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25 sept 2025

BLUE PRINCE TE PIDE DEMASIADO - ANÁLISIS


Las cuatro fases de todo jugador de Blue Prince.




Cuando lees sobre Blue Prince, creo que es casi más importante conocer el contexto de quien habla que cómo habla del juego en sí. Creo que la experiencia a través del contexto queda increíblemente condicionada, ofreciendo resultados diametralmente opuestos. Soy casi incapaz de haceros un análisis apropiado de Blue Prince, porque es un juego que pide muchísimo de ti a cambio de quizá no tanto. Es más el viaje que la conclusión, si es que este juego tiene una conclusión como tal. Es más el sentir el avance que lo que luego realmente obtienes. Mi partida de Blue Prince ha durado mucho, más de lo que hubiera durado si lo hubiera jugado solo. Lo jugué en pareja, que siempre tiene más emoción para luego echarse en cara lo de "te lo dije". Deporte de riesgo, pero claramente ha sido una mejor experiencia que recomiendo a todos, si tenéis esa suerte. También me imagino el universo paralelo donde hubiera jugado Blue Prince a través de copia de prensa y lo injusto que hubiera sido con él, por haber acabado haciendo un análisis solo de la punta del iceberg, o ni siquiera haber llegado a eso.


Porque sí, Blue Prince te presenta un objetivo, pero ese objetivo no es más que un pequeño principio desde donde se desarrolla el resto del juego. Supongo que puedo decir que, si has llegado a los créditos y tu siguiente paso ha sido desinstalarlo, te habrás llevado una bonita demo de Blue Prince que refleja lo que es el juego, pero habrás dejado de lado tantas cosas que te invitaría a replantearte eso de que te lo has pasado. Por supuesto, haber escarbado sobre esa superficie es válido, es un lugar donde te puedes quedar y tu experiencia habrá sido satisfactoria -diría que incluso más que el haberte metido de cabeza-. Claro, también es difícil bajarse sin más cuando probablemente también tendrás una libreta llena de apuntes con enigmas que no has resuelto. Si decides seguir adelante, encontrarás el resto del monstruo, el cual te tiene guardados numerosos momentos de los que se quedan grabados en tu retina, al igual que otras tantas decepciones que convierten lo que esperabas como una traca final en un petardillo de fiesta de barrio.




No todo son piropos. Sin duda compensa, pero si algo es Blue Prince, es un juego desagradecido con el jugador. Muchas, demasiadas veces, resolver un puzle que te ha tenido pensando 40 horas tiene como recompensa otro puzle que te tendrá pensando otras decenas más, junto a, con suerte, una pequeña limosna que te facilitará un poquito la vida. También se dio el caso de un puzle atascado durante mucho tiempo, que al finalizarlo me dio una pista de algo que ya había conseguido de otra manera. El palo y la zanahoria, con un punto de "a estas alturas no voy a bajarme del carro" que te hará pasar más tiempo en Blue Prince del que quizá hubieras pensado y del que, en el fondo, creo que merece.


Viendo un poco el sentir general y comparado con cómo ha sido nuestra partida, creo que puedo establecer una serie de cuatro fases por las que han pasado todos los jugadores de Blue Prince -al menos los que han seguido jugando- que se diferencian muy bien entre sí por otorgar sentimientos bien diversos.




Primera fase: negación de la lógica


Tras unas primeras partidas de toma de contacto, el jugador tiene claro un objetivo pero a la misma vez siente que está sujeto a demasiadas variables que no controla. La sensación de descubrimiento torna en frustración, y la obsesión con llegar al final empuja al jugador a ver el árbol pero no el bosque. Es curioso, porque Blue Prince otorga la primera gran etapa de frustración al principio, haciéndole ver al jugador que está sujeto a la pura aleatoriedad a la hora de conseguir los objetivos que se propone. "¿Cómo voy a hacer esto si necesito esta combinación concreta?". Incluso los más viejos en esto de los videojuegos somos capaces de dudar, porque realmente Blue Prince parece, en muchas ocasiones, que está mal diseñado. No lo está, en absoluto, pero esta frustración puede llevarte a pensar que quizá el desarrollador no ha contemplado las posibilidades y estás dependiendo todo el rato de una tirada de dados. Muchos jugadores se bajan en este momento, lo cual es comprensivo, y algunos incluso cumplen el objetivo de llegar a la última habitación y terminan el juego con la sensación de que ha estado sujeto a la suerte y a las reglas del rogue-like, cuando Blue Prince pone por medio suficientes mecanismos como para que no sea así.




Segunda fase: no eras tú, era yo


Llega un momento en el que tienes que cambiar el chip. Un momento en el que, tras haber bombardeado tu propia mente con que el objetivo principal está claro, te replanteas todo y empiezas a asimilar que la partida buena no es aquella en la que te has quedado más cerca de la habitación 46, sino aquella en la que has descubierto algo nuevo. Una pieza de información, una mejora continua, un avance propiamente dicho, hasta el punto de que la habitación 46 deja de ser tu objetivo. Cada partida empieza a suponer una pequeña victoria, y en lugar de jugar por ti mismo, juegas por tu yo del mañana que sonríe cada vez que empieza la partida con alguna de las ventajas que le dejaste en el pasado. Así, empiezas a encajar las piezas y entender que todo el juego busca, precisamente, que te escudes de la aleatoriedad, que tengas recursos para combatirla y, sobre todo, una enorme capacidad de adaptación para virar de objetivos a mitad de partida con el fin de facilitarte la cosa al medio plazo. De esta manera, no tardarás en encadenar las suficientes victorias como para, en una de esas, llegar a la Habitación 46.




Tercera fase: ahora empieza el juego


Y así, ves los créditos, pero hay más. Esto no es un spoiler propiamente dicho. Creo que decir que hay mucho más de lo que parece es algo tan obvio como decir que es un juego de puzles, porque lo normal es que, mientras que revisas los créditos, estés echando un ojo a tu libreta con un millón de acertijos y dudas que no han sido resueltas. Sí, hay más después, y es entonces cuando sientes que empieza el juego. Como todo buen rogue-like, es en este momento cuando no paras de tener sucesivas victorias y pensar aquello de "¿cómo podía no llegar al final antes con lo fácil que es esto?". Los micropuzles de la casa empiezan a convertirse en macropuzles, y todos los engranajes empiezan a girar de manera que te has alineado perfectamente con el lenguaje de Blue Prince, de una manera que casi podríamos decir que es literal. Vas avanzando, vas completando cada reto que se te pone por delante y cada final parece un nuevo principio, hasta que...




Cuarta fase: bajada de brazos


... el juego acaba descabalgando. Aquí, cada uno habrá llegado a un punto concreto, pero una de las verdaderas virtudes de Blue Prince consiste en la capacidad de adaptación, en empezar el día con la idea de perseguir uno de los enigmas, pero virar rápidamente a otro porque se te ha puesto a tiro. Blue Prince, aunque lo parezca, no es infinito, y llega un punto en el que se te quedan en el tintero simplemente un par de enigmas. Estos enigmas, si además tu lengua nativa no es el inglés, quedan sujetos a juegos de palabras y otros esguinces mentales que empiezas a sentir que no dependen tanto de tu habilidad intelectual sino de haber adquirido o no más conocimientos. Al final, empiezas a echar partidas vacías, con tan solo un par de puzles por delante para resolver que, como digo, sientes que no puedes. En ese momento, bajas los brazos y, sintiendo que no te queda mucho, decides ir a consultar la solución.


Pero no era así, te quedaba mucho, muchísimo.


¿Sentiste tras ver los créditos y seguir jugando que la gente había abandonado Blue Prince demasiado pronto y que había visto solo la punta del iceberg? Pues que sepas que seguías en la punta del iceberg. A pesar de haber resuelto la mayoría de enigmas, a pesar de sentir que estaba prácticamente al final de todo, Blue Prince seguía guardando un gran trozo de contenido para nosotros. Fue entonces cuando, ya rendidos, empezamos a buscar todas las soluciones -las cuales confirmamos que jamás hubiéramos podido descifrar- para encontrar un juego todavía más grande de lo que parecía, donde las cerca de cien horas que llevábamos no eran suficientes. Por desgracia, los puzles empiezan a dejar de hacer gracia para convertirse en algo demasiado obtuso, hasta el punto de sentir que solo tenían sentido en la mente del desarrollador. No en vano, Blue Prince se ha acabado considerando un juego colaborativo, donde el descubrimiento de uno es el descubrimiento de todos, y donde todavía a día de hoy se siguen encontrando misterios. Me gusta esa experiencia social, pero a la misma vez, siento que Blue Prince no te da todas las herramientas para que puedas avanzar por ti mismo. Puedes desentramar una parte, puedes avanzar muy lejos, pero llega un punto en el que los astros han de alinearse como para que de verdad seas capaz de adivinar absolutamente todo lo que hay en el juego, más teniendo en cuenta lo sufrido que es Blue Prince en temas de calidad de vida. Al final, tras ver todo el contenido restante a través de guías y vídeos, ni siquiera tuve una sensación de que mereciera la pena el sobresfuerzo.




Blue Prince podría ser mejor, podría intentar narrar su intrahistoria de una manera un poco más clara, podría no forzarte tanto a escribir y a leer y releer textos en busca de pruebas -no tienes un archivo donde consultar las notas que vas encontrando-, podría mejorar un poco sus recompensas al acabar cada puzle y, ya que estoy pidiendo cosas, podría haber metido algún tipo de grabado manual que no te obligara a estar secuestrado, si la partida va bien, durante tres y hasta cuatro horas con facilidad. No tiene sentido dejar de vivir para jugar, cuando precisamente la mayoría jugamos precisamente para sentir que vivimos.


Siento que, de alguna manera, no se es un genio diseñando puzles por hacerlos más complicados, sino por hacerlos más satisfactorios a la hora de resolverlos, y aquí eso no ocurre. Con todo y con eso, no solo estamos ante el mejor juego de puzles del año, sino también ante uno que claramente ha definido mi año. Otro se llevará el GOTY, ya os quito la posibilidad de lo contrario, pero va a ganar algo que es todavía más importante, porque cuando piense en mi vida, dentro de unos años, 2025 habrá sido el año en el que jugamos juntos a Blue Prince.



Jugado en PC a través de la suscripción a Xbox Game Pass Ultimate.

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