Mete moneda y dale a leer más.
Quizá tu cerebro ha quedado anclado en un pasado donde entrar a un salón recreativo suponía atravesar una cortina de humo en la entrada propiciada por los fumadores que utilizaban tus máquinas arcade favoritas como ceniceros. Esas máquinas arcade, con esas pegatinas desgastadas por el tiempo que casi invitan al jeroglífico a la hora de vaticinar de qué máquina se trataba, componían tu inversión lúdica del momento. Por entonces casi no existían nombres, ni compañías, ni casi títulos, ni mucho menos una sensación tan arraigada de industria -todavía estamos en una fase precaria en esto, sinceramente-. Lo único que importaba era llegar al sitio y decidir, con tu moneda en tu bolsillo, cuál de los suculentos placeres, todos ellos equitativamente violentos, tragaría tu tributo para poder disfrutar, en el mejor de los casos, de una hora de diversión. La mayoría caían en los primeros cinco minutos.
Estaba la posibilidad de que la persona que estaba jugando no soportara la presión de tu mirada a sus espaldas, todavía más cuando niños de pequeño tamaño se agolpaban y se interponían incluso en la línea de visión de quien había pagado ese tributo. Era una coreografía similar a la de unos buitres esperando el fin de alguien en un soleado desierto. Selección natural. Y entonces, ocurría, la persona se sentía tan incómoda que dejaba allí los mandos, con un personaje vivo y coleando gracias a la invulnerabilidad que le dio perder esa penúltima vida, y se te traspasaba involuntariamente el honor de encarnar a ese personaje que tantas veces habías visto jugar en esa máquina tan ocupada. No importaba el sudor y el calor que desprendía el stick, y no necesitabas ningún tipo de contexto para repartir al siguiente sprite con pintas que apareciera en pantalla.
Aquello se congeló en el tiempo, como un recuerdo para toda una generación que cavó en su mente un hoyo para introducir una cápsula del tiempo que abren con demasiada frecuencia, perdiendo esa magia. Algunos viven para ese hoyo, y quedan anclados en ese discurso anciano de "antes se vivía mejor", que suele llevar detrás un clasismo y elitismo como sólo la vertiente retro de los videojuegos es capaz de proporcionar en los últimos tiempos. Otros, simplemente lo han superado, y si bien recuerdan aquellos años de explosión consolera con cariño, son conscientes de que los tiempos cambian.
Para todos ellos llega Blazing Chrome, un juego estúpidamente fácil para el jugador de la época, e inusualmente difícil para cualquiera que no haya tenido en sus manos un Contra, Probotector, Metal Slug, Gunstar Heroes o cualquiera de los héroes del run 'n gun que definieron el género en su momento. Blazing Chrome es una puerta de entrada estupenda, que funciona tanto como homenaje -rozando el plagio en algunas ocasiones- como un juego puntual para pasártelo en una misma tarde. Estamos ante gráficos de la era de las 16 bits, con filtros de pantalla que emulan pantallas de tubo y máquinas arcade con cierto encanto. Dos personajes, desbloqueables dos más de ellos, y cuatro misiones principales a elegir antes de recibir los últimos compases de cara al final. Dos modos de dificultad bastante leves con continuaciones infinitas que te invitan a desbloquear un tercero, modo experto, donde la dificultad se adapta más a lo que entendemos como dificultad de la época.
Con todo esto, Blazing Chrome apuesta claramente por una primera partida tutorial donde se te presenta lo básico del juego, para empezar a desbloquear posteriormente la totalidad del mismo. Además de todo lo mencionado, contamos con un siempre útil Boss Rush que sirve tanto para pulverizar leaderboards como para memorizar patrones de cara a un posible enfrentamiento final. Los bosses, sin duda principal aliciente del juego, suponen enfrentarse a coreografías de balas bastante predecibles que invitan a poder acabar con ellos a la primera sin demasiadas sorpresas, pero a la misma vez son lo suficientemente variados como para poder llevarse varias vidas durante la batalla. Aquí contará mucho la experiencia, para alguien que ha consumido muchos de estos juegos, Blazing Chrome puede resultar un paseo.
Por si queréis echar un vistazo, aquí tenéis el Boss Rush entero que os dará buena idea de lo que podéis encontrar en el juego.
Es un juego en general variado, pero a la misma vez es poco original. Le faltan secciones diferentes, bosses algo más imaginativos y partes de creatividad en general. No habla muy bien de Blazing Chrome el hecho de que jamás se acerque a juegos como Probotector o Gunstar Heroes en creatividad, juegos de hace décadas que ni siquiera necesitaban de gran ingenio para triunfar cuando ahora es precisamente el ser diferente lo único que te permite desmarcarte entre tanto juego. Blazing Chrome es 90 % homenaje y 10 % juego, y eso lo paga caro. Es más, acaba pareciendo un juego preso de sí mismo, al utilizar tan sólo un botón de saltar y otro de disparar e incluir maniobras como la voltereta implementadas en el mismo botón que saltar, cuando tienes el resto del mando libre para introducir más controles. Esta voltereta, por ejemplo, anula la posibilidad de bajar a una plataforma situada debajo de ti tal y como se hace en el resto de run 'n guns clásicos de los que bebe tanto. Ni siquiera tiene inspiración en las armas, al usar tan sólo cuatro -ambos personajes principales usan las mismas, mientras que los dos desbloqueables utilizan ataques melee-. Eché muy de menos, por ejemplo, un disparo en escopeta.
Blazing Chrome funciona como lo que es, un homenaje y un boss rush con pequeños tramos de plataformeo, una dificultad adaptada a nuestros tiempos, lo cual no me importó pero entiendo que a un gran porcentaje de jugadores de Blazing Chrome sí, y una sensación de juego demasiado puntual, demasiado restringido por normas del pasado.
Reacciones de la comunidad a Blazing Chrome
Quizá tu cerebro ha quedado anclado en un pasado donde entrar a un salón recreativo suponía atravesar una cortina de humo en la entrada propiciada por los fumadores que utilizaban tus máquinas arcade favoritas como ceniceros. Esas máquinas arcade, con esas pegatinas desgastadas por el tiempo que casi invitan al jeroglífico a la hora de vaticinar de qué máquina se trataba, componían tu inversión lúdica del momento. Por entonces casi no existían nombres, ni compañías, ni casi títulos, ni mucho menos una sensación tan arraigada de industria -todavía estamos en una fase precaria en esto, sinceramente-. Lo único que importaba era llegar al sitio y decidir, con tu moneda en tu bolsillo, cuál de los suculentos placeres, todos ellos equitativamente violentos, tragaría tu tributo para poder disfrutar, en el mejor de los casos, de una hora de diversión. La mayoría caían en los primeros cinco minutos.
Estaba la posibilidad de que la persona que estaba jugando no soportara la presión de tu mirada a sus espaldas, todavía más cuando niños de pequeño tamaño se agolpaban y se interponían incluso en la línea de visión de quien había pagado ese tributo. Era una coreografía similar a la de unos buitres esperando el fin de alguien en un soleado desierto. Selección natural. Y entonces, ocurría, la persona se sentía tan incómoda que dejaba allí los mandos, con un personaje vivo y coleando gracias a la invulnerabilidad que le dio perder esa penúltima vida, y se te traspasaba involuntariamente el honor de encarnar a ese personaje que tantas veces habías visto jugar en esa máquina tan ocupada. No importaba el sudor y el calor que desprendía el stick, y no necesitabas ningún tipo de contexto para repartir al siguiente sprite con pintas que apareciera en pantalla.
Aquello se congeló en el tiempo, como un recuerdo para toda una generación que cavó en su mente un hoyo para introducir una cápsula del tiempo que abren con demasiada frecuencia, perdiendo esa magia. Algunos viven para ese hoyo, y quedan anclados en ese discurso anciano de "antes se vivía mejor", que suele llevar detrás un clasismo y elitismo como sólo la vertiente retro de los videojuegos es capaz de proporcionar en los últimos tiempos. Otros, simplemente lo han superado, y si bien recuerdan aquellos años de explosión consolera con cariño, son conscientes de que los tiempos cambian.
Los salones recreativos poco tienen que ver con lo que existía por entonces |
Para todos ellos llega Blazing Chrome, un juego estúpidamente fácil para el jugador de la época, e inusualmente difícil para cualquiera que no haya tenido en sus manos un Contra, Probotector, Metal Slug, Gunstar Heroes o cualquiera de los héroes del run 'n gun que definieron el género en su momento. Blazing Chrome es una puerta de entrada estupenda, que funciona tanto como homenaje -rozando el plagio en algunas ocasiones- como un juego puntual para pasártelo en una misma tarde. Estamos ante gráficos de la era de las 16 bits, con filtros de pantalla que emulan pantallas de tubo y máquinas arcade con cierto encanto. Dos personajes, desbloqueables dos más de ellos, y cuatro misiones principales a elegir antes de recibir los últimos compases de cara al final. Dos modos de dificultad bastante leves con continuaciones infinitas que te invitan a desbloquear un tercero, modo experto, donde la dificultad se adapta más a lo que entendemos como dificultad de la época.
Con todo esto, Blazing Chrome apuesta claramente por una primera partida tutorial donde se te presenta lo básico del juego, para empezar a desbloquear posteriormente la totalidad del mismo. Además de todo lo mencionado, contamos con un siempre útil Boss Rush que sirve tanto para pulverizar leaderboards como para memorizar patrones de cara a un posible enfrentamiento final. Los bosses, sin duda principal aliciente del juego, suponen enfrentarse a coreografías de balas bastante predecibles que invitan a poder acabar con ellos a la primera sin demasiadas sorpresas, pero a la misma vez son lo suficientemente variados como para poder llevarse varias vidas durante la batalla. Aquí contará mucho la experiencia, para alguien que ha consumido muchos de estos juegos, Blazing Chrome puede resultar un paseo.
Por si queréis echar un vistazo, aquí tenéis el Boss Rush entero que os dará buena idea de lo que podéis encontrar en el juego.
Es un juego en general variado, pero a la misma vez es poco original. Le faltan secciones diferentes, bosses algo más imaginativos y partes de creatividad en general. No habla muy bien de Blazing Chrome el hecho de que jamás se acerque a juegos como Probotector o Gunstar Heroes en creatividad, juegos de hace décadas que ni siquiera necesitaban de gran ingenio para triunfar cuando ahora es precisamente el ser diferente lo único que te permite desmarcarte entre tanto juego. Blazing Chrome es 90 % homenaje y 10 % juego, y eso lo paga caro. Es más, acaba pareciendo un juego preso de sí mismo, al utilizar tan sólo un botón de saltar y otro de disparar e incluir maniobras como la voltereta implementadas en el mismo botón que saltar, cuando tienes el resto del mando libre para introducir más controles. Esta voltereta, por ejemplo, anula la posibilidad de bajar a una plataforma situada debajo de ti tal y como se hace en el resto de run 'n guns clásicos de los que bebe tanto. Ni siquiera tiene inspiración en las armas, al usar tan sólo cuatro -ambos personajes principales usan las mismas, mientras que los dos desbloqueables utilizan ataques melee-. Eché muy de menos, por ejemplo, un disparo en escopeta.
Blazing Chrome funciona como lo que es, un homenaje y un boss rush con pequeños tramos de plataformeo, una dificultad adaptada a nuestros tiempos, lo cual no me importó pero entiendo que a un gran porcentaje de jugadores de Blazing Chrome sí, y una sensación de juego demasiado puntual, demasiado restringido por normas del pasado.
Reacciones de la comunidad a Blazing Chrome
Sólo complete primer nivel (sólo y en co-op), es bastante impresionante, aunque también te va exigiendo harto como jugador en los siguientes niveles.— Zhols 🎮 (@ZholsC) February 27, 2020
Jugado, pasado y hasta le hice un análisis en el podcast, juegazo!— Indieteca Podcast (@IndietecaP) February 27, 2020
Lo de los botones,creo que es más porque no solo es un juego de 16 bits.
ResponderEliminarSon 16 bits segueros,de 3 botones.Kinda.
Sí, pero teniendo hoy en día tanto botón a mano, limitarse a dos como si eso fuera una Master System puede sonar muy romántico pero es poco productivo, sobre todo cuando el juego deja patente que necesita la opción de saltar de una plataforma hacia abajo en alguna ocasión. En cualquier caso, es algo anecdótico.
EliminarGracias por tu comentario! ^^
Pues yo creo que lo han creado pensando en las máquinas recreativas de los 80, en las que solo había 2 o 3 botones, y no se han complicado la vida.
ResponderEliminarApuesto por un Blazing Chrome 2 con muchas mejoras, dado el éxito que ha tenido el juego.
Lo de la dificultad no lo veo un problema, siempre que la máxima dificultad esté a la altura.
Pero si apuestas por un sistema de dos botones y metes funciones especiales como voltereta... ¡no diseñes los niveles para que parezca que puedas hacer cosas que no puedes!
EliminarOjalá Blazing Chrome 2.
Bravo,bravisimo...Me ha encantado esta entrada.No solo por las retrovibes que siempre me vienen bien sino por el juego en si y las sensaciones que busca revivir. Toda esa onda Contra uuuff...Disfruté mucho del Super Cyborg y ahora de pronto quizás pueda darle amor a este Blazing Chrome. Ojito al spot tan ochentero/noventero que hicieron como promoción del juego😆. Saluditos!!
ResponderEliminarYa dirás qué te pareció el juego!
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