Walking puzzle simulator, o lo que sea.
Tenemos un problema, y es que terminé The Artifact, según Steam, un feliz 14 de abril y es ahora, casi tres meses después, que me he acordado de él. Tal cual. Tampoco es que a nivel mundial haya sido un bombazo. De hecho, encontrar imágenes del juego es harto complicado, así que disculpad su calidad. El pobre juego desarrollado por Colin Wren, Sean Scaplehorn, Wayne Jackson y Jason Mallett ha caído en mi olvido de una manera tan hiriente que hasta me sabe incorrecto aprobarlo. Pero sí, sí que me vienen a la cabeza pequeños recuerdos, suficientes como para emitir un pequeño juicio sobre él.
Y pequeño no por mi amnesia repentina, sino porque tampoco puedo dedicar mucho a un juego que en menos de una hora había completado con todos y cada uno de sus logros. The Artifact parece más un ensayo para una beca universitaria en videojuegos que un juego propiamente dicho, pero eso no lo convierte en un juego malo. Producto malo quizá sí, pero juego malo no.
Pronto nos percataremos de lo arcaico de todo, de su interfaz básica, de su falsa libertad de movimiento y de sus pequeños problemas, pero también de su sinceridad y sus reducidos complejos. The Artifact se maneja de manera un tanto extraña, evocando a aquellas aventuras en primera persona donde avanzábamos a clickazos sobre un pasillo, y también a esas primeras aventuras que, a raíz del bombazo de la Wii y los sensores de movimiento, plagaban los escenarios con puzles de empujar palancas y mover interruptores.
The Artifact basa sus puzles en el minimalismo, bien por carencias o bien por voluntad propia. Puzles pequeños, pero a la vez interesantes, o por lo menos recuerdo quedar sorprendido en varias ocasiones por no estar haciendo lo mismo que vemos en todos y cada uno de los juegos de puzles en primera persona. No, no es The Witness, pero sí que la cosa pasa por pillar un poco la temática del puzle mediante pequeñas señales por encima de los típicos puzles de físicas y similares que ya tanto aburren.
Quizá estamos ante el cigoto de algo mucho más interesante, pero lo cierto es que desde su lanzamiento en 2017 no hay muchas señales de vida. En cualquier caso, me pareció hasta interesante mientras lo jugaba, y también su historia, que tiene un toque de 2001 de Kubrick aunque tire de ya caducas lecturas de logs de la tripulación. Desgraciadamente, el hecho de que lo haya olvidado tan rápidamente no refuerza mucho mis impresiones positivas.
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