SLIDER

26 oct 2014

Tropico

Una república bananera sin Schwarzenegger destruyéndola está incompleta.




PopTop Software (Railroad Tycoon II) es el estudio responsable de iniciar una de las sagas de juegos de "construcción" más influyente de los últimos años. Tropico es a día de hoy un poco lo que fue SimCity en su día, y con su marcado sentido del humor paródico se ha instalado en las bibliotecas de Steam y en los corazones de mucha gente. He jugado a pocos juegos del género, tan sólo a algún SimCity o a juegos parecidos como Theme Park o Theme Hospital, así que tenía cierto miedo a empezar con la saga Tropico.

Es fundamental entender los "gráficos"

Tropico es un juego donde encarnamos a "El Presidente", esa entidad superior que toma todas las decisiones habidas y por haber en la isla. Podemos crear nuestro personaje de cero y otorgarle atributos que nos ayuden a sobrevivir en nuestra aventura como administradores, aunque también tendremos que elegir entre una serie de defectos tan dispares como ser feo o tirarse pedos. Si no nos convence esta personalización podemos elegir entre perfiles ya creados de personajes históricos y revolucionarios como el Che Guevara, Eva Perón o Augusto Pinochet. Cada uno tendrá una lista de pros y contras que afectan directamente sobre el manejo de la isla y las relaciones diplomáticas con el exterior.

Tropico ridiculiza de alguna manera el comunismo y el capitalismo. En el juego tendremos que adoptar una posición con respecto a ello, y lo que hagamos a favor de un "bando" irá en contra del otro. Así, podemos transformar nuestra isla en un complejo turístico que atraiga a trillones de turistas con las carteras llenas mientras nuestro pueblo trabaja en una zona apartada para sustentar dicha estrategia, o podemos atender a nuestro pueblo y progresar desde el "todo para el pueblo". Cualquier estrategia es eficaz y elegir una u otra dependerá de nuestros objetivos. Todo esto es en realidad la intención que tenían en PopTop Software, pero la verdad es que luego no hay tanta diferencia entre hacer una cosa u otra. Yo he acabado partidas centradas en el turismo recibiendo la felicitación del bando comunista.

Separar la zona industrial de la turística es fundamental en Tropico

Hay un gran tono de parodia que salva a Tropico de ser un juego polémico. Es una ridiculización sana del "conflicto" capital-comunista centrado en la propia ridiculización de la figura del dictador bananero. Los edictos que nos proporciona el juego nos hacen tener una idea adecuada de cuál es el espíritu del juego: contratar a una estrella internacional para que aumente el turismo y favorezca las relaciones con EEUU, asesinar a cualquier ciudadano que nos dé problemas, manipular los resultados electorales para aguantar en el cargo otro período más, declarar la ley seca para que aumente la productividad a consta de la felicidad de los ciudadanos o declarar un impuesto adicional que irá directamente a las cuentas suizas par asegurar el retiro del Presidente son algunas de las decisiones inmediatas que podemos tomar en Tropico.

Pero una de las cosas que más me gustó del juego es su personalización. Además de poder personalizar las cualidades del Presidente también podemos realizar una partida con un escenario personalizado en términos de vegetación, homogeneidad del terreno, tamaño de la isla y cantidad de eventos aleatorios. Podemos además renombrar todas las zonas de nuestra isla (yo por ejemplo tuve Cayo Paloma entre otras cosas) y el nombre de todos y cada uno de nuestros ciudadanos que interactuarán entre sí, se casarán y tendrán hijos y nietos (de apellidos correspondientes a nuestra personalización).

Cada personaje tiene distintas inquietudes
Cada ciudadano de Tropico tiene sus propias inquietudes y demandan sus propias necesidades a distintos niveles. Sanidad, religión, seguridad, vivienda, libertad de voto o comida son algunas de las necesidades básicas a cubrir cuanto antes para garantizar la satisfacción de los ciudadanos, los cuales demandan estas cosas en distintas proporciones. Así, gracias al hecho de renombrar los personajes, en mi adorable isla tuve personajes tan dispares como el padre Apeles, el padre Herejías, el doctor Dolorín, Rafa Mora, Cristiano Ronaldo o la maldita Mercedes Milá que me ganó unas elecciones y no me dio tiempo a matarla antes de que eso ocurriera. El que no me ganó fue Pablo Iglesias. Podemos mis cojones.

Así que como veis en Tropico puedes crearte tus propias historias con tus propios personajes, y eso siempre gusta. Los ciudadanos, lejos de ser gráficos que pululan por la pantalla, son personajes a los que atender. Todo esto de la personalización goza de más relevancia al principio cuando en tu isla no llegáis a los 50 ciudadanos, pero cuando la cosa se incrementa hasta límites inesperados no vas a estar pendiente de cómo llamar al médico o al periodista de turno. Además, los ciudadanos mueren
con cierta rapidez y no merece la pena dedicar tanto tiempo a ello.

Tropico tiene dos modos de juego básicos. El primero de ellos es el descrito, donde simplemente tienes que administrar como mejor puedas la isla. El segundo es mucho más inesperado y se trata de varios escenarios predefinidos sobre los que jugar con objetivos muy concretos. Muchas veces es simplemente llegar a una determinada cifra de dinero en nuestra cuenta del banco suizo, pero también nos encontraremos con escenarios tan variados como un avión estrellado con pasajeros que debemos administrar de manera que lleguemos a construir un aeropuerto para regresar a nuestras ciudades, o una isla con un tesoro escondido. La variedad es bastante grande.

Por supuesto, y como no podía ser de otra manera en un juego del género, hay eventos incontrolables que afectarán sobre nuestra isla. Pueden ser catástrofes naturales que destruirán edificios de nuestra isla (y nos hará recibir ayuda internacional dependiendo de con quién simpaticemos), estudiantes en viaje de fin de curso que guarrearán nuestras bonitas playas o huelgas que afectarán directamente a nuestra economía. Además de estos eventos aleatorios en su mayor medida también ocurrirán otros derivados de nuestras acciones, como revueltas militares y del populacho que deberemos refrenar cuanto antes.

Los votos se pueden manipular para aguantar en el cargo, pero la sensación de libertad quedará muy dañada

Tropico es un juego muy divertido, pero es un juego extremadamente complicado. De hecho, si llego a buscar un poco de información sobre el juego y hubiera visto todo lo que se dice de él probablemente lo hubiera instalado en otro momento por no sentirme preparado. Es un juego simple con una dificultad engañosa, y es que en ningún momento tendremos la sensación de tener las cosas bajo control. Siempre tendremos problemas económicos y, crear un edificio nuevo o no puede significar la más absoluta ruina. A todo esto se le suma un feedback muy deficiente que no te acaba de dejar claro qué estás haciendo mal y qué bien hasta que la propia experiencia de haber jugado cinco o seis partidas te empieza a orientar. Hay meses que te haces de oro, y otros en los que te ves forzado a recortar los salarios hasta puntos inhumanos. Además, noté cierto punto de aleatoriedad en cuanto al beneficio de las fábricas y el turismo, y es que haciendo las mismas cosas a veces tenía beneficios desorbitados y otras únicamente gastos.

Además de esto, Tropico es un juego especialmente lento. Digamos que la población necesita en un momento dado más viviendas y están descontentos con ello. Desde que ordenas la construcción de viviendas hasta que se hacen puede pasar muchísimo tiempo, aumentando ese descontento sin poder hacer nada por evitarlo. Si decides construir más oficinas de construcción para ver si así solucionas el problema antes perderás todavía más tiempo. La idea detrás de Tropico es anticiparse a los acontecimientos, y sobre todo no ponerse a construir alocadamente. Como dije antes un mero edificio puede ser la diferencia entre el éxito o la ruina.

Como veis Tropico es un gran juego al que le faltan pequeños detalles para ser todavía más grande. En un género donde nunca estoy lo suficientemente cómodo me aportó un montón de horas de diversión, y es además un juego donde rara vez estás parado viendo crecer la hierba salvo cuando tienes que esperar a que se construya algo. Ya os contaré cómo me va pareciendo el resto de la saga, pero el inicio superó mis expectativas.


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