Kirby's Dream Land

Nintendo lleva tratando a sus portátiles con mucho amor desde que apareció su exitosa Game Boy. Bueno, puede que últimamente estén columpiándose un poco con sus decisiones, pero tradicionalmente las portátiles no han sido para Nintendo consolas de segunda categoría como pasa en otras compañías. Kirby’s Dream Land fue una de las pruebas más patentes de todo esto.

Kirby’s Dream Land es el nacimiento de una nueva estrella para la compañía. Su aparición en 1992 gracias a HAL Laboratory en Game Boy, fue una apuesta fuerte para una compañía que ya tenía un poder de mercado impresionante. También es cierto que puede que Nintendo no tuviera en cuenta la repercusión que tuvo la criatura en cuestión, pero el caso es que se acabó convirtiendo en una parte de la imagen de marca de la compañía nipona.

A día de hoy, jugar a Kirby’s Dream Land es más anecdótico que otra cosa. Sobre todo cuando ya has sufrido todo tipo de penurias en el mundo de los videojuegos. Puede que estemos ante uno de los títulos más fáciles del catálogo. Nintendo no sólo era consciente de ello, si no que era su objetivo desde el principio. Masahiro Sakurai desarrolló un juego para principiantes, aunque una vez terminado el mismo podemos acceder a un código secreto para echar una segunda partida con una dificultad bastante más… como decirlo, de la época.

Kirby’s Dream Land se compone de cinco fases, con cierta anarquía en su desarrollo. Kirby puede volar todo lo que le plazca tragando aire y convirtiéndose en un globo, por lo que hay niveles que si queremos los podemos completar sin pisar el suelo y sin exponernos a peligro alguno. Kirby cuenta con su capacidad para tragarse todo lo que ve, pero no sería hasta la aparición de Kirby’s Adventure (corregidme si me equivoco) cuando gozó de esa habilidad clásica y representativa suya de transformarse en lo que se come.

El sonido está bastante bien cuidado, y tenemos composiciones que ya forman parte de los clásicos de Nintendo. Gráficamente está por encima de la media del catálogo de Game Boy, con sprites bastante grandes que siempre iluminaban nuestros ojos en cualquiera de las primeras consolas existentes. Contaba además con enemigos de fin de fase, que aunque sencillos daban un punto adicional al juego.

Es un juego manejable, rápido, muy sencillo y poco trascendental si lo tomamos como una obra aislada. Dirigido a un público más amplio, y quizá más infantil. Es divertido jugarlo todavía, pero incluso pasándose el juego en el modo más difícil es demasiado corto.

PUNTUACIÓN

6.5