ME HA LLEGADO EL CASIMUERTISMO (Y ACTUALIZACIÓN DE AQJQQJ)

Estoy en crisis. Estoy en una gran crisis.

Mi último juego terminado ha sido Marvel's Spider-Man, cuyo análisis tendréis pronto -espero- por aquí. Ya de por sí se me hizo un poco de bola completarlo, porque ya sabéis que tengo el espíritu completista que hace que los juegos persigueiconos sean para mí una prueba de fuego, y pasar a 100 metros de uno de ellos y no desviarme de la trama principal para marcar el tick en la casilla de completado, supone para mí un esfuerzo como no imagináis. Mis últimas puntuaciones de los juegos completados también alertaban de la catástrofe, con una enorme cantidad de 6 y 5.5 que vienen a decir que, sí, me gusta lo que juego, pero está lejos de cambiarme la vida.

El momento clave de todo esto ha sido la aparición de Death Stranding en PC. Un juego que se ha tirado un año y pico en mi lista de deseados, y que siempre me apeteció jugar en su versión original en lugar de su Director's Cut que, había escuchado, rompe la experiencia por completo. Dicho y hecho: Phil Spencer escucha mis deseos y me anuncian Death Stranding para Game Pass de PC, en su versión original. Si además lleváis años moviéndoos en PC, sabréis que una de las grandes maldiciones que tenemos es no poder disfrutar de la obra de Hideo Kojima más allá de algunas pinceladas salpicadas. Contento e ilusionado como pocas veces, comencé Death Stranding, incluso sabiendo a lo que me atenía, para comprobar que iba a caer en ese pozo de gente que no entendía cómo era posible haber hecho un juego con semejantes ideas jugables. Atraído por la historia y su universo en todo momento, jugué lo suficiente para comprobar que ni las partes de walking simulator, ni las horrendas partes de sigilo, iban a justificarme una partida de 30 horas sólo por ver una historia que me pareció enigámtica, tal y como por otra parte esperaba. Decidí pues aceptar lo que estaba pasando, que no me gustaba Death Stranding, o mejor dicho, que quizá simplemente no es para mí. No me veréis criticar al juego como tal, pero mi experiencia fue la de una de las mayores decepciones que he tenido en toda la historia de los videojuegos.

¿Qué pasó después? Bueno, poca cosa. Immortality salió en Game Pass y con él estoy, y ahí no tengo crisis videojueguil alguna, porque bueno, no acaba de ser un videojuego. También le estoy dando fuerte a la Mega Drive, concretamente X-Men, Disney's Bonkers y Lethal Enforcers han pasado estos últimos días por mis manos además de mis esporádicos Street Fighter. Dentro de poco también veréis cierta intensidad en análisis de dicha consola, la cual he desenterrado y colocado de vuelta en una estantería para tenerla operativa. También he jugado estos días a Remothered: Tormented Fathers, pero eso fue en directo en el canal de Twitch. Todos estos análisis irán saliendo, ya os adelanto que con puntuación positiva, en las próximas semanas. En definitiva, todo pequeños paréntesis que en ningún momento cuentan como títulos a los que estoy jugando como tal, o juegos titulares si preferís llamarlo así.

Mis dos últimos intentos de jugar a algo han sido duros fracasos. El primero de ellos, también con ilusión, el Shin Chan: Mi Verano con el Profesor. Un juego que, la verdad, podría haber disfrutado mucho de no ser porque es un juego que hay que jugar sí o sí en verano, y en PC nos lo han traído un frío y poco veraniego 31 de agosto. Vamos, una broma de mal gusto. Tras un par de horas jugando y otras tantas viendo cuánto cuestan unos billetes de avión para cambiar de hemisferio y jugarlo así en verano, decidí que me salía más a cuenta esperarme al verano de 2023, momento en el que, seamos sinceros, habré olvidado por completo la existencia de este título.

La última víctima me la cobré ayer. Teniendo en cuenta que ahora mismo vivo por y para la llegada de Persona 5 en octubre, momento en el que dejaré aparcada toda mi vida para jugarlo, pensé que sería buena opción meterme en algo como Immortals: Fenyx Rising, el Breath of the Wild de Ubisoft que, con unas dosis de Assassin's Creed, se acababa convirtiendo en un título que casa de alguna manera con la Ubisoft de antaño. Cuando vi que la interfaz no era del todo amigable y que, sobre todo, estaba jugando a un clon de Breath of the Wild, no me vi echando mi último mes A.P. (Antes de Persona) en él. Porque no me perdonaría haber corrido demasiado en Breath of the Wild por acabarlo, estropeándomelo un poquito, para invertir ahora ese tiempo en Immortals: Fenyx Rising cuando es un clon mucho más descarado de lo que me esperaba. Sinceramente, le perdonaría a un juego AA humilde que sea un clon de Breath of the Wild, pero teniendo a Ubisoft detrás, me parece bastante señalable el casi nulo aporte a la fórmula Breath of the Wild, a pesar de que el tiempo que jugué no me pareció un mal juego.

Así pues, hacía mucho tiempo que no estaba en una profunda crisis videojueguil como la que tengo ahora. Soy alguien que termina la inmensísima mayoría de juegos que empieza. Ahora bien, quizá vosotros podáis salvarme de todo esto, porque se avecina un nuevo ¿A Qué Juego Quieres que Juegue? La verdad es que probablemente esté cometiendo un error, porque hacer algo así en una crisis como esta solo puede significar que puedo estropear la edición, pero por algún motivo, me apetece hacerlo ya. De hecho, la entrada está escrita, y si no ha sido publicada ya es porque estoy esperando a que pase el Tokyo Game Show que puede que cubramos por estos lares al igual que anteriores eventos -no está decidido-. Calculad pues, para la segunda mitad de septiembre, como el inicio del nuevo ¿A Qué Juego Quieres que Juegue?

Mientras tanto, tendré que ingeniármelas para encontrar un videojuego que me salve de esta profunda depresión. ¿Qué caballero de ceño fruncido será mi salvador?