Individuo que vive solo, ni come caliente ni juega a los bolos.
MumboJumbo nos dejó, en 2009, el que bien puede ser mi placer culpable de este año. Ya sabéis que navego entre la basura que tengo en mi biblioteca de Steam, donde la elección de un juego mediante mecanismos random me lleva a cubrir algunos espacios de ocio que otros juegos de mayor calibre no tienen cabida -en resumidas cuentas, juegos a los que juego mientras hago otras cosas-, y por ello siempre doy con algún juego que a priori no me dice mucho pero que, una vez entro, me acaba gustando. En algunos casos, como el que tenemos hoy, incluso diría que encantando.
No hay más que ver el historial de MumboJumbo para darnos cuenta del tipo de producto que tenemos delante. Un repertorio de matching games intercalados con juegos de objetos ocultos -alguno como Midnight Mysteries: The Edgar Allan Poe Conspiracy ha aparecido ya por El BloJ- y temática casual, que parece emanar al tipo de juego que podemos encontrar en móvil o en los juegos flash de antaño. Hoy tenemos zombies con bolos. Realmente no hay mucho más que explicar al respecto.
Zombie Bowl-O-Rama apuesta por una jugabilidad muy arcade donde el control de la bola es absoluto. Aunque primeramente estableceremos la dirección y potencia, durante el rodaje de la bola podemos mover el ratón para que vaya a la dirección que nos dé la gana, rompiendo cualquier lógica física y arrastrando una inercia muy generosa que nos permite conseguir esos ansiados strikes especialmente satisfactorios en este juego por unas decentes físicas de los propios zombies que actúan como bolos. Si bien esta base es lo suficientemente sólida en lo jugable como para ser un pasatiempo, la inclusión de poderes es lo que realmente le da el plus necesario para llegar a ser una experiencia recomendable.
Estos poderes se dividen en potenciadores para tu lanzamiento e impedimentos para el lanzamiento del rival. Al inicio de tu turno, podrás activar uno de estos potenciadores pero recibirás uno negativo del rival, mientras que en el turno del rival, tú le pondrás dificultades a su lanzamiento mientras que el rival activará sus potenciadores. En definitiva, un juego más estratégico de lo que parece en su capa arcade, donde se crean unas sinergias relacionadas con las mecánicas básicas muy interesantes. El reparto de poderes es extenso y sorprendentemente equilibrado, permitiéndonos desde cosas más simples como reducir o aumentar el tamaño de la bola o llenar la pista de líquidos pegajosos, hasta hacer los zombies más pesados, cambiarles su disposición o incluso lanzar un misil que, bien apuntado, sustituirá al propio lanzamiento de la bola.
El juego ofrece un modo principal, de historia -con su introducción y cinemática final y todo-, donde seis niveles con seis diferentes escenarios nos enfrentarán a una CPU de IA aceptable. Terminar este modo, por otra parte algo escaso, desbloqueará el Free Play que supone un desafío adicional, ya por nuestra cuenta sin rivales, con opciones algo más personalizables. Aparte de esto, un modo multijugador presencial, de los de pasarse el ratón, capaz de separar a las amistades más sólidas.
Suficientemente sólido como para reinar entre lo casual. Seguro que hay mejores opciones, pero desde luego, los ratos muertos que me ha dado son suficientes como para que lo valore positivamente.
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