Depression Quest

Un juego que pasó a ser gratis, con una gran polémica que quedará siempre por encima de sus intenciones.

Primeramente, Depression Quest no es el nombre que le hubiera puesto yo a un juego como éste. No por nada, sino porque huele a parodia. Hemos visto muchos juegos acabando con "Quest" que tienen un tono paródico sobre lo que tratan. Es algo así como si hubieran llamado al juego Depression Simulator. Nos sueña a coña, y el juego es precisamente todo lo contrario. Además, Zoe Quinn, la máxima responsable del juego, está considerada una persona bastante estridente y con muchas ganas de llamar la atención (destacando sus implantes electrónicos en su cuerpo, muy Deus Ex todo), y si indagáis un poco sobre el juego podréis ver muchos comentarios que tildan el juego como basura y alegan que "si no lo hubiera hecho una mujer a todos os parecería una mierda".

Zoe Quinn

Pero a todo esto hay que añadirle un ambiente bastante perjudicial para que un juego sea tomado en serio. Más allá de que Zoe Quinn decidiera poner gratis el juego cuando Robin Williams murió (aquí tenéis el enlace a Steam para jugarlo), hay rumores más que contundentes (por no decir que ya no son ni rumores) de que Zoe fue abandonada por su novio al enterarse de que ésta le había sido infiel cinco veces, y de las cinco tres fueron con importantes analistas de videojuegos de distintos medios de gran relevancia, además de con otras personas de gran influencia para promocionar su juego como también se dice. Pero olvidémonos de este terrible "background" y centrémonos en el juego en sí.

Aclarar que, más que un juego, estamos ante un libro interactivo. Algo parecido a esos libros "Elige Tu Propia Aventura" donde tenías que ir eligiendo entre varias opciones que se te dan ante diversas situaciones. Depression Quest no es más que unas cuantas páginas enlazadas mediante hipervínculos, cosa que prácticamente podría haber hecho cualquier persona, incluso fuera de lo que conocemos como videojuego, pero el resultado es bastante bueno. No me refiero al juego en sí, me refiero a su propósito. Lo primero que te encuentras al empezar es una especie de nota aclaratoria que te explica Depression Quest, y que viene a decir que es un juego creado para que aquellos que no entienden esa enfermedad llamada depresión puedan entenderla un poco mejor, y aquellos que la sufren puedan sentirse de alguna manera comprendidos, aunque se aconseja a la gente con estos problemas que se anden con cuidado con el juego. También deja claro que hay muchos tipos de depresión, y que el juego no es más que un caso concreto que pretende de alguna manera simbolizar los sentimientos y sensaciones.

Es un juego que dura algo menos de una hora y que, para mí, tiene éxito en su objetivo. Sobre todo precisamente porque consigue conectar en esa hora y dar una pincelada de lo que es la depresión. No hablamos de un juego como Actual Sunlight donde eres protagonista pasivo de las miserias de un hombre, por mucho que te puedas llegar a identificar. Hablamos de algo más personal y a la vez más descriptivo y frío. "La depresión es así" y nada más. Claro, conseguir llegar con algo tan profundo y tan lleno de matices es imposible y más en una hora centrada en un caso concreto, pero de alguna manera es un boceto acertado.

Y lo es, principalmente, porque se nota que hay cierto conocimiento sobre cómo va la cosa. Se nota que los responsables del juego no eran de esas personas que se dedicaban a soltar a los cuatro vientos y a todas horas "qué triste estoy", "me voy a suicidar" o "la vida no tiene sentido", o al menos si lo hacían lo han camuflado muy bien. Se nota que de verdad hay cierta conciencia sobre cómo va el tema, desde un punto de vista mucho más serio del que quizá podías esperar. Así, Depression Quest no tiene ningún problema en mostrar preguntas sin respuesta, sentimientos sin explicación o cualquier cosa derivada de una depresión.

No es un juego que pueda puntuar porque es un juego demasiado personal. Por mucho que seamos subjetivos cuando analicemos juegos en un blog o en donde sea siempre hay un punto de objetividad, pero en Depression Quest es imposible, y es que las sensaciones que produce son tan diferentes como imposibles de controlar para el que ha hecho el juego. A mí, al menos como intento, me pareció acertado.