Middle-Earth: Shadow of Mordor

Mordor, ¡qué hermosa eres!

Llamadlo Shadow of Creed, Assassin's of Mordor, Batman: The Lord of the Arkhams o como queráis que estaréis en lo cierto. Realmente hablar de Shadow of Mordor es mucho más fácil de lo que creía en un principio. Monolith (Condemned: Criminal Origins, F.E.A.R.) ha estado lista, y apadrinada por el gigante de Warner Bros -y ya de paso utilizando la base de su exitosa saga de Arkham para el murciélago de DC- ha aunado en un mismo juego todas las virtudes -y algunos defectos- del juego de acción/parkour/mundo abierto estándar de la generación.

El mapeado al estilo Assassin's Creed con considerablemente altas edificaciones para que podamos trepar y planear nuestros ataques. El sistema de combate de la saga Arkham de Batman copiado con un descaro brutal, con botones para ataque y contraataque, debilitamiento -aquélla mítica capa de Batman que permitía ejecutar la paliza-, misma IA enemiga e incluso combinaciones idénticas de ataques especiales al pulsar dos botones que dan lugar a combos casi interminables en donde no nos tocan. La parte del sigilo en cambio queda mucho más cercana a la de un Assassin's Creed, pudiendo usar la "vista de águila" e incluso presentando los mismos iconos de notoriedad sobre los enemigos, además de no tener tanto juego como el modo depredador de la saga Arkham.

Si estuviera Batman en esta imagen no vería nada raro

Hasta ahora todo suena bien, pero bien sin más. El hecho de meter tan descaradamente cosas de otros juegos lo convierte en un juego con pocas ideas a priori, pero ay amigos, Shadow of Mordor es y será ensalzado por el sistema de capitanes.

Deambulamos por dos zonas de Mordor -no muy extensas- donde el ejercito de Sauron campa a sus anchas. Podemos en todo momento acceder desde el menú al organigrama del mismo, con el objetivo de identificar a caudillos -máximo rango- y capitanes -habitualmente escoltas de los caudillos-. Así, nuestra misión será, durante gran parte del juego -no en vano ha sido tachado de repetitivo-, la de obtener nombres e información sobre dichas criaturas mediante interrogatorios a los uruks de rangos más bajos. Así por ejemplo, si nuestro objetivo es acabar con cierto caudillo y la información de la que disponemos es que está custodiado por dos capitanes, es más estratégico ir previamente a por dichos capitanes individualmente en lugar de acudir directamente al caudillo para evitar una lucha difícil contra él y sus dos capitanes a la misma vez, lo cual complica la cosa y no poco.

Por supuesto aquí no acaba la cosa. La información que obtenemos va más allá de la ubicación. Nos encontraremos con una tabla de fuerzas y debilidades que conviene conocer en todo momento, desde inmunidad/debilidad a ataques en sigilo, a distancia o de ejecuciones en combate hasta cuestiones que dan más juego, como tener miedo a las quemaduras o a alguna de las criaturas que pueblan las tierras de Mordor. Todo esto hace que Shadow of Mordor sea mucho menos mecánico de lo que podría haber sido, y aporta cierta dosis estratégica para aquellos que la echaran de menos en otros juegos del género.

Esta imagen promocional resume un poco todo ese compendio de ideas

Con todo eso, y todo lo que implica, el juego da una nueva vuelta de tuerca en determinado momento en el que podemos controlar mediante nuestros poderes a capitanes e incluso caudillos. Por ejemplo, podemos en lugar de aniquilar a los guardaespaldas del caudillo simplemente marcarlos -algo así como poseerlos- y, cuando vayamos a por él, pulsar el botón correspondiente para que sus guardaespaldas marcados comiencen a luchar para ti traicionando a su caudillo e intentando matarlo. Así, podemos acabar creándonos nuestro propio ejercito de orcos y ver cómo van subiendo peldaños en el ejercito de Sauron. En el fondo Shadow of Mordor comparte género con NintenDogs. #ApadrinaUnUruk.

Mordor en realidad tiene más zonas verdes que cualquier ciudad

Y es que en Shadow of Mordor los orcos son criaturas bastante estúpidas. Primero, porque más que temibles acaban siendo carnaza para nuestras habilidades. Algo muy parecido a cuando te sentías Batman en la saga Arkham porque todos te temían. Además, se pasan medio juego hablando entre ellos de lo acojonados que están por si apareces. Segundo, porque su capacidad de vista no alcanza más de unos pocos metros. Al principio te ves un poco abrumado ante tanto orco a tu alrededor, pero pronto te das cuenta de que están más ciegos que los topos y que eres capaz de entrar en las fortalezas orcas sin ser prácticamente visto. Muy cerca tienes que pasar de un orco y estar en su campo de visión durante mucho tiempo para que el icono amarillito de sospecha se torne en rojo de alerta. Afortunadamente todo esto no empaña una jugabilidad tan buena como la de aquellos juegos que toma como referencia.

Recapitulemos: un juego bien hecho aunque sea una copia de otros en muchas cosas, al que se le ha añadido un sistema de capitanes prodigioso que lo encumbra como un juego excelente. Mención especial para el sonido y banda sonora -no tanto para el doblaje, sobre todo del protagonista-, que destacan durante todo el juego. La historia y otros elementos quedan en un decimoquinto plano, pero no acaba de importar demasiado por una vez.