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18 oct 2022

SCORN - ANÁLISIS


Puedes decir lo que quieras sobre Scorn, pero desde luego no dirás que es un juego tibio que deja indiferente. Uno de los juegos más divisivos y llamativos de lo que llevamos de año.



Versión en videoanálisis:



Ebb Software, el estudio serbio, nos deja en esencia unas sensaciones parecidas a las que tuve con The Medium (Bloober Team, 2021) en cuanto a su contexto. Ambos son juegos realmente de nicho, que se han visto de alguna forma metidos en el ojo del huracán que supone que Xbox les dé un tratamiento privilegiado dentro de su propio sistema de suscripción Game Pass. Su condición de exclusividad en consolas, de manera temporal, hace que la promoción tenga un tono diferente, más presente, que se suele traducir en números más llamativos en cuanto a jugadores concurrentes y totales, pero críticas mucho más flojas, por masificar de alguna manera un juego que cláramente tiene un público muy determinado. El caso de Scorn no es tan llamativo como el de un The Medium que se vio involucrado en una espiral promocional con tres grandes fuerzas: Microsoft por su exclusividad, la propia Bloober Team y los constantes guiños que tiene el juego hacia la valiosísima saga Silent Hill, y el mero hecho de recibir en su momento la etiqueta de "primer juego next-gen". El resultado, el esperado: unos números muy positivos, con gran número de jugadores por su inclusión en Game Pass y la recuperación de la inversión inmediata para Bloober Team, pero también un aluvión de críticas negativas derivadas de la masificación de este nicho. Scorn, parece ir por el mismo camino, aunque con menos trascendencia.




De alguna manera, todos tenemos la sensación de que hemos sido un tanto engañados con Scorn, y esto os lo dice alguien que, ya adelanto, ha quedado bastante contento con lo que Ebb Software nos ha dejado. No sé exactamente qué esperábamos, y no sé tampoco qué parte de culpa es de la película que nos montamos en nuestra mente y qué parte es la forma en la que Microsoft vendió el juego, pero lo cierto es que Scorn es una experiencia tremendamente contemplativa, cercana a un walking simulator y alejada de esos trailers que ahora reviso donde la acción y la sangre le daban un tono mucho más vulgar en comparación a lo que me he acabado encontrando al jugarlo. Sin exagerar, he visto más disparos en los trailers que en toda mi partida completa.


Estamos ante un juego de aventura de terror en primera persona con una estética con la que es imposible no mencionar a H. R. Giger, pero también al surrealismo distópico de Zdzisław Beksiński, siendo estas dos influencias patentes en un mero golpe de vista a lo largo de los gigantescos y detallados mapeados. Estructuras falofórmicas y escenarios de erosiones infinitas que aguardan el día del juicio final se dan la mano para sorprender, y mucho, incluso a aquellos que estamos más familiarizados con el biopunk. Honestamente, cada vez que veía un trailer de Scorn tenía claro que no me iba a sorprender en cuanto a qué esperar, pero una vez me puse a jugarlo, y entré en su ritmo mucho más pausado y contemplativo, quedé boquiabierto con la mayoría de escenarios y, sobre todo, su grandeza y variedad.




No son ninguna barbaridad todas las críticas que definen a Scorn como una sucesión de fondos de escritorio. No tiene sentido que diga lo contrario cuando he guardado casi una decena de capturas de pantalla dentro de mi carpeta rotatoria de fondos de escritorio. Tampoco tiene sentido que lo haga cuando, en lugar de quejarme de que el personaje corra más para acortar esas largas caminatas con horizontes interminables, estuviera pidiendo a gritos una tecla para andar todavía más lento -una de las maldiciones de jugar en PC y que subsanan pocos juegos-. El ligero granulado junto a determinados filtros, no solo dan sensación de estar metido en un diseño sacado de las mentes privilegiadas de sus influencias, sino también una curiosa sensación de estar metido dentro de un artwork -todo lo que veis son capturas del juego-, con ese toque de dibujado manual entremezclado con unas texturas de muy alta resolución. Creo, además, que Scorn dura lo justo como para no cansar, ni visualmente ni jugablemente.




Es por todo esto que Scorn me ha llevado a preguntarme si lo hubiera disfrutado igual, desde el punto de vista de su diseño jugable, en una ambientación/estética diferente, y la respuesta es un rotundo no. Esto, que no tiene por qué ser algo malo, deja muy claras las sensaciones que buscaba Ebb Software, o mejor dicho, su target. Me parece bastante valiente el hecho de tener detrás cierta presión en tu juego, que además ha sufrido varios retrasos, y continuar con esa visión tan intimista. Juegos hay muchos, y sin duda mejores, pero estoy convencido de que Scorn quedará en mi memoria mucho más tiempo que otros, y eso es algo que siempre hay que valorar. Juegos que ocupan un lugar muy concreto que sin duda necesitamos.


Estructuras falofórmicas y escenarios de erosiones infinitas que aguardan el día del juicio final se dan la mano para sorprender, y mucho, incluso a aquellos que estamos más familiarizados con el biopunk.


Su historia, hermética hasta el punto de ser prácticamente inalcanzable, se llena de simbolismos para ofrecernos una visión depresiva de la sociedad y su corrupción. Una historia abierta a interpretaciones, con la que conecté, pero que entiendo que exige un sobresfuerzo que muchos jugadores probablemente no estarán dispuestos a pagar. Quizá muchos de estos tampoco estarán dispuestos a pagar estas estructuras laberínticas que parecen querer perderte, y ese misticismo a la hora de presentar cada uno de los puzles que rodean a Scorn. Lo cierto es que el juego de Ebb Software, desde el punto de vista de diseño de puzles, no realiza nada del otro mundo, pero es esa manera en la que los presenta lo que establece una conexión con el juego en todo momento acorde a su idea. Una relación simbiótica entre jugador y juego, donde casi podemos decir que llegas a formar parte como un organismo más dentro de la amalgama de masas cárnicas que pululan por este desalentador mundo.




Desgraciadamente, la apuesta de Ebb Software no es tan valiente, y se ha acabado añadiendo una capa de acción que, a todas luces, no está bien llevada. La buena noticia es que estamos en un mundo pasivo-agresivo la mayor parte del tiempo, con criaturas muy territoriales que atacarán sólo si se ven invadidas. Lo cierto es que me pasé gran parte del juego sin disparar ni una sola vez, y llegué a pensar que era posible hacer una partida pacifista, pero llega un punto en donde el juego no contempla esta opción. En cualquier caso, sentí en todo momento que esta parte de FPS rompía ese extraño mood de belleza casada con incomodidad. Una especia de ASMR carnal que no sobrepasa la barrera gratuita de lo gore, salvo quizá en sus últimos momentos, donde lo explícito eclipsa un poco su mensaje.




La sensación que tengo es la de que si Scorn no hubiera sido tan esperado, o tan mainstream si lo preferís, nos lo hubiéramos encontrado en muchas listas de joyas ocultas de 2022. Si te consideras dentro del nicho, y consigues abstraerte de su contexto, un tanto inflado, probablemente encontrarás en Scorn esa experiencia desagradablemente bella que a mí me proporcionó.




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