¡Qué interesante!
Cuando empiezas a jugar a State of Decay la cosa no empieza muy bien. Gracias a Dios esta primera impresión dura una media hora hasta que el juego acaba asentándose y entiendes de qué va todo esto. Es entonces cuando te parecerá interesante. Avanzarás en el juego a un ritmo lento, pero lo verás interesante. Sentirás cosas curiosas que van más allá de una jugabilidad demasiado básica, y lo verás interesante. Verás los títulos de crédito, y todo te parecerá interesante.
Interesante. No hay más y a la misma vez es más que suficiente. En un mundo habitado por millones de productos zombie en el que vivimos destacar con uno de ellos es una tarea casi imposible. Lo zombie se puso de moda hace unos años y todavía nos acompaña. Parece que nuestra hambre por el género es tan insaciable como el hambre de los zombies, porque llevamos consumidos entre películas, series, videojuegos y cómics una cantidad de productos relativos a los muertos vivientes que no parece tener fin. De hecho, desde hace dos o tres años sobrevuela la sensación de que la moda se está acabando, pero no hacemos más que seguir viendo nuevos productos que se empeñan en mantenerlo vivo, y con una calidad bastante aceptable.
Por esto, State of Decay es un juego que merece la pena. Estamos ante un sandbox más interesante que entretenido, pero ya nos hemos divertido bastante con juegos como Dead Rising, así que esa parcela ya la tenemos más o menos cubierta. Un GTA con zombies o algo por el estilo pero sin sentido del humor donde se nos regala una basta cantidad de tierra con pequeñas zonas urbanas y rurales y en el que, tal y como ocurre en el mencionado juego de Rockstar, nos pasaremos el 70 % metidos en un coche acudiendo al destino de la siguiente misión.
Y como digo, es mucho menos divertido de lo que suena, porque los coches aunque abundantes son bienes de lujo y romperlos es lo último que queremos. Por desgracia, un encuentro con un par de hordas de zombies es suficiente para dejar nuestro coche inoperativo. Debemos esquivar los zombies que veamos para así mantener con vida nuestro vehículo, indispensable para ejercer las misiones del juego y para llevar a buen puerto todos los objetos necesarios para el correcto funcionamiento de la comunidad.
Comunidad. Esa palabra resuena con especial fuerza en State of Decay, y es que en ello radica su magia. O mejor dicho, en su propuesta, porque luego la ejecución se queda bastante corta. Lo que hace que merezca la pena State of Decay es el hecho de que manejas a un grupo de personas en un apocalipsis zombie, y no estamos ante la típica historia de personaje lineal. Digamos que si te gusta la serie de The Walking Dead que tan de moda está (incluso entre los que la vemos por inercia más que por otra cosa) encontrarás en State of Decay mucho del componente comunitario de la misma, y no hay un juego que yo recuerde que haga algo parecido. Debemos ocuparnos de llevar suministros regularmente en forma de comida, gasolina, materiales de construcción o municiones y debemos buscar nuevos supervivientes que nos ayuden a crecer. Así, podemos construir estaciones médicas, plantaciones para cultivar comida y toda clase de "habitaciones" para mejorar la comodidad y asegurar la supervivencia de los nuestros.
El otro punto fuerte de State of Decay que enlaza con lo anterior es que cualquier personaje puede morir. Cada uno tiene sus propias características y habilidades que se irán incrementando en función de lo que hagamos. Así, si usamos armas de fuego o cuerpo a cuerpo mejoraremos en distintas habilidades que se aplican únicamente al personaje que controlemos. Podemos cambiar de personaje en todo momento siempre y cuando no estemos en mitad de una misión, y siempre es conveniente buscar supervivientes para asegurarnos la continuidad de nuestra partida como si de vidas se tratara, ya que si uno de nuestros personajes muere lo único que podremos hacer al respecto es planear una ruta para llegar lo más rápido posible a la mochila con sus pertenencias que dejará su nuevo y bonito cadáver (hubiera sido un puntazo ver a nuestro personaje convertido en zombie, pero es mucho soñar).
En State of Decay tenemos una zona muy amplia con mucha variedad a nuestra disposición, y hablamos de un mundo perfectamente alterable por nosotros mismos. No es que todo cambie en exceso, que es lo que suena cuando digo eso de un mundo alterable, sino que todo lo que cojas, muevas de sitio o hagas se mantendrá como tal durante tu partida. No es como otros juegos que al volver a ejecutarlo todo vuelve a su posición por defecto. Aquí si quieres puedes llevar diez coches a la puerta de tu refugio y dejarlos ahí que se quedarán para siempre hasta que los muevas. Lo mismo pasa con las mochilas y objetos que vayas dejando por falta de espacio. Así, es una sensación curiosa eso de volver a pasar por un camino donde empotraste uno de tus coches hace mucho tiempo y verlo todavía ahí tal y como lo dejaste.
Como veis, hasta ahora estoy hablando del concepto y de la apuesta de Undead Labs más que del juego en sí, y es que no hay un gran juego detrás de toda la idea. Nos dedicaremos a hacer misiones secundarias la mayor parte del tiempo hasta que se nos active otra misión de la historia, que a veces tarde mucho en llegar, por lo que nos sentiremos perdidos en más de una ocasión. Mientras ese momento llega, pasaremos el rato haciendo misiones secundarias repetitivas a más no poder de ayuda a otros supervivientes o de "servicios psicológicos a la comunidad" en forma de apoyo moral para aquellos miembros que se ven afligidos por algún tipo de temor.
Pero es que luego llega la misión principal y no creáis que la cosa mejora demasiado. A veces (sobre todo al principio) hasta cuesta diferenciar lo que es una misión principal de lo que no lo es. Es como un juego lineal donde no ocurre verdaderamente nada trascendente. State of Decay es como un juego online pero siendo una experiencia para un sólo jugador. Lo único que nos sirve de pista sobre el argumento del juego son los títulos de crédito al final de cierta misión, y la propia estructura del juego es demasiado confusa al principio. El propio menú de inventario/objetivos está lleno de cosas por donde navegar y todo se nos da casi desde el primer momento, dando esa sensación de agobio propia de los juegos online con una fase de iniciación casi inexistente.
Más allá de algunos problemas de conducción referentes a físicas la jugabilidad es buena. Excesivamente repetitiva porque el 90 % de nuestras muertes serán a manos de armas cuerpo a cuerpo, cuyos controles responden bien, pero repetir lo mismo como mil veces acaba cansando. Además, no existe gran diferencia entre unas armas y otras y prevalece más la habilidad del personaje que las armas en sí. Con eso en mente, hay una variedad de armas tan grande como innecesaria.
Por eso, State of Decay es un juego interesante, pero no pasa de ahí. El DLC Breakdown supone una vuelta de tuerca a la supervivencia ya que se centra en la idea de un mundo libre sin absolutamente nada que hacer más que sobrevivir, lo cual como podéis ver no es lo que más me aportaba del juego. El siguiente DLC ya ni idea, porque no lo he probado. En cualquier caso, es una experiencia curiosa. Quizá demasiado basta, principalmente porque dedicar unas treinta horas a un juego que se basa en su idea más que en su faceta de juego es demasiado pedir.
Completamente de acuerdo. Y del DLC "lifeline" ni hablamos, porque viene siendo lo más de lo mismo... Realmente, le hace falta algo nuevo al modelo de sandbox que llevan muchos juegos actualemente.
ResponderEliminarGracias por tu comentario *^^*
EliminarAdemás, el sandbox creo que empieza a saturar a la gente. Con tanto juego de todo en general cada vez se valoran más esos juegos directos que no requieren mil horas de juego. Al menos a mí me está pasando.
a este juego no le di mucha importancia porque estaba jugando dead island, pero luego de leerte le dare una segunda oportunidad!!
ResponderEliminarPrecisamente estoy yo con el Dead Island ahora, no tardaré en subir el análisis (aunque hay tantos pendientes...)
EliminarSobre éste, ya digo, si quieres algo considerablemente diferente dale una oportunidad, pero es bastante más sosillo que el resto en cuanto a juego.