lo pasé fatal en la película de world of warcarft cuando se separan del pequeñín T.T) así que prefiero evitarlos a toda costa.
ResponderEliminarBueno, tiene un punto positivo aunque suene tremendamente mal: todos tus problemas tras jugar a esto se acaban convirtiendo en una estupidez.
EliminarEn cualquier caso no, supongo que no es lo más ideal para madres xD.