Unchained Blades

No acaba más que empezar el año y ya tengo candidato a GOTY en los RPG en los Premios Raúl Minero.

Jugar a juegos aleatorios tiene mucha recompensa. Después de haber jugado a muchas de las cosas que realmente me interesaban gracias a la PSP que Gadwind muy amorosamente me dejó, tenía ganas de hacer una tirada de dados. Más aún en una consola de la que soy un completo desconocedor. La suerte se alió conmigo y me dio el que hasta hora es mi juego favorito de PSP. Ahí es nada.

Unchained Blades es un dungeon crawler desarrollado por FuRyu que vio la luz en 2011 tanto en PSP como en Nintendo 3DS. No he jugado a demasiados juegos del género -aunque cada vez recuerdo más títulos por lo que voy a empezar a dejar de decir tal afirmación-, pero desde luego algo tiene para que todos los juegos me enganchen de semejante manera. Unchained Blades tiene para mi gusto una dificultad extremadamente ajustada, siendo un juego difícil pero sin llegar a presentar mazmorras imposibles, lo cual, no nos engañemos, forma parte de jugar a un dungeon crawler.

Uno de los titanes

El diseño de los niveles es una parte fundamental de este juego. Cada mazmorra es un titán que supone una edificación -¿viva? la verdad es que no lo sé- laberíntica que se alza hasta las nubes -¿Shadow of the Colossus?- y que debemos recorrer por dentro hasta llegar a su corazón donde nos espera el jefe final. Laberintos densos pero no complejos, y un mapa lo suficientemente útil como para que puedas dejar de jugar al juego durante un mes y al volver no te sientas extremadamente perdido -de todas formas no es algo que recomiende hacer, desde luego-.

Cada una de estas fortificaciones esconde un objeto misterioso que ofreceremos a la diosa con el objetivo de que nos conceda un deseo. Una vez formulado, tendremos que buscar a un nuevo titán que nos conceda un nuevo deseo. Éste es el argumento de una historia que no necesita más, y que lejos de meterse en tópicos llega con facilidad. Ni siquiera necesita de marcados antagonistas ni de manidos argumentos. Cada uno de los personajes tiene sus propios intereses, por lo que decidir quién pide el deseo acaba convirtiéndose en el principal tema de disputa.

Personajes que, por otra parte, también se alejan de estereotipos. A destacar el protagonista principal, Fang, el cual goza de una arrogancia y un egocentrismo impropios de un personaje principal de un juego de rol -más todavía japonés-, hasta el punto de que uno duda en el comienzo si lo que está ante sus ojos es un prólogo donde encarnamos al villano del juego. El resto de personajes no tienen tanto interés, pero como digo no estamos ante el clásico grupo de héroes de todo JRPG.

Fang, con posibilidades para los Premios Raúl Minero a mejor personaje del año

La propia estructura del juego apoya lo inusual del reparto. Una estructura diferente, atrevida y capaz de enamorar o tirar a muchos del barco. Tras unas largas horas de juego en el primer capítulo, Unchained Blades sorprende ofreciendo en los siguientes capítulos un reparto de personajes diferente. Del nivel veinticinco que tanto nos ha costado ganar seguimos la historia con un grupo de personajes diferente que empieza totalmente de cero, y que nos hará sentirnos nuevamente débiles ante cada combate. Es por ello que Unchained Blades es capaz de desenamorar por pequeños detalles a algún que otro tipo de jugadores. Si bien cuesta poco volver a acostumbrarse a los nuevos personajes es un sistema que en el fondo es mejor que ofrecerte un número grande de personajes para terminar jugando únicamente con cuatro de ellos como pasa en la mayoría de RPG.

Unchained Blades no es un juego obsesionado con perderte por extrañas mazmorras llenas de teletransportes y ascensores. Su dificultad en cambio deriva del propio sistema de batalla, haciendo que los principios sean tremendamente duros hasta el punto de que después de cada combate es posible que tengas que salir de la mazmorra para ir a la posada a curarte. Y sí, es un juego de encuentros aleatorios cada ciertos pasos. La paciencia es muy necesaria.

Metámonos en faena con esto de los combates. El juego sigue el desarrollo de un RPG por turnos de toda la vida, pero con bastantes añadidos suculentos. Lo más destacable son los "seguidores", criaturas que debemos capturar y que servirán de fieles escuderos hasta el punto de que se pondrán delante de nosotros para recibir los daños que nos propicien. Aquí se junta una especie de híbrido entre Pokémon y un Shin Megami Tensei, recopilando demonios que nos ayuden en la aventura capturables cuando su barra de vida ha disminuido a la mitad o menos.

Lejos de ser meras ventajas en batalla, los seguidores nos proporcionan las ánimas necesarias para el desarrollo de nuestro personaje. Así, cada hechizo y habilidad requiere de determinadas ánimas, por lo que el reparto de los seguidores es fundamental para sacar buen provecho de nuestras habilidades. Es un sistema parecido también al que podemos encontrar en juegos como Golden Sun y aquellas habilidades cambiantes en función de los Djinn asignados. Unas habilidades que requieren de determinadas ánimas y que además exigen ser desbloqueadas en un árbol de habilidades tremendamente personalizable y lleno de posibilidades -bastante abrumador al principio-.

Además de todo esto, los seguidores servirán para competir en batallas especiales donde nuestra única función es pasar por una fase de QTE que potencie sus habilidades. Batallas donde pelean un montón de monstruos contra un montón de monstruos en una especie de royal rumble y cuya victoria depende del número de seguidores y de su nivel. Estas batallas sirven como checkpoints en determinados momentos para asegurarnos de que llevamos buen nivel, y también para obsequiarnos con recompensas en forma de objetos.

¿Cosas malas de Unchained Blades? Bastante pocas. Si bien a mí la historia me gustó así de simple y directa más de uno hubiera pedido algo más de chicha. También destacar que el inventario es bastante mejorable, y que la interfaz también podría haber dado mucha más comodidad. Te acostumbras a ella pero no deja de ser algo torpona.

Un pequeño desconocido -o eso creo- que debéis jugar si os gusta mínimamente el género. Un montón de horas, mazmorras extra para extender su vida y alto nivel rejugable.