Shinobi III es uno de los picos más altos no ya solo de Mega Drive, sino probablemente de la historia de los videojuegos.
Doy por concluido mi mes del ninja, aunque todavía nos queda mucho del año del ninja. Mi misión de jugar a cuantos Shinobi fuera posible ha llegado, más o menos a buen puerto. La verdad es que cuando llegué a probar el fatídico Cyber Shinobi de Master System tuve claro que la cosa estaba ya bien habiendo jugado a la saga principal y a los spin off alrededor de ella -Shadow Dancer, para que nos entendamos-. Por ello, antes de concluir nuestro viaje por el pasado salvo que haya un giro de última hora, aquí tenéis todos los Shinobi que han ido apareciendo estos días por El BloJ.
Vamos a considerar que este análisis es una continuación, y no voy a repetiros una tercera vez el jaleo mental que hay con los títulos y años de publicación de todos los títulos de la franquicia. Quedaos con que este título tampoco estaba exento de lío, porque lo que aquí salió como Shinobi III: Return of the Ninja Master, en Japón salió como The Super Shinobi II, dejando de lado el shinobi principal para otorgar una propia línea a los Shinobi que únicamente salieron en Mega Drive.
Estamos, pues, en 1993, cuando Sega decide, no exento de un desarrollo peculiar, lanzar este Shinobi III desarrollado por Megasoft, una subsidiaria de Sega Japón formada en 1991. Cuando decimos que esconde un desarrollo peculiar, es porque el juego no solo estaba programado para salir en 1992, sino que se llegó a distribuir para prensa de cara a las previews. Sega pausó todo de forma drástica, y acabó rediseñando el juego en su práctica totalidad, para acabar por lanzarlo, ahora sí, en la versión de 1993 que conocemos. Por entonces, los desarrollos de videojuegos eran bastante más cortos, llevando unos meses como mucho, por lo que todo este proceso tan largo y costoso estaba lejos de ser lo común en la industria. En cualquier caso, viendo el resultado final, mereció la pena, porque Shinobi III es uno de los máximos estandartes de todo el catálogo de Mega Drive.
Si bien estamos ante una secuela directa de The Revenge of Shinobi, lo cierto es que la evolución se entiende mejor si nos detenemos en Shadow Dancer: The Secret of Shinobi. La agilidad que ya veíamos en la conversión a Mega Drive, lanzada en 1990, del juego de recreativas de 1989, es sin duda un paso intermedio entre las dos entregas. El delicioso control y la sensación de velocidad que se siente desde que empezamos recorriendo los bosques de Shinobi III, no tuvo parangón, impresionando todavía a día de hoy. Tanto es así, que todo el juego se siente pensado para esa velocidad, para no cortar el flow al jugador en prácticamente ningún momento, salvo en algunas partes de los últimos niveles donde se vuelve a coquetear con partes un poco laberínticas de más que, para mi gusto, afean un poco las buenas sensaciones.
En relación a esto, creo que hay un dato significativo que sirve como ejemplo para entender hasta qué punto Sega apostó por la movilidad y agilidad por encima de todo lo demás. Shinobi ha tenido numerosas entregas, y en todas ellas ha estado presente el Ninjutsu, el arte ninja que activaba poderes especiales. Estos movimientos especiales servían de bastante poco en muchos juegos, como hemos visto en pasados análisis, y ni siquiera se podían invocar ante jefes finales, situaciones donde verdaderamente podían ser útiles. Sin embargo, cada juego traía nuevas animaciones y poderes que traían espectacularidad renovada, a cambio de, seamos sinceros, pocas implicaciones jugables. Shinobi III no hace nada de esto, Shinobi III coge exactamente los mismo cuatro Ninjutsu que teníamos en The Revenge of Shinobi y los coloca con las mismas exactas animaciones y efectos. Han pasado cuatro años entre juego y juego, y las diferencias técnicas son mayúsculas, pero sin embargo, no se movió un dedo en este aspecto. ¿Por qué? Porque daba igual, porque Shinobi III tenía tantas novedades en lo jugable, que ni siquiera hacía falta cambiar lo más emblemático de la saga. Esto, más allá de la apuesta por la jugabilidad, da una enorme sensación de seguridad en el desarrollo.
Otro indicativo de esta seguridad la tenemos en su escasa dificultad. Todo se siente tan divertido y ágil que no hay ningún aliciente en complicarle la vida al jugador. Si Shadow Dancer se sintió como una bajada de dificultad en comparación a otros títulos de la saga, este Shinobi III está pensado directamente para el disfrute del jugador, que no tendrá demasiados problemas en atravesar los siete niveles, con sus respectivos bosses, que esperan por delante. Su reto, eso sí, se puede incrementar con una subida de dificultad que repercute en la cantidad de vidas con las que empezamos, además de poder elegir el arsenal de shurikens disponibles al comienzo.
El único pecado de Shinobi III fue llegar en 1993, cuando ya se empezaba a hablar más de la próxima generación que de lo que teníamos entre manos en aquellos años. Justo lo contrario le pasaba a The Revenge of Shinobi, lanzado el mismo año en el que la Mega Drive veía la luz, quedando lejos de exprimir el potencial técnico que ofrecía la consola. Sea como fuere, Shinobi III quedaría grabado como uno de los juegos más impresionantes de toda su generación. Veremos si Lizardcube y Sega consiguen trasladar aquellas sensaciones a la actualidad, cuando Shinobi: Art of Vengeance esté disponible a finales de este mes.
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