En el año del ninja, donde me he propuesto jugar a los Shinobi antes de la salida de Art of Vengeance, no podíamos dejar de lado el Shadow Dancer de Mega Drive.
Bienvenidos al laberinto de la saga Shinobi. Todo iba bien al principio, en 1987, cuando la primera entrega veía la luz en arcade para, en 1988, tener una digna conversión a Master System en la que nos paramos hace unos días. La cosa se complicaba con las siguientes entregas. Por un lado, Shadow Dancer en 1989 suponía la secuela directa de Shinobi en recreativas, cuya versión para Master System también repasamos -esta vez con más oscuros que claros-, mientras que Mega Drive estrenaba su propia entrega con The Revenge of Shinobi, también lanzado en 1989, pocos días después del Shadow Dancer de arcade. Por si no hay suficiente lío, Sega decide lanzar, al año siguiente, este Shadow Dancer: The Secret of Shinobi que nos ocupa hoy, en una reimaginación del Shadow Dancer original que esta vez se quedaba exclusivo en Mega Drive. A partir de ahí, Master System recibiría el insufrible Cyber Shinobi, mientras Game Gear tenía sus propios Shinobi que volvían a llamarse Shinobi como tal. La saga continuaría en Mega Drive con Shinobi III: Return of the Ninja Master, pero que en Japón salió como The Super Shinobi II -lo veremos muy pronto por aquí-. La saga haciendo gala de los pilares ninja, convirtiéndose en un esguince cerebral para que no sea posible seguirle el rastro.
Nos paramos, como decimos, en Shadow Dancer: The Secret of Shinobi, lanzado en 1990 con un desarrollo de Sega R&D9 y con la exclusividad para Mega Drive bajo el brazo.
Si hay lío con las entregas de la saga y los nombres de lacada juego, no quiero meterme en el pantano que es la historia, llena de incoherencias no ya solo entre los distintos juegos, sino entre las distintas versiones de cada uno de ellos según estés leyendo la sinopsis en la versión europea o japonesa. Es mejor que os quedéis con lo básico, porque no necesitáis más: sigues siendo un ninja, sigues tirando shurikens, y esta vez tienes un perro que te ayuda a inmovilizar a los enemigos más pesados.
Lo cierto es que, después de esta maratón de Shinobis que me estoy dando, siento este Shadow Dancer de Mega Drive como el verdadero sucesor del Shinobi original. La forma en la que se disponen los niveles, la propia selección de sus ambientaciones, el diseño de enemigos, el rescate de los personajes secuestrados e incluso la selección de bosses, me hacen sentir Shadow Dancer casi como un remake del primer Shinobi. Por supuesto, el salto gráfico es gigantesco, y ya se empieza a notar el aumento de velocidad con respecto a, por ejemplo, un The Revenge of Shinobi que siempre se sintió lento de más. Todo culminaría en la cúspide de la saga con Shinobi III, donde se apostó definitivamente por la agilidad y jugabilidad por encima de cualquier otro elemento.
También podemos empezar a sentir Shadow Dancer como el primer descenso significativo de dificultad, después de haber venido de picos muy altos tanto en recreativa como en las conversiones para consola. Este Shadow Dancer se siente como un juego accesible, perfectamente vigente a día de hoy, y que no debería llevarte más de un par de ratos. De hecho, hubiera agradecido algún nivel más, ya que solo contamos con cinco fases por donde pasear nuestras artes ninja, las cuales, dicho sea de paso, también han sido reducidas en comparación a los títulos más icónicos de la saga: tres, y todas ellas con el mismo efecto de aniquilar todo lo que haya en pantalla en ese momento.
Shadow Dancer ha aguantado muy bien el paso del tiempo, aunque la doble vía que inició Sega para tener contentos a jugadores de consola y recreativa -y sacar doble tajada del pastel- acabó por relegar a Shadow Dancer a la categoría de spin off. Con todo y con eso, uno de los juegos más sólidos de todo el catálogo de Mega Drive.
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