Doom

Levántate, coge esa pistola y vuélale los sesos al demonio que se te acerca. Haz lo propio con el siguiente. Estás aturdido y tu puntería deja mucho que desear, así que tu tiro ha impactado en su brazo dejándole vulnerable. Tu instinto de supervivencia te dice que te acerques a él, le arranques el debilitado brazo y se lo claves en el cerebro. Así lo haces, pero de camino te has entretenido en coger a un demonio por la boca y abrirle la mandíbula con tus propias manos. Qué bien sienta volver a la vida. RIP & TEAR.

¿Te ha parecido demasiado frenético para empezar? Quizá Doom no es tu juego. Debes saber que Doom empieza así, rodeado de demonios para que los masacres y acabes con ellos. Ni vídeo introductorio, ni contexto, ni ningún tipo de puente hacia el festival de violencia que es Doom. Puedes creer que este AAA del que tanto has oído hablar está falto de estructura y no se trata más que de un Painkiller en el espacio con demonios, pero no, simplemente este comienzo es una declaración de intenciones.

Doom

Tus siguientes pasos te llevan a pegarle un hostión al botón del ascensor para llamarlo, dando paso al título que define esta obra: DOOM. Una tipografía clásica del juego que se ve aquí todavía más gorda y llamativa acompañada de unos guitarrazos que despertarán de ti el ser infernal que se esconde. Porque esto es así, Doom tiene que ser un juego gordo. Cuanto más gordo está todo lo que te rodea más gusto da volarlo en pedazos y cuanto más gordas son las armas que tienes en las manos más fuerte dispararán. Porque Doom rima muy bien con Boom, y cualquier tiempo perdido planeando una estrategia de combate es tiempo invertido en que te salgan peor las cosas.

Sal ahí, déjate de chorradas de coberturas, de francotiradores y de acción táctica. Si ves un grupo de enemigos corre hacia él, lanza tus infinitas granadas -se recargan con el tiempo- y empieza un festival de ejecuciones que convierten a este Doom del año 2016 en un juego tremendamente adictivo y violento. Saca todas tus armas sin parar, sin siquiera pensar en qué llevas. Doom es pura adrenalina que te hará echar en falta un cuádruple salto. Doom es ese amigo que en un concierto de Slayer inicia el mosh pit.

¡DOOM!

¿Cosas que achacarle a Doom? Realmente creo que ninguna, salvo que el multiplayer es un poco decepcionante. A día de hoy ya empieza a morir por falta de jugadores. Esto se compensa con modos adicionales como el modo arcade que convierte todo en algo todavía más frenético o mapas y minijuegos creados por la comunidad, que alargan de manera virtualmente infinita Doom. El juego es bien largo y frenético, y sinceramente creo que es la mejor opción posible que existía de juntar a jugadores oldschool con aquellos que están más acostumbrados a un shooter moderno. El hecho de que estemos ante Doom y no Doom 4 también dice mucho de cómo la gente de id Software se dio cuenta de lo que tenía entre manos. Un juego que vuelve a sus raíces, que ofrece un montón de homenajes pero que a la misma vez se plantea como un juego actual con un apartado técnico soberbio. Capaz de ofrecer una experiencia arcade que a veces roza los recreativos sin dejar de lado las exigencias de alguien que espera una obra maestra.

Doom no es innovador, eso está claro, pero está tan bien hecho que no importa mucho. Es cierto que el juego se basa demasiado en la fórmula de pasar oleadas de enemigos en lugar de ofrecer un avance más "cinematográfico", pero es algo que casa muy bien con la propia esencia del clásico Doom.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!!!!!!!!

Y como estoy escribiendo demasiado para un juego parco en palabras -un saludo, Doom 3-, tan sólo diré que Doom es también un ejemplo sobre optimización que todos los juegos deberían imitar. Una barbaridad a todos los niveles y para todos los bolsillos.