Día 1 (Tiempo de juego - Primer capítulo completado): No está mal. Me encanta su ambientación, ese rollo oscuro y en general su diseño. Jugablemente parece muy simple, quizá demasiado. Tiene pinta de ser bastante corto y de que el sistema de combate deja mucho que desear. De momento bien, pero no aspira a demasiado.
(Tiempo de juego - Tercer capítulo terminado): Me sorprende ver como los desbloqueables me están chivando que casi me acerco a la mitad de juego y ni siquiera llevo una hora. Tal y como pensaba Woolfe se torna un tanto impreciso, pero es un juego que estoy disfrutando. Esperaba menos plataformas y más hack and slash, pero es lo contrario. No brilla en nada más allá de la ambientación, no aporta nada pero tampoco tropieza en nada con demasiada fuerza. Huele a un 6 casi desde el principio.
Había una vez una dulce niña que quería mucho a su abuelo gamer llamado NeoJín. Como se portaba tan bien con él, el abuelo NeoJín le regaló una caperuza roja. Le gustaba tanto que iba con ella a todos sitios y la gente del pueblo no tardaría en llamarla Caperucita Roja.
Un día, el abuelo NeoJín se descargó la demo del PES para jugarla, pero necesitaba alguien más para poder disfrutarla plenamente, por lo que no dudó en llamar a Caperucita Roja. La niña, encantada, echó en su cesta un puñado de juegos que adoraba NeoJín, entre los que se encontraba Persona 4, Rocket League, Shadow of the Colossus o Danganronpa 2 para pasar una tarde -o madrugada, o día entero, o mes entero, o milenio entero- muy amena entre juegos.
Como NeoJín era muy suyo, vivía a tomar por culo en el bosque, y Caperucita tenía que atravesarlo para poder llegar hasta su abuelo. Durante su caminata, se topó con el lobo:
-¿Dónde vas caperucita?
-A casa de mi abuelo NeoJín a jugar a videojuegos con él.
-¡Ah! ¡Pues yo también quiero jugar! Precisamente tengo un juego en mis bolsillos. Vamos a hacer una cosa, como veo que te gustan los juegos vamos a echar una carrera hasta su casa y el primero que llegue empieza a jugar.
Caperucita, que era incapaz de decir que no a una apuesta -arruinó a la familia múltiples veces en las apuestas deportivas-, empezó a correr por el camino que le indicó el lobo, sin saber que ese camino era mucho más largo. Así, el lobo consiguió llegar hasta la casa de NeoJín y, engañándole, se lo comió y se puso su ropa -aunque no nos engañemos, no consiguió ponerse ni su carisma ni su atractivo natural, porque el abuelo NeoJín era la leche-. Caperucita no tardaría en llegar.
Caperucita no tenía muchas luces y no se dio cuenta de que el lobo se había disfrazado de NeoJín. No fue hasta que empezaron a jugar, que Caperucita empezó a sospechar, y es que el lobo había ejecutado el juego Woolfe: The Red Hood Diaries en lugar de cualquiera de los grandes juegos que le gustaban a NeoJín.
-¡NeoJín, que diseño tan peculiar tiene este juego!
-Es para que lo veas mejor.
-¡NeoJin, vaya sistema de combate tan básico tiene!
-Es para que brille más su parte plataformera.
-¡NeoJín, vaya cantidad de bugs y qué corto es este juego!
-Es para... ¡bueno niña, cállate ya!
El lobo no tenía intención de comerse a Caperucita Roja porque todavía tenía a NeoJín atragantado y no es un ser fácil de digerir, pero el lobo estaba enamorado de Woolfe: The Red Hood Diaries y se sintió muy ofendido por la reacción de Caperucita, por lo que no tuvo más remedio que echársela al gaznate como quien va a por en enésimo plato en un buffet libre sin tener nada de hambre.
Pero no temáis, porque un cazador había visto toda la escena y, en cuanto tuvo oportunidad, abrió la barriga de nuestro lobo para sacar de allí con vida a Caperucita y su abuelo gamer NeoJín. "Hay que darle un buen castigo a este lobo".
Así, los tres decidieron prepararle al lobo una maratón de juegos insulsos, de estos que no aportan nada pero que tampoco son insufribles como es el caso de Woolfe: The Red Hood Diaries.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
(Tiempo de juego - Tercer capítulo terminado): Me sorprende ver como los desbloqueables me están chivando que casi me acerco a la mitad de juego y ni siquiera llevo una hora. Tal y como pensaba Woolfe se torna un tanto impreciso, pero es un juego que estoy disfrutando. Esperaba menos plataformas y más hack and slash, pero es lo contrario. No brilla en nada más allá de la ambientación, no aporta nada pero tampoco tropieza en nada con demasiada fuerza. Huele a un 6 casi desde el principio.
Había una vez una dulce niña que quería mucho a su abuelo gamer llamado NeoJín. Como se portaba tan bien con él, el abuelo NeoJín le regaló una caperuza roja. Le gustaba tanto que iba con ella a todos sitios y la gente del pueblo no tardaría en llamarla Caperucita Roja.
Un día, el abuelo NeoJín se descargó la demo del PES para jugarla, pero necesitaba alguien más para poder disfrutarla plenamente, por lo que no dudó en llamar a Caperucita Roja. La niña, encantada, echó en su cesta un puñado de juegos que adoraba NeoJín, entre los que se encontraba Persona 4, Rocket League, Shadow of the Colossus o Danganronpa 2 para pasar una tarde -o madrugada, o día entero, o mes entero, o milenio entero- muy amena entre juegos.
Como NeoJín era muy suyo, vivía a tomar por culo en el bosque, y Caperucita tenía que atravesarlo para poder llegar hasta su abuelo. Durante su caminata, se topó con el lobo:
-¿Dónde vas caperucita?
-A casa de mi abuelo NeoJín a jugar a videojuegos con él.
-¡Ah! ¡Pues yo también quiero jugar! Precisamente tengo un juego en mis bolsillos. Vamos a hacer una cosa, como veo que te gustan los juegos vamos a echar una carrera hasta su casa y el primero que llegue empieza a jugar.
Caperucita, que era incapaz de decir que no a una apuesta -arruinó a la familia múltiples veces en las apuestas deportivas-, empezó a correr por el camino que le indicó el lobo, sin saber que ese camino era mucho más largo. Así, el lobo consiguió llegar hasta la casa de NeoJín y, engañándole, se lo comió y se puso su ropa -aunque no nos engañemos, no consiguió ponerse ni su carisma ni su atractivo natural, porque el abuelo NeoJín era la leche-. Caperucita no tardaría en llegar.
Caperucita no tenía muchas luces y no se dio cuenta de que el lobo se había disfrazado de NeoJín. No fue hasta que empezaron a jugar, que Caperucita empezó a sospechar, y es que el lobo había ejecutado el juego Woolfe: The Red Hood Diaries en lugar de cualquiera de los grandes juegos que le gustaban a NeoJín.
-¡NeoJín, que diseño tan peculiar tiene este juego!
-Es para que lo veas mejor.
-¡NeoJin, vaya sistema de combate tan básico tiene!
-Es para que brille más su parte plataformera.
-¡NeoJín, vaya cantidad de bugs y qué corto es este juego!
-Es para... ¡bueno niña, cállate ya!
El lobo no tenía intención de comerse a Caperucita Roja porque todavía tenía a NeoJín atragantado y no es un ser fácil de digerir, pero el lobo estaba enamorado de Woolfe: The Red Hood Diaries y se sintió muy ofendido por la reacción de Caperucita, por lo que no tuvo más remedio que echársela al gaznate como quien va a por en enésimo plato en un buffet libre sin tener nada de hambre.
Pero no temáis, porque un cazador había visto toda la escena y, en cuanto tuvo oportunidad, abrió la barriga de nuestro lobo para sacar de allí con vida a Caperucita y su abuelo gamer NeoJín. "Hay que darle un buen castigo a este lobo".
Así, los tres decidieron prepararle al lobo una maratón de juegos insulsos, de estos que no aportan nada pero que tampoco son insufribles como es el caso de Woolfe: The Red Hood Diaries.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Este analisis fomenta el maltrato animal, me ofende y te voy a denunciar a la PETA!
ResponderEliminarMira el vegano como viene.
EliminarA la Peta de tu casa
EliminarMe has dejado sin palabras.
EliminarLol
ResponderEliminarAme este blog, me lo guardo para la posteridad.
Creo que es uno de mis favoritos de los que has publicado.
Oh, muchas gracias! Como mínimo es diferente jaja.
EliminarGracias de nuevo <3
Amors para ti~~<3
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