Castlevania: Bloodlines es el único Castlevania que podíamos
disfrutar en la Mega Drive, allá por el año 1994. Desarrollado por Konami, el
juego es un plataformas de toda la vida sin ningún tipo de novedad
significativa en relación a sus primos de la Super Nintendo. Más allá de ser el
único Castlevania para la Mega Drive, estamos ante a un juego digno de su
catálogo, proclamándose uno de los mejores juegos del género.
Tomad pose |
Si bien he jugado a todos los Castlevania portátiles desde
la Game Boy Advance (bueno, me falta uno para haberlos jugado todos, pero no tardaré)
he de reconocer que soy un perfecto inculto de la saga. La razón es que de pequeño
yo me decanté por Mega Drive, así que no caté ningún Castlevania hasta la
aparición de Castlevania: Bloodlines. Ya de mayor si he jugado a los más
significativos, y he disfrutado como un enano con el maravilloso Symphony of
the Night, pero lo cierto es que le tengo un cariño especial al juego del que
hablo hoy.
No es necesario a estas alturas que me ponga a decir cómo
son los Castlevania. Mezcla de plataformas y acción que se basan en luchar con
monstruos de toda clase y con enemigos de fin de fase más grandes que la
pantalla, propio de Konami. Castlevania: Bloodlines no es nada distinto a todo
ello.
No valoráis el hecho de que me ponga a sacar capturas en saltos mortíferos |
Iremos viajando por el viejo continente europeo visitando
lugares emblemáticos, desde la Torre de Pisa hasta el Palacio de Versalles,
aniquilando a zombies, medusas, esqueletos, vampiros y demás criaturas salidas
del inframundo. Un total de seis niveles diferentes con sus propios jefes de
fin de fase y minijefes a mitad de pantalla. Contamos con Passwords para
progresar en nuestra aventura, así como un total de dos continuaciones (pocas
cosas hay más reconfortantes que ver el pantallazo de Game Over y que luego te
aparezca debajo “continue?”).
Versalles |
Los encargados esta vez de aniquilar a Drácula son John
Morris y Eric Lecarde. El primero es un descendiente de la familia Belmont, e
hijo de Quincy Morris, el personaje de la novela Dracula de Bram Stoker. Lleva
el clásico látigo, y sus movimientos dificultan bastante el juego. En concreto, el hecho de que sólo pueda atacar en diagonal cuando está saltando es de locos. En
contraposición, Eric Lecarde es mucho más ágil y cuenta con mejores
movimientos. Eric es un español (de Segovia) que va armado con la lanza de
Alucard, y que se mueve por un sentimiento de venganza oculta. El juego es
bastante más fácil con Eric, y sin duda como personaje resulta más atractivo
que su compañero de fechorías.
El par de dos. Eric a la izquierda y John a la derecha |
La elección de personaje sólo varía cierto par de zonas,
pero el juego básicamente es el mismo. Más allá de la dificultad implícita de
elegir a un personaje o a otro el juego cuenta con dos niveles de dificultad
además de un nivel experto desbloqueable al acabar el juego. No es un juego
difícil, aunque tiene algunos momentos duros. El hecho de tener Passwords hace
más sencilla la cosa, aunque hay que advertir que son Passwords trampa, ya que
en el código va el número de vidas restantes así como continuaciones. Conviene
repetir algún nivel para evitar perder demasiadas vidas y llegar con cierto
colchón a la marabunta de jefes finales del último nivel.
No es un error, y sí, el nivel es asqueroso |
La música es épica, compuesta por Michiru Yamane. No llega a
los niveles de Symphony of the Night, claro está, pero hay ciertos temas
bastante memorables. Los efectos de sonido también completan un juego que tiene
cosas a destacar en todas sus artes. Lo mismo pasa con los gráficos,
especialmente vistosos, coloridos e inusualmente sangrientos (lo que llevó a
problemas de censura en determinadas regiones).
Mi nivel favorito visualmente |
La sensación final que deja Castlevania: Bloodlines es que
es un gran juego de plataformas, pero a su misma vez el título de Castlevania
le pesa mucho. Por lo que sé, es mirado con buenos ojos y no como la oveja
negra de la familia, pero sí que hay cierto sentimiento de que es el rarito. A
mí me encantaba de pequeño, y ahora que me lo he vuelto a pasar de todas las
maneras habidas y por haber me sigue pareciendo uno de los grandes de la era de
16-bit.
PUNTUACIÓN
8
Pues ahora tiene más sentido el Portrait of Ruin
ResponderEliminarEs uno de los grandes, lo que pasa es que sus hermanos le tapan, creo que por ser el único que salió para MegaDrive.
ResponderEliminarSin duda es la "oveja negra" por lo que dices, pero en calidad está a un mismo nivel que la mayoría de la saga, y superior a algunos incluso. Para los que teníamos solo la Mega Drive era desde luego más que un consuelo xD
EliminarReconozco que antes me gustaba más el Super Castlevania IV que el Bloodlines, pero con el tiempo se han ido igualando en mis gustos hasta que, a día de hoy, me gusta más el Bloodlines. Lo veo un juego mucho más dinámico, rápido y arcade, gráficamente espectacular, estupenda música y el estilo cambia por completo al escoger a un personaje u otro al tener los dos diferentes caminos gracias a sus habilidades. Un juegazo.
ResponderEliminarPor fin he dejado de sentirme solo *_*.
EliminarAdemás de lo que dices el diseño en sí más allá de los gráficos me encanta. Me parece un juego redondo en muchos sentidos. Que pena que en Mega Drive no disfrutaramos de más Castlevania U_U