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27 abr 2020

THUMPER - DESTELLOS INCONTROLADOS

Esta fiesta del flash está patrocinada por Rokuso, después de que su Thumper ganara en ¿A Qué Juego Quieres que Juegue? #16.



En la misma semana he jugado a Nex Machina y a Thumper, por lo que puedo decir que he superado las pruebas más extremas de epilepsia que ha creado el ser humano. Thumper entra, desgraciadamente, en ese baúl de juegos que hacen lo posible por entorpecer tu visión con cientos de brillos y situaciones visuales incómodas que harán que muchas veces tus muertes no se vinculen a tu falta de reflejos, sino a un diseño visual directamente enemigo del jugador.

Thumper es un juego musical, o bueno, rítmico si así lo queréis, y es eso únicamente lo que le salva de que estos desencuentros visuales sean todavía más duros. Lo que se nos presenta nos recuerda muy lejanamente a Audiosurf con unas pequeñas gotas de Rez, en una estructura que se acerca más a un runner que a un verdadero juego musical. La mayor prueba de esto es que puedes jugar a Thumper con el sonido en mute y salir igualmente airoso. Eso sí, estaréis dejando de lado una experiencia auditiva que merece mucho la pena. Auriculares buenos si queréis gozar como pocos.


Estamos ante un juego difícil por una invitación a la leaderboard con un gran descaro. De hecho, puedes completar gran parte de este Thumper limitándote a pillar los giros conforme van viniendo, ya que todo lo demás es prácticamente optativo. Tan sólo las batallas contra los bosses, siempre por debajo en dificultad a los niveles previos, te exigirán de una precisión total, pero si no, eres libre de terminar Thumper sin conseguir un sólo extra. Ahora bien, prepárate para una sensación dolorosísima que produce ver una puntuación C en cada uno de los niveles. Incluso yo, que nunca he mirado el tema de puntuaciones en un videojuego, me vi obligado a repetir gran parte de los niveles para mejorar las puntuaciones.

Thumper hace muy bien eso, transmitiendo en todo momento que deberías ir a por todo lo que veas en pantalla aunque su finalidad final sean un puñado de puntos que en ningún momento se acercarán a esos gigantes enfermos que lideran cada tabla de marcadores. Primero, porque te ayudará a ubicarte en el suelo, y segundo, porque consigue hacerte sentir que te estás saltando todo el juego si no te dedicas a orquestar todos tus movimientos. No hacerlo de esta manera, parece como jugar una partida de ajedrez únicamente con peones.


No estamos ante composiciones musicales que nos orienten, no, estamos ante ritmos de percusión que hacen que te sientas en medio de una procesión de Semana Santa. Las variaciones que se van incluyendo son gigantescas, y la cosa se complica tanto que muchas veces es mejor olvidarse de que estás ante un juego rítmico y concentrarte en lo visual para salir con el mayor número de puntos posibles. Es un buen entrenamiento si quieres ser quien toca la batería en el grupo de metal progresivo de turno.

Y, repito, Thumper tiene sus problemas visuales derivados, sobre todo, de esos momentos donde eres golpeado y te queda ese segundo toque antes de decir adiós a la vida. La pantalla se llena de demasiados brillos, y no tiene piedad a la hora de hacerlo delante de ti, y eso estropea la sensación final de un juego que es bueno en su concepto pero falla en pequeñas malas decisiones. El enemigo final es otro ejemplo de esto. Ahora bien, en Thumper pronto aprenderás que la clave del éxito es mirar hacia delante en la carretera, porque si bien la pantalla se ensucia con tanta información Thumper consigue dejar bastante claro qué es lo que va a venir a continuación.


He quedado bastante decepcionado con Thumper, un juego del que esperaba mucho más. Quizá es porque desde que tengo un uso de razón nunca he tenido un alma competitiva a la hora de almacenar puntos, quizá es porque he disfrutado mucho más casi todos los juegos rítmicos/musicales que he tenido delante. En cualquier caso, no cabe duda de que Thumper es una idea lo suficientemente original para que por sí misma ya sea recomendable. Es un buen juego, del que no acabo de ser el verdadero target.


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