¿Quién no ha salido desquiciado alguna vez con su hermano? Max desde luego está harto de que su Felix le robe sus juguetes y los acabe rompiendo. Tanto, que acaba desesperadamente buscando en su Giggle cómo deshacerse de su hermano pequeño. La casualidad hace que llegue a una misteriosa web donde hay un hechizo que Max inmediatamente lee para comprobar que, efectivamente, funciona. Una zarpa se lleva a su hermano a través de un portal dimensional, y Max, arrepentido desde el primer segundo, no duda en lanzarse dentro de este portal para intentar rescatar a su hermano.
Con ese argumento y esa introducción propia de una película de animación digital para niños, Press Play (Kalimba, Max and the Magic Maker) nos presenta un juego de plataformas en 2.5D absolutamente irresistible para los que vivimos la dulce época de las consolas 16-bit donde el género era el rey. El que estaba a los mandos en este juego no era yo, sino el NeoJin del pasado, que estaba que no cabía en su gozo mientras iba pasando las primeras fases del juego con bastante facilidad -cualquiera que viviera en dicha época encontrará poca dificultad en la parte plataformera del juego-. Estaba tan contento con lo sencillo y placentero que era todo que temía el momento en el que empezaran a aparecer nuevas mecánicas. Sin saber nada del juego tenía claro que en algún momento iba a cambiar todo, y temía que estropeara la buena sensación que tenía al principio.
Los frenéticos primeros minutos enganchan sobremanera |
Sí y no. Sí, porque efectivamente llega el punto en el que el juego arranca con su verdadera mecánica. No, porque siguió siendo igual de placentero. Quizá no tan placentero en un sentido nostálgico, sino más en un sentido de estar jugando a un buen juego de plataformas con puzles basados un poco en físicas -el estándar del mundo indie-.
Max no tardará en utilizar su rotulador mágico, que le permite interactuar con distintos puntos del escenario. Así, en función del color que tengamos dibujaremos -muy literal- una rama, una corriente de agua, una plataforma que se eleva del suelo, un explosivo o una liana que nos permitirá avanzar por el entramado que se nos tiene preparado. Por supuesto, todos esos "poderes" se pueden combinar dando mucho juego al producto. No he jugado todavía a Epic Mickey, pero debe ser algo bastante parecido. A la cabeza se te pueden venir otros juegos como Drawn to Life u el poco conocido OIO: The Game.
Lo único malo de todo esto es que el juego sigue siendo bastante sencillo. Todos esos poderes se activan de la misma manera, y jugablemente nos da lo mismo. En ningún momento tenemos que pensar qué colocar en cada sitio, sino que encontraremos un punto de anclaje del color que directamente se activará al dibujar sobre él. De alguna manera es entendible porque no deja de ser un juego con cierto aire infantil, ideal para todas las edades, y haber complicado tanto el juego pudiendo elegir rotulador hubiera sido demasiado.
Podéis echar un vistazo en el siguiente vídeo al funcionamiento general del juego, con sus partes rápidas donde los reflejos son requisito indispensable y a otras partes más sencillas donde los puzles basados en física hacen acto de aparición.
Se disfruta mucho gracias a su relajada dificultad. Max: The Curse of the Brotherhood además nos enseña que se pueden hacer perfectamente puzles ingeniosos sin tener que llevar asociado un esfuerzo mental extremo. Como veis por El BloJ son ya varios los juegos de plataformas y puzles en 2.5D que han aparecido, y la verdad es que pocos se me ocurren mejor que éste. Algún día se lo enseñaré a mis hijos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario