Reflexionamos sobre los social links de la saga Persona -y la herencia en el resto de juegos de Atlus-.
Empiezo a parecer hater de Metaphor: ReFantazio. El otro día me quejaba de que todo esto de la fantasía medieval a mí me sabe a poco, y que quería volver a mis clases, a mis exámenes y mis calendarios escritos detrás de una caja de cartón de pizza. Hoy, en realidad, no vengo a quejarme tanto del Metaphor, sino de los juegos de Atlus en general, o bueno, mejor dicho, de la saga Persona y por herencia también del Metaphor.
No es la primera vez que comento algo así. En el análisis de Persona 5 comentaba que su diez de puntuación -un hito histórico por aquí- no era tanto reflejar la perfección, sino como una mezcla de ochos y doces. Lo que comento ahora es una de las cosas que más me chirriaron del juego, y que ahora estoy volviendo a sufrir en mi partida de Metaphor: ReFantazio: no importa quién seas y no te importan tanto los personajes como piensas.
Como sabréis, los Persona -vamos a resumirlo en eso a partir de ahora- son juegos donde desarrollas lazos con el resto de personajes, de manera que cuanto más profundo sea ese lazo, más beneficios obtienes a lo largo del juego. Tu tiempo es el recurso más valioso, ya que es limitado, y decidir con quién pasar el día puede cambiar la experiencia y la forma de jugar. No solo con quién, sino cómo, porque en cada uno de estos eventos te tocará responder a lo que va sucediendo eligiendo contestaciones ante diversas situaciones, y es justo aquí donde tropieza el sistema. La elección de diálogo que tomas te otorgará distintos puntos de afinidad, lo que acelerará o ralentizará el crecimiento de tu relación con dicho personaje. Si dices algo que no ha caído en gracia, tardarás más en desarrollar esa amistad al máximo y, como hemos dicho, el tiempo es un recurso valiosísimo en estos juegos.
La resolución de esta ecuación es la lógica: no eliges la frase en función de lo que harías tú en esa situación, no tomas de referencia tus valores y principios morales, sino lo que crees que va a caer mejor, y a la misma vez, no eliges lo que realmente piensas que es la mejor opción para tu amigo, sino aquella que quiere oír. La conclusión es que no eres tú mismo en ningún momento, y ni siquiera te importa en realidad lo que le pase a tu compañero, lo único que quieres es asegurarte de que ese triple iconito de satisfacción aparezca en la conversación. De esta manera, he llegado a alentar a stalkers a perseguir a sus pretendidas porque "el que la sigue la consigue" y he invitado a luchar a otros personajes cuando dentro de mí pensaba que el conflicto no era la mejor opción, solo por desarrollar esos lazos lo más rápido posible. La prueba definitiva de que realmente no te importan tanto esos personajes es que, una vez desarrollado al máximo el lazo, no vuelves a entablar conversaciones con ellos porque tienes mejores cosas que hacer, como regalarle la oreja al siguiente social link de turno.
Toda esta reflexión choca porque, en la mayoría de los casos, los personajes en los Persona están muy cuidados y bien desarrollados, o al menos eso se dice, pero no sé si es un mantra que se repite sin más, ya que el sistema entra en conflicto con este desarrollo y siento cada vez más que lo perjudica. Si me dieran a elegir, reestructuraría todo esto para que no hubiera penalización por decir lo que realmente quieres decir, porque, al fin y al cabo, el lazo más bonito que puedes entablar con alguien es aquel donde se te permite ser tú mismo, con total libertad, sin transformarte en un cascarón vacío sujeto a la opinión de los demás.
Pues realmente es muy acertado tu análisis. Es una jodienda tener que contestar siempre lo que quiere escuchar el personaje porque encima con un calendario tan apretado (literalmente) una "mala" respuesta puede provocar que ya no subas al máximo un vínculo. Y jode jaja. Buen texto 👍
ResponderEliminarGracias por leerlo y pararte a comentarlo ^^. Sí... tengo la esperanza de que el futuro Persona 6 puede tocar algunas cosas de estas, pero a la misma vez, lo rígidos que son en Japón a la hora de meter cambios en fórmulas que ya funcionan hacen que lo vea difícil.
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