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22 ago 2021

YES, YOUR GRACE - PADRE Y REY, POR ESE ORDEN

Si algo nos deja claro este Yes, Your Grace es que ser padre es más difícil que ser rey.


Tras un desarrollo tormentoso, nunca mejor dicho, Brave at Night lanzó en 2020 este Yes, Your Grace que hoy nos ocupa. Un juego donde encarnaremos al rey Eryk en su aventura por sobrevivir no sólo a los problemas que presenta su reino, sumido en una profunda crisis bélica, sino también a los que le presenta su propia familia. Así, mediante audiencias diarias, tendremos que ir tomando decisiones binarias ante cada una de las peticiones que nos va haciendo nuestro pueblo y que nos recuerda directamente a aquel Tinder medieval que era Reigns (Nerial, 2016). Nuestro cerebro ha de concentrarse en la petición de turno del ciudadano, mientras que nuestros ojos han de estar fijados en esos escasos recursos que determinarán el éxito de nuestra partida, y que complican más la cosa cuando detrás se encuentran impuestos y salarios que debemos pagar entre cada semana, intervalo que utiliza el juego para marcar el ritmo. Bajar a números rojos en cualquier momento en oro, provisiones o moral del pueblo hará que nos topemos con una pantalla de game over.


El juego promete cierta pillería por parte de las peticiones que se te van haciendo, en el sentido de que muchas pueden ser mentiras que no debemos financiar con nuestro tiempo/dinero. La realidad es que la inmensa mayoría son peticiones sinceras, y negarse suele traducirse en una pérdida cada vez más sanguinaria de moral de la ciudadanía, la cual no dudará en pedir tu cabeza si la cosa se pone fea. Me sentí en todo momento más esclavo a la orden del pueblo que rey, un pelele en manos de todos con poca capacidad de decisión, donde me vi muchas veces vendido por el propio juego por culpa de un aburrido sistema de unidades especiales que puedes mandar a determinados asuntos y que desaparecen durante algunas semanas, haciendo que sea imprevisible saber si las vas a necesitar o no. En cualquier caso, no me duele tanto esto como el hecho de sentir que, como rey teóricamente autoritario que se hace respetar, no pudiera dar un par de voces altas al ciudadano de turno que, descontento por haberme negado a darle oro para sus borracheras, se va lanzando improperios contra mi persona. Esto es más grave con el paso de las semanas, donde las peticiones negadas se van traduciendo en mayores pérdidas del cariño del pueblo. Te sientes bastante ridículo cuando te niegas a cumplir peticiones en ocasiones estúpidas y el juego te penaliza con fuertes bajadas, mientras que cumplir con obligaciones importantes te recompensa con pequeñas subidas.



Y es que todo esto de ser un rey autoritario capaz de ganarse el respeto con mano dura es algo que el juego te deja caer en el primer segundo de tu partida, donde se te empuja a tomar la decisión de ejecutar a un traidor o dejarle vivir. Lo que hagas es otra historia, pero el mero hecho de que la gente de Brave at Night te presente ese dilema como presentación, ya es una declaración de intenciones a la hora de hacerte ver que debes tomar decisiones complicadas durante tu aventura. No es así, y prácticamente la parte de gestión y de elecciones binarias es, en realidad, una parte de supervivencia donde simplemente acumulas suficiente de un recurso para que, cuando no puedas cumplir un deseo, ya sea la muerte del hijo de un ciudadano o tener más dinero para emborracharse, puedas asumir la siempre presente penalización.


A esta parte de decisiones que se hereda de manera clara de Reigns, le tenemos que unir una base bastante presente de point and click. Y no digo aventura gráfica porque la cosa no da para tanto, pero sí que hay un potente componente de investigación que marcará el devenir de los acontecimientos que se traducirá en uno de los múltiples finales que nos espera tras una duración algo larga para mi gusto, por razones que ahora después desgranaremos. Esta parte de point and click le da un giro interesante al asunto, y es lo suficientemente amena como para no sobrar, y lo suficientemente simple como para no molestar al verdadero rey del asunto, nunca mejor dicho, y que debería ser el sistema de audiencia-toma de decisiones.



He leído análisis sobre Yes, Your Grace que mencionan que es un juego fácil, y la verdad, yo estoy en el otro lado de la balanza. Sentí en todo momento descontrol y falta de recursos, y es algo que viví en cada una de las partidas que jugué. Es una carrera de larga duración, como decía larga de más teniendo en cuenta que estamos ante un juego de gestión de recursos donde, debido a tasas, salarios y otros menesteres derivados de la guerra, es posible que estés condenado desde varias semanas antes de ver esos números rojos. Y es aquí cuando el juego pierde algo de perspectiva y sobre todo de motivación, porque sí, puedes cargar partida en cada una de las semanas, pero tienes que hacer un verdadero ejercicio mental si quieres regresar al punto donde crees que puedes remontar la situación, ya que puedes ir acumulando desgracia desde varias semanas atrás. Ver la pantalla de game over sólo con que cualquier recurso toque un número rojo en cualquier momento, empuja más a volver a empezar de cero para volver a gestionar todo con más acierto. Ineludiblemente, esto hará que tengas que volver a tragarte toda la historia y la parte de aventura gráfica, además de las peticiones de los ciudadanos que son exactamente las mismas y en el mismo orden.


Hay una última razón por la que Yes, Your Grace es un juego que aprueba, pero por los pelos. Su aspecto gráfico es bastante atractivo, con un pixel art muy bonito y unas animaciones bastante decentes, pero choca muchísimo con el hecho de que el final del juego es una pantalla estática con texto y con un diseño que deja bastante que desear. Tras presentarte bonitas animaciones y secuencias durante los eventos más importantes de la aventura, el final es una mera pantalla que invita al bajonazo inmediato y que quita trascendencia a todo lo que hemos ido acumulando durante semanas. Además, esto aleja al jugador de intentar nuevas rejugadas con el objetivo de ver los finales diferentes que presenta el juego, ya que todos acaban en esa última pantalla sin alma. Literalmente, no existe gran diferencia entre una pantalla de game over a mitad de semana por falta de recursos y la pantalla de haber conseguido terminar el juego.



Como veis, numerosos problemas para un juego que hace algunas cosas bien. Si bien considero que es un juego relativamente injusto con el jugador, y que no acaba de dar lo que deja ver entre líneas, su historia y las relaciones entre la propia familia junto con ese regustillo point and click hacen que Yes, Your Grace tenga la chicha suficiente como para, al menos, darle una oportunidad.


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