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28 mar 2024

PRINCESS PEACH: SHOWTIME! - LA PRINCESA ESTÁ EN OTRO CASTILLO - ANÁLISIS


A la tercera no va la vencida.




Nintendo sigue alargando la vida de su Switch hasta el infinito, y este Princess Peach: Showtime! no es, para bien o para mal, el último de sus coletazos. Jugando de nuevo con el misticismo acerca de su desarrollo, sus títulos de crédito disipaban las dudas: Good-Feel, responsable anteriormente del desarrollo de Yoshi's Crafted World en 2019, es el estudio encargado de darle a la Princesa Peach una nueva oportunidad al timón de su propio juego. Por desgracia, este espectáculo no dejará contento a todo aquel que quiera sentarse a disfrutarlo, a pesar de que, estoy seguro, agotará sus entradas con facilidad.


Un limbo en Nintendo Switch


Princess Peach: Showtime! es el primer gran lanzamiento con nombre para Switch este año que nos llega directamente desde Nintendo. Por detrás, un remake de Mario vs. Donkey Kong. Por delante, numerosos ports de juegos como Luigi's Mansion 2 o Paper Mario: La Puerta Milenaria. Iba a decir "entre otros", para escudarme en el posible olvido, pero diría que directamente ese es el panorama para 2024 de la consola de Nintendo en cuanto a títulos first party. Un año de transición bañado por los continuos rumores que nos llevan acompañando desde hace ya -demasiado- tiempo, sobre la salida de la sucesora de Switch, y en el que la estrategia de Nintendo parece mirar al aguante por delante de la urgencia que pide la salida del nuevo dispositivo. Para ello, lanzamientos third party importantes como el reciente Unicorn Overlord de Vanillaware que tuvimos a principios de marzo y unos cuantos refritos, dicho pronto pero no tan mal, de títulos que no paran de rescatarse de un imaginario cajón infinito.




Como si del mismísimo Leónidas se tratara, dando la orden de aguantar en la adaptación cinematográfica de 300, Nintendo parece dispuesta a exprimir hasta la última gota de un envidiable parque de consolas al que es imposible dar la espalda como si nada. Princess Peach: Showtime! era una de las esperanzas para creer en un 2024, con un juego que se sentía fresco, pero que tan solo ha acabado confirmando que este año, quizá, nuestra Switch va a descansar más de lo que nos gustaría en cuanto a títulos de la casa madre.


Princesa por tercera vez


Para muchos, este Princess Peach: Showtime! parecía la primera aparición de la Princesa Peach como protagonista principal en un juego. Lo cierto es que me gustaba responder a esa gente que estaban equivocados, entre risas muy maliciosas y prepotentes, y que ya existía un Super Princess Peach que analizamos en su momento, que lanzó TOSE en 2005 para Nintendo DS. Riámonos todos de la mano, porque escribiendo este texto descubro que existió un Princess Toadstool's Castle Run para Game Watch, allá por 1990, y que supone la verdadera primera aparición de la princesa en un videojuego como protagonista, cosa que he leído mientras sentía como Wikipedia me transmitía la información entre risas muy maliciosas y prepotentes.




Si bien me vais a perdonar que no haya jugado Princess Toadstool's Castle Run, me vais a permitir que os diga que Super Princess Peach sigue siendo, de lejos, el mejor juego protagonizado por la Princesa Peach. Si bien no tengo dudas de que este Showtime! va a abrir alguna puerta más a la presencia de Peach como personaje de lo que consiguió aquel poco recordado Super Princess Peach, en todo momento sentí que ocupaban un mismo lugar, cada uno para su sistema. Aquel juego de TOSE tenía la finura suficiente como para tener ese sello de calidad de Nintendo, pero el Showtime! que hoy nos ocupa, no está a la altura.


El empacho de turno


Todos tenemos algún familiar que no mide a la hora de cocinar. Históricamente las madres y tías entienden las reuniones familiares como una maratón de comida laboriosa donde sacar un plato más nunca es suficiente. Hay un agravante en todo esto: las festividades. Curiosamente, la elaboración de varios postres no reduce la cantidad de comida que se ha hecho antes. Te toca ir en Semana Santa y te toca la torrija, el buñuelo, los panecicos dulces y los rodalitos de vino. Al final, una amalgama de sabores que acaban perjudicándose los unos a los otros, anulando sus poderes, y donde solo sientes que el estómago te mira con perplejidad ante la gestión nocturna que le va a tocar iniciar.




Princess Peach: Showtime! es un juego que mete, en unas seis horas, una Peach espadachina, detective, repostera, Kung-Fu, ninja, vaquera, patinadora, furtiva, sirena y superheroína. Cada nivel, nos deja una de ellas, sin posibilidad de degustar ninguna. Tal y como ocurre en esas reuniones de grandes comilonas, si fuera por ti comerías únicamente torrijas, pero ya que la gente ha hecho de todo un poco, pues te toca probar un poquito de aquí y otro poquito de allá, quedándote con las ganas de vivir en un mundo exclusivo de torrijas.




Esta variedad de niveles me transmitió cierta obsesión por salir vivo de la comparación con Super Mario Bros. Wonder (Nintendo EPD, 2023). En aquel juego, la flor maravilla iniciaba una serie de acontecimientos atados a cada nivel que, literalmente, lo retorcían en formas casi nunca antes vistas. Descubrir este giro a mitad de nivel era una de las principales motivaciones a la hora de jugar y seguir avanzando. Showtime! no consigue, en ningún momento, ninguno de estos efectos, y no sentí motivación alguna a la hora de ver las siguientes transformaciones. En Super Mario Bros. Wonder, el momento favorito de prácticamente cualquiera que jugara era descubrir qué hacía la flor maravilla cada vez que se cogía. En Princess Peach: Showtime! el momento favorito es jugar con tu transformación favorita, la cual ya se te anticipa desde el comienzo del nivel. Como pasa con las torrijas, los buñuelos y similares en estas fechas, cada uno tiene sus favoritos, y todo lo demás podría directamente sobrar.


En un juego donde vamos repartiendo esplendor por doquier para motivar a los personajes, precisamente es esta chispa de ilusión e inspiración lo que he acabado echando en falta.




Así, Showtime! intenta un equilibrio entre plataformas, acción y puzzles otorgando partes aceptablemente inspiradas en transformaciones como la ninja o la vaquera, y anecdóticamente aburridas como las partes de detective o sirena. Creo que algunas de las mejores transformaciones darían para un juego bueno, desarrollando un poco más sus básicas mecánicas, pero esta aglomeración de diez transformaciones, sí, son diez oportunidades de brillar, pero también diez oportunidades de fallar.


¿Juego de niños?


Que Princess Peach: Showtime! es un juego para niños, es algo que llevamos escuchando desde que salieron los primeros análisis. No voy a llevar lo contraria, y la presencia de Good-Feel como desarrolladora, nacida con un fuerte objetivo educativo, es sin duda la prueba definitiva que necesitaba la Peach Detective para dar el veredicto final en su investigación.


Ahora bien, dejadme tener ciertas dudas sobre cómo ha sido realmente la historia, porque empiezo a abrazar la teoría de que Showtime! no se ideó tanto con esa idea en la cabeza. Siento que fue más bien un proceso orgánico donde, tras leer las críticas con relativamente bajas puntuaciones y detectar que el mensaje era "no eres el target", se abrazó ese punto de confort de que estamos ante un juego para niños. Veo suficientes atisbos de que este Showtime! miraba a los niños desde la inocencia casi ignorante de Nintendo, sí, pero también a un público más neutro.




La duda que me queda es, por tanto, si Princess Peach es un juego para niños -la percepción que Nintendo tiene de los niños, más específicamente- y por ello el juego es así, o si más bien el juego es así, y a consecuencia de ello el juego es para niños, ya que hay una gran diferencia en ambos escenarios.


La finura ausente de Nintendo


Jugar a Princess Peach: Showtime! es como ver un golazo por la escuadra en directo, pero al ver la repetición percibes que el balón ha rozado antes levemente en un defensa. La pelota iba a entrar, iba a ser gol igual, pero ese roce inapreciable es lo que la ha elevado los centímetros justos para que entrara por la escuadra. Todo lo que hace Princess Peach: Showtime! suele acabar en gol, pero en todos los momentos más destacados del juego, sentí que tenía que poner yo mucho de mi parte para que quedaran todo lo orgánicos que deberían ser. Las coreografías de saltos de todo Mario -y por extensión, de cualquier plataformas bien hecho-, donde sientes que todo está milimétricamente medido para no interrumpir en ningún momento el flow, quedan en este Showtime ensombrecidos de una manera alarmante. Es quizá por ello que mis transformaciones favoritas se quedaron en las de acción y no en aquellas que necesitan de precisión. Algunos ejemplos específicos de esto fueron esos momentos donde la IA que a veces te acompaña no se posiciona donde debe porque, simplemente, has llegado más rápido por la inercia de un salto, o esos otros momentos donde corres más que la cámara y en partes de persecución. Esto, aplicado a otras situaciones, pasa más de lo que considero admisible.




Tampoco me ayuda un rendimiento -Unreal Engine 4- un poco bajo en un juego que se siente peor visualmente y en cuanto a estabilidad de frames que, por ejemplo, el Super Mario Bros. Wonder al que tanto hemos mirado hoy. Quizá me pongo exquisito de más con Princess Peach: Showtime, quizá le estoy pidiendo demasiado, pero esperaba algo mucho más según los estándares que pide Nintendo, más todavía en un género donde es amo y señor desde hace varias generaciones. Que nuestros más pequeños disfruten jugando a esto -a veces creo que los infravaloramos por decir cosas así- creo que no es suficiente como para perdonarle una serie de carencias que, sinceramente, no me esperaba.


En un juego donde vamos repartiendo esplendor por doquier para motivar a los personajes, precisamente es esta chispa de ilusión e inspiración lo que he acabado echando en falta. De nuevo, deja pasar la oportunidad de darle a Peach su lugar en el mundo de Nintendo. Estoy convencido de que habrá cuarto intento, que parecerá el primero, y que muchos corregiremos a la persona de turno entre risas maliciosas y prepotentes.




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