Los años de espera son difíciles para manejar las expectativas, y a veces pasan estas cosas: The Plucky Squire, que ha salido en España como El Escudero Valiente, es mi gran decepción de lo que llevamos en 2024.
El arte de insinuar
Han pasado ya más de dos años desde que viéramos el primer trailer de El Escudero Valiente, y por ende, han pasado ya más de dos años desde que hiciera click en agregar a mi lista de deseados. La primera impresión que tuve viendo el juego fue muy positiva, y no voy a decir que la cosa estuvo a niveles de Cuphead (Studio MDHR, 2017), pero tuve esa sensación de estar ante algo bastante único. Por aquel entonces, lo que teníamos eran unos gráficos dibujados a mano en lo que parecía un indie bonito de turno más, con inspiraciones de la saga de The Legend of Zelda, pero todo cambió cuando el personaje daba el salto, de manera literal, al mundo exterior, presentando entornos realistas en donde se desarrollaba un plataformas en tres dimensiones. Poco más se necesitaba para entender las implicaciones detrás de este concepto, pero entonces... empezó la avalancha.
Tras un periodo de cierto silencio y poca concreción, lo cual me hacía temer otro caso Cuphead -recordemos que su desarrollo fue eterno-, Devolver Digital y All Possible Features empezaban a mover la maquinaria de la publicidad para asegurarse de que nadie se quedaba sin conocer a El Escudero Valiente. Además de la acción y la parte de plataformas, empezaron a enseñar un montón de minijuegos, batallas con un boss, partes de puzles y un enorme repertorio de situaciones a lo largo de numerosos trailers que no dejaban de llegar en un goteo constante. El Escudero Valiente seguía acomodado en posiciones privilegiadas de mi lista de deseados, pero pronto entendí que seguir viendo contenido solo podía jugarle una mala pasada. La buena noticia es que llegué al razonamiento bueno, la mala noticia es que llegué tarde.
Mis temores de que El Escudero Valiente se enseñó demasiado, incluso cuando dejé de preocuparme por los últimos trailers, se concretaron cuando empecé a jugarlo. La primera vez que mi personaje cambió de la apuesta por un bonito juego en dos dimensiones para dar el salto a un plataformas 3D en el entorno realista, no sentí absolutamente nada. Entiendo que este momento había que hacerlo público, y que no puedo romantizar el hecho de que un juego se guarde su principal arma, lo que pondrías en la portada como reclamo, solo por el hecho de aguantarte la sorpresa. Yo mismo reconozco que, de no saber este giro, no le hubiera prestado atención al juego y no lo hubiera jugado, pero esa indiferencia de un momento tan crucial la arrastré a todas y cada una de las (no) sorpresas que me esperaban en mi aventura. Guardé un resquicio a la ilusión de pensar que el juego tendría tantas ideas rompedoras que lo que habían mostrado en los trailers era la punta del iceberg, pero no, porque era el bloque de hielo en su totalidad. El dato es demoledor: tan solo sentí sorpresa una única vez durante toda mi partida.
¿Me ha gustado The Plucky Squire? Sí, no tengáis dudas, pero está más cercano a la indiferencia que a otra cosa. Su puntuación final, que más de uno señalará como baja, es el resultado de haber sentido que estoy ante un juego estándar que además ha sido perjudicado por las expectativas. Realmente, la palabra "expectativas" no sería la adecuada, porque si algo hace El Escudero Valiente es, precisamente, cumplir a rajatabla todo lo que prometía... y nada más. Es de los casos más llamativos donde decir lo de "si pegas todos los trozos del trailer tienes el juego entero" no es una exageración. Si hiciéramos ese hipotético corta-pega, sí, tendrás una enorme parte del juego, incluyendo la práctica totalidad de los puzles -fuertemente inspirados en Baba Is You (Hempuli Oy, 2019)- y todas las mecánicas asociadas al uso de las 2D y 3D, pero estaríamos dejando de lado toda la parte argumental, la cual, acaba de poner la puntilla de la decepción.
Señora, suélteme el brazo
Y es que El Escudero Valiente sufre de graves problemas de ritmo. Cada pantalla, con muy pocas excepciones, sufre interrupciones con diálogos para contar la historia. Al principio sientes que es parte del despegue, pero luego descubres que todo el juego es así, con constantes tutoriales que llegan incluso a repetirse en más de una ocasión, y una sensación de linealidad mal interpretada que no deja lugar a sentirte libre en ningún momento. Cada página que pasamos del libro implica una nueva historieta, antes de que procedamos a limpiar la zona de enemigos o resolver el puzle de turno, para volver a encontrar nueva chapa argumental. Muchas de las páginas sufren incluso varias interrupciones, y la mayoría de diálogos en estas situaciones no aportan absolutamente nada.
Jugablemente es bastante básico, pero satisfactorio. Falta finura, bastante. Recuerdo salir por primera vez al mundo en tres dimensiones y pisar, prácticamente lo primero, unas témperas de pintura, las cuales no dejaron ningún tipo de mancha o pisada como interacción con el escenario. Tampoco existen físicas algunas, y se hace raro acercarte con tu personaje a un lápiz o un clip al borde de una mesa para ver cómo es un objeto inerte que no reacciona a nuestras acciones. No es tanto el echarle en cara a este pequeño estudio que no tenga esa solvencia técnica, sino más bien, la falta de picardía por haber dejado esos elementos en el escenario que podrían haber directamente eliminado sin tener que pasar por esta crítica. Tan sencillo como que, si no hubieran puesto esas pinturas a mis pies nada más empezar para comprobar la total ausencia de interacción, no estaría escribiendo estas líneas ni hubiera puesto la lupa en tantas otras situaciones. No os voy a mentir, el venir de jugar a Astro Bot (Team Asobi, 2024) tampoco ha ayudado. No hay, en ningún caso, penalización a la parte jugable por esos detalles. Son cosas que suman, claro está, pero que no restan.
"Todo niño es un artista, el problema es seguir siendo un artista cuando creces"
Estamos ante un juego que pretende recrear estos primeros libros de aventuras para niños, en formato cuento, con tapas enormes y diseños llamativos que ocupan toda una página y se leen en tres segundos. Estos libros son, precisamente, los primeros libros de los más pequeños, y son puertas a mundos nuevos donde el descubrimiento es la principal base. Paradójicamente, jugándolo no he sentido que haya descubierto nada en el mundo de los videojuegos, y tan solo he visto una idea que ya llevo viendo dos años seguidos sobre la que pulula una y otra vez sin aportar nada que no hayas visto en los trailers. La batalla contra el jefe final, que no es más que una recopilación de los minijuegos que ya habíamos jugado, es la guinda de un pastel al que le falta, precisamente, desarrollar la creatividad. Algo debí sospechar cuando al principio del juego te comunican que estás viviendo en un mundo que se llama "de la creatividad", lo cual es, curiosamente, una de las cosas menos creativas posibles y más manidas que pueden existir a día de hoy.
Se me ha venido a la cabeza muchas veces estos días Tunic (Tunic Team, 2022), con el cual creo que El Escudero Valiente comparte posición, y me sirve como ejemplo para que entendáis de qué estoy hablando. Tunic guardó mil sorpresas, incluso de más, y se apoyó más en el boca a boca que en la publicidad agresiva para enseñar sus bondades. Tunic era, en los trailers, "el juego del manual", pero cuando juegas Tunic, deja de ser "el juego del manual" para convertirse en algo mucho más grande, donde lo del manual era un acompañamiento para un propósito mucho mayor. El Escudero Valiente, en 2022, era el juego donde tu personaje de cuento salía del libro para moverse en entornos realistas, en un Toy Story de manual. El Escudero Valiente, en 2024, es el juego donde tu personaje de cuento sale del libro para moverse en entornos realistas.. y ya.
Jhi
ResponderEliminarJou. Te odio.
ResponderEliminarEs broma, es broma.