Enlazamos historias de abuelo cebolleta con la actividad videojueguil.
No me negaréis que el videoclub tenía una magia inusitada. Llegabas ahí y todas tus películas favoritas tenían la etiqueta de "alquilada". La cosa era tan grave que a veces te planteabas si el dueño te estaba tomando el pelo, más todavía cuando a la hora de entregar la película de turno, él estaba viendo una de esas películas en su tele de tubo. Ni siquiera comprobaba tu carné de socio porque no despegaba los ojos de la pantalla.
Los videoclubs morían y se relegaban a pequeñas tiendas de barrio donde se producía una amalgama de películas-videojuegos en muchas ocasiones, y ya en las fases finales, en lugares donde pasar tus cintas VHS a diversos formatos digitales y no tan digitales. Todavía quedan algunos valientes que viven de... ¿de qué? Nadie lo sabe. Pero aunque los videoclubs ahora no son más que lugares que apilan cartones y discos con ese azul descolorido de haber estado al sol en el escaparate, su esencia está más viva que nunca.
¿Esto no era una página sobre videojuegos? Sí, sí que lo es, aunque lo que vamos a tratar hoy también se puede aplicar al mundo del cine. Bienvenidos al presente. Bienvenidos a las suscripciones.
El espíritu del videoclub ha vuelto. Muchos lo echábamos de menos. Llegó un punto tan salvaje de "libertad" de contenido que la cantidad de juegos disponibles era un insulto. Ahora mismo, más de 5.000 juegos aparecen en mi biblioteca de Steam. Las posibilidades a la hora de elegir un juego eran casi infinitas, y esto tenía unas consecuencias muy positivas para la industria que ahora después también tocaremos, pero no fueron pocas las veces que me encontré con la mirada al infinito haciendo scrolling por toda la biblioteca pensando "¿a qué juego?".
Las suscripciones llegaron. Game Pass, Origin Access, Apple Arcade y más recientemente Uplay+ y la salida de Stadia entre otras definen el mundo de los videjuegos actual en muchos hogares, y con ellas, un catálogo de juegos reducido, selecto y conciso, muchas veces buscando la conveniencia. La vuelta al videoclub, la magia de elegir un juego entre varios títulos sin tener que navegar por bibliotecas eternas que se asemejan más al bulto del carrito del Mediamarkt de juegos a 1€ que a las estanterías colocadas en orden minucioso.
Esta magia de videoclub, de verte limitado a elegir un juego entre un rango mucho menor, tiene un especial encanto, pero también tiene consecuencias muy duras para los desarrolladores pequeños. La gente está perdiendo la personalidad, yo el primero. Con estos modelos es difícil sumergirse y encontrar joyas ocultas, y lo que presenciamos realmente es una alienación de los usuarios que juegan a las mismas cosas en los mismos meses. Se abre ante nosotros una cantidad enorme de sendas para recorrer el mundo de los videojuegos, pero todas ellas están valladas y lo que queda fuera de ellas pasa a lo inaccesible.
No sólo esto, el desarrollador pequeño con ideas queda fuera de juego. Tu juego ya tiene que ser impactante para que aparezca en un catálogo así. Y voy más allá, este sistema capa ideas, capa intenciones y motivaciones de unos desarrolladores que, reduciendo todo a un mundo con suscripciones, asesinarían sus propios conceptos más revolucionarios temerosos de que su juego sea demasiado especial para llegar al gran público. Cuerdas que retienen a los desarrolladores más aventureros. Estoy convencido de que muchas de las grandes obras de lo que consideramos indie no hubieran aparecido y no hubieran llegado nunca si el modelo de suscripciones se alzara como única forma de acceso a los videojuegos. Una mezcla de comodidad y también de estar un poco cansados de buscar el enésimo juego bosnio conceptual que nadie ha jugado/visto para encontrar algo diferente.
Tal y como dije esto es aplicable al cine, series y más cosas de la vida en las que ahora no caigo. El modelo de suscripción está muy bien, pero me da miedo que se pierda ese modelo más de autor. Por supuesto estamos llevando todo al extremo, y todo convive, pero es algo que tengo tan claro como que se está perdiendo identidad. Lo de perder cantidad, me molesta bastante menos.
Así es, las joyas ocultas seguirán existiendo y es más fácil meterse a un blog como este para tratar de encontrarlas, pero las ideas como bien comentas irán alineadas al público masivo, olvidarse de ver cosas con nazis o temáticas densas porque los desarrolladores quieren dinero y saben que o se alinean o fracasan, una pena pero es la tendencia no solo en videojuegos, sino en todo el entretenimiento. Buena entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, y gracias por lo de "es más fácil meterse a un blog como éste para tratar de encontrar (las joyas ocultas)". Lo cierto es que como digo soy el primero que está perdiendo eso, y es la principal razón por la que nació este artículo.
EliminarNo es ya sólo que los juegos se jueguen de manera masiva con este modelo, es también esa sensación de que todo todos jugamos a lo mismo y además en el mismo momento. 2019 está siendo un año donde consumimos juegos como si fueran pipas, las redes se llenan de comentarios durante una semana después del lanzamiento para luego quedar en el olvido.
Supongo que llegaremos a un equilibrio en todo esto.
Gracias de nuevo!
el videoclub... qué recuerdos... yo iba a alquilar juegos durante 5 días. Alquilaba los devil may cry para pasármelo en esos días, era mejor que comprarlos ya que el juego no me duraba mucho y eran muy caros (por aquel entonces tenía que estar ahorrando más de un mes para poder comprarme un juego con mi paga).
ResponderEliminarDe este modo conocí, curiosamente, el primer Shadow Hearts que posteriormente me acabé comprando porque era de esos juegos que merecían estar en mi estantería (aunque mi hermano me borrase la primera partida de más de 30 horas ¬¬).
En la actualidad la verdad es que no hago caso a nada. Paso olímpicamente de los anuncios de Steam y de las noticias de videojuegos. Generalmente me entero de la salida de los juegos por comentarios hechos por hype de otras personas. Si llega a llamarme la atención el juego en sí lo añado a mi famosa lista de pendientes y, si veo que tengo ganas, pues acabo jugándolo. Bueno y leyendo artículos como los tuyos, que como bien dice el anónimo, se encuentran muchas joyas (a veces espero a que juegues a un juego conocido para saber tu opinión porque muchas veces coincidimos en gustos)
¡Muchas gracias Yuni! La verdad es que leer cosas así dan mucha fuerza para seguir escribiendo en esta época donde cada vez es más difícil conseguir feedback en blogs y en medios escritos, así que de verdad muchas gracias *_*.
EliminarA mí se me sigue removiendo algo por dentro cada vez que paso por la tienda donde alquilaba videojuegos, convertida ahora en un autoservicio estándar :(