The King's Dilemma Chronicles nos da un paseo profundo por la horrible sensación de nunca saber si lo estás haciendo bien.
Big Trouble nos deja su primer videojuego. El estudio italiano fundado por Lorenzo Silva apuesta por un híbrido entre gestión y toma de decisiones, en lo que es un comienzo algo abrumador pero que poco a poco va manifestando ínfulas de juego de mesa de los cuales bebe directamente para delimitar todos sus matices jugables. Desgraciadamente, The King's Dilemma: Chronicles pierde demasiado de vista su reclamo, para acabar acercándose más a un juego de puzles que a un juego de toma de decisiones.
Porque Big Trouble tiene claro cómo quiere vender su juego, y lo presenta más como un Reigns (Nerial, 2016) que como un juego de gestión. Ante ti, dilemas concretos, cuestiones del reino a las que tendrás que responder con un rotundo sí o no, para tomar la decisión correspondiente para guiar al reino hacia el éxito. No roza siquiera la publicidad engañosa, pero pronto descubres que estas tomas de decisiones dependen del voto del resto de casas, en un sistema democrático, aunque corrompible, donde las decisiones pasan por varios votos y no únicamente por el tuyo. Votos prefijados, que acabarán guiando el desarrollo de la historia, y que solo pueden ser cambiados mediante una serie de sobornos que se van encareciendo conforme vayamos utilizando esta vía.
El resultado de esa estructura es que, de la infinidad de decisiones que podemos tomar, el 90% vienen condicionadas por el voto de las demás casas, mientras que un pequeño porcentaje es corrompible con este sistema de soborno y compra de votos. Esta engañosa mecánica se hace cada vez más patente conforme se avanza en la historia, cuando van entrando en juego más casas y por ende más votos, siendo cada vez más difícil tirar de economía para cambiar la votación y el destino del reino. Es en ese momento, cuando The King's Dilemma: Chronicles se convierte en un juego de puzle, donde el objetivo es situar los distintos niveles que marcan el rumbo del reino en una balanza equilibrada.
Dejar setas fichas dentro de los intervalos -variables en función del tipo de partida que vayamos a echar-. será el único objetivo, y pronto detectarás que tendrás los ojos puestos en estos medidores en lugar de prestar a atención o poner de manifiesto tus propios principios morales. Llegar más lejos repercute en mayores recompensas de cara al final de la partida, cuando tendremos que hacer frente a una guerra civil interna. Este es otro de los problemas de The King's Dilemma: Chronicles, el hecho de que una partida completa dura demasiado, rompiéndose un poco la rejugabilidad por suponer un esfuerzo demasiado largo. También es anticlimático que una gran cantidad de decisiones que vamos tomando, no se traducen en grandes cambios de cara a una batalla final que termina con un pequeño texto y unos títulos de crédito, no estando a la altura narrativamente de todo lo demás.
Si tomáis The King's Dilemma: Chronicles como una especie de puzle, encontraréis en él cosas buenas. Las ramificaciones argumentales son un tanto engañosas, ya que, como digo, el sistema es muy poco corrompible, pero se consigue transmitir una buena sensación de variedad, aunque sea un tanto falsa. Puede satisfacer a aquellos que vengan atraídos por el sistema del ya mencionado Reigns y que busquen algo mucho más denso, pero lo cierto es que, para disfrutar del juego de Big Trouble, vas a tener que cambiar el chip.
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