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11 nov 2022

WANDERSONG - DE JUEGOS FELICES - ANÁLISIS


Necesitamos más juegos felices en el mundo.




Estamos acostumbrados a lidiar con juegos que tienen detrás problemas que se suelen afrontar con sacrificios. Juegos basados en historias normalmente profundas, que tocan temas de una manera muy seria. Quizá todo se deriva del arte que intenta, entre otras cosas, representar aquella parte de nuestro subconsciente que intenta prepararse para lo peor. Somos seres pesimistas que necesitamos, por una herencia ancestral, estar preparados ante cualquier peligro, y el arte parece una manifestación de todas estas sensaciones. En los videojuegos, como no podía ser de otra manera, pasa lo mismo.



Wandersong es un juego feliz. Esta descripción, tan simple y directa, no nos dice tanto del propio Wandersong como del resto de videojuegos. Es curioso tener que lanzar una definición tan poco concreta para identificar a Wandersong entre la multitud de juegos puzle-plataformas que hay en el mercado. No, no estamos tampoco ante ese juego de puzles basado en físicas como tal, sino en una especie de mezcla de juego de aventura narrativa con toque musical, con algunos interludios de plataformas por el camino. Varias ideas, de alguna manera no encajadas entre sí pero que forman parte de un todo, y que convierten a Wandersong en un juego difícil de encasillar, tal y como fuera Pikuniku (2019), el cual echaba todos su puntos en la comedia, otro de esos géneros todavía por desarrollar dentro del mundo de los videojuegos.


Wandersong no es un juego trascendental, pero de la misma manera que la mayoría de cosas en la vida que más se disfrutan.


En este caso, Greg Lobanov fue el encargado de dejarnos esta experiencia inusual en 2018, donde interpretaremos a un bardo en una gesta por encontrar la canción que salvará al mundo de su destrucción. Un personaje levemente acomplejado por no haber sido capaz de blandir la espada destinada a salvar a la humanidad y liberarla de sus problemas, pero que tendrá en su voz su principal arma. Por el camino, conocerá a multitud de estridentes personajes a los que, con su cantar, ayudará de diversas maneras.


Greg Lobanov presenta una idea básica, y la explota en cada uno de los capítulos que componen Wandersong. Se retuercen mucho las mecánicas, con ideas más propias de un juego que parece una secuela de una base ya asentada. Quizá le ha faltado meter tijera, porque se me hizo un tanto largo incluso disfrutando de cada uno de los giros jugables que va presentando, ya que es un juego que se acerca a las 10 horas dentro de un subgénero que rara vez supera las 5.




Su apartado artístico es un reflejo de su propio concepto, y basta con definirlo y observarlo para hacer una valoración del juego. Un aspecto visual con buen gusto, simple pero indescriptiblemente efectivo. Un minimalismo estético que choca con una fuerte apuesta visual que denota orgullo y valentía por delante de bajo presupuesto. Un juego que consigue encontrar una personalidad que no esperas cuando empiezas, sobre todo si tienes en tu haber otros tantos títulos indies de este aroma. Wandersong no es un juego trascendental, pero de la misma manera que la mayoría de cosas en la vida que más se disfrutan.




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