Darksiders II

Estoy muy triste.

¿Cómo un juego que me gustó tantísimo como el primer Darksiders -con una de las notas más altas de este BloJ- puede tener una secuela que me dejara tan triste? La cosa va más allá, y es que probé el juego en cuanto salió de las ganas que le tenía y lo abandoné al 60 % o así por sentir que no tenía ganas de jugarlo. No disfrutaba con él en exceso y sentía que estaba desaprovechando un auténtico juegazo.

Así que dejé pasar el tiempo. Lo dejé pasar y olvidé esas sensaciones por completo. Volví a sentir unas ganas locas de jugarlo, de tener paciencia con él y de dedicarle todo lo que necesita, lo cual se resume a paciencia. Así que llegó el momento, la excusa era perfecta con una televisión gigante de resolución escandalosa y... volví a sentir tristeza.

Muerte cabalgando sobre Desesperación

No me malinterpretéis, Darksiders II es un gran juego. "Gran" en un sentido además muy literal. En ningún momento me pareció que superara como videojuego al primero, pero también iba con la idea en la cabeza de que eso jamás podría pasar, así que ni siquiera puedo catalogar Darksiders II como decepción. Es un juego muy grande, con unos escenarios exageradamente vistosos a la altura en muchas ocasiones de aquellos parajes tan enormes de Shadow of the Colossus. No es casualidad que se me venga este juego a la cabeza cuando hay momentos de una grandeza -como digo literal- que recuerdan a dicha obra de arte -aunque quitadle cualquier ingrediente de epicidad con respecto a dicho juego-. Escenarios grandes creados para seres grandes que tienen una altura cercana a los 10 metros. Los "hacedores" han creado estos mundos, y debido a su altura todo es muy basto, y en todo momento nos sentiremos como si estuviéramos protagonizando la adaptación de la película Cariño He Encogido a los Niños.

Esto es ingame. Sin trampa ni cartón

Gráficamente es titánico, y aunque sea poco variado -ahora le damos un palito a esto- el diseño es embriagador. Más que embriagador diría imponente, porque cada vez que se llega a una nueva zona uno no sabe por dónde empezar a curiosear. Es de esos juegos donde miras a un punto concreto, apartas la mirada y vuelves a mirar y descubres nuevas cosas de la cantidad de detalle que hay.

Haced click, porque no es lo suficientemente titánico así

Pero -y empezamos a inaugurar los palos- Darksiders II sufre uno de los problemas del "realismo" de la generación: es un juego gris. Gris, o marrón, no me importa, pero la vida real tiene colores mucho más bonitos de los que vemos aquí. Al gris estándar hay que unirle la piedra como único recurso arquitectónico. Si bien hay parajes de gran belleza al juego le falta mucha variedad, y sobre todo mucho más personalidad en unas mazmorras que parecen todas iguales. Todas igual de grises y aburridas. Además, la cosa es más grave en el momento en el que Darksiders II presenta varias realidades/dimensiones en forma de mundos a recorrer. Cuando esto ocurre, uno espera al menos gran variedad de un mundo a otro, pero no es todo lo acertado en esto que debería ser.

La saga, sin tener muy claro su rumbo

Las mencionadas mazmorras no sólo son todas estéticamente muy similares, oscuras y faltas de vida, sino que son poco agradecidas con el jugador. Son mazmorras donde el mapa te va a servir de muy poco, porque suelen contener varios pisos que tendremos que subir y bajar para llegar a la salida. Más que mazmorras horizontales de un par de pisos encontramos mazmorras verticales donde orientarse es casi imposible. Muy recomendable tener memoria y completar estas mazmorras dependiendo de nuestra propia organización que relegar a un mapa que rara vez nos será útil. Además, el mapa del mundo tampoco es el mejor posible, y no hay manera de comprobar qué tesoros nos hemos dejado en una mazmorra a menos que vayamos a ella a propósito y nos aparezca el mapa.

Porque es un juego largo y lleno de misiones. Misiones que nos harán cabalgar mucho por un mundo enorme que entra por los ojos de una manera muy épica pero que a la hora de recorrerlo varias veces en busca de los coleccionables y misiones secundarias resulta bastante tedioso. Además, la historia tampoco es que tenga un avance titánico con respecto a lo que ocurría en el primer juego de la saga, y muchas veces parece que tiene el desarrollo argumental de un spin off. En definitiva, muchas horas de juego haciendo misiones secundarias muy poco reconfortantes y con una historia que no avanza como debería.

Secretos y ultrasecretos al servicio de los aburridos

Para terminar, en su vertiente hack and slash también existen fallos. Sin ir más lejos, hacía muchos años que no me encontraba con un juego que tuviera tantos problemas de cámara y de fijación de objetivos. No son fallos puntuales, son fallos que ocurren una de cada tres veces y eso es demasiado para un juego así. Morirás muchas veces simplemente porque el juego no entiende al jugador a la hora de luchar como sí han demostrado otros del género.

Casi mejor jugarlo sin fijar objetivos

Pero Darksiders también destacó por su vertiente puzlera, quizá bastante inesperada. Es el rasgo que hace que podamos definir a Darksiders -y Darksiders II- como un Zelda. Puzles lo suficientemente ingeniosos como para no ser difíciles pero sí originales. Es verdad que en esta secuela se ha perdido la chispa, porque la mayoría de artefactos que usaremos serán los mismos que en la primera entrega, pero los pocos añadidos que hay le siguen dando una frescura muy recomendable que va a favor del juego.

El parte-almas sube un escalón la vertiente puzlera de Darksiders II

Darksiders II es el ejemplo de que grande no significa mejor. El primero era más humilde, más "recogido" que diríamos por aquí, y era mejor. Era uno de esos juegos que daba gusto completar con todos los secretos porque el propio juego estaba ideado para tal. En cambio si eres uno de estos jugadores completistas, en Darksiders II lo tienes muy jodido. Por sus estúpidos coleccionables del tipo "encuentra cincuenta piedras" y por la disposición de las mazmorras que no invita a regresar a ellas a por los cofres que no podían abrirse en primer lugar. Es un buen juego para disfrutarlo sin más, pero profundizar en él te acerca más a la pesadilla que a la satisfacción.