Ju-on: The Grudge

No os molestéis mucho en jugar el juego desarrollado por Feelplus para Wii en 2009. Un pseudo survival horror basado en la fantabulosa saga de Ju-on que no hace justicia ni al género ni a las películas. Sí que le hace más justicia a la portada europea.

Japonesa-Americana-Europea

Esa introducción choca un poco con el resto del texto, y es que a mí no me pareció tan malo. La razón es que siempre me ha encantado la saga, así que el juego por poco que mostrara a nuestro querido niño gatuno y a nuestra amada mujer con problemas en la garganta me iba a gustar. ¿Por qué he hecho entonces esa introducción tan pesimista? Porque objetivamente el juego es una patata considerable. Vamos, que me imagino el mismo juego sin tener algo que ver con la saga y le hubiera cascado un muy deficiente. Los controles, la ambientación, los sustos... todo es bastante trágico, y no en el sentido que nos hubiera gustado.

Ju-on: The Grudge se controla únicamente con el wiimote actuando a modo de linterna y con la terrible decisión de no usar los infrarrojos para tomar como referencia el propio movimiento del wiimote. Esto da lugar a imprecisiones poderosísimas. Para movernos por los escenarios usaremos el botón B, el cual hará andar a nuestro personaje en dirección a la linterna. No hay posibilidad de moverse lateralmente ni nada por el estilo. No es lo peor ni mucho menos, porque la verdad es que no se echa mucho en falta una vez se acostumbra uno a los controles. Lo peor es la velocidad con la que el protagonista anda, gira sobre sí mismo, abre puertas y realiza cualquier acción. Estamos ante una lentitud extrema capaz de desesperar a cualquier jugador. Al principio más o menos va bien para meterse un poco en la ambientación (si es que la hay) pero luego es desesperante, especialmente cuando no has hecho más que ver Kayakos y Toshios por todas partes y la cabeza te dice que corras para escapar.

Así en estático el juego gana más

El juego se basa en la exploración y en los QTE. Tendremos que encontrar determinados objetos para progresar, y defendernos de Kayako y todos sus males mediante los movimientos que se nos muestran en pantalla. No hay gran variedad, y todo se resume a agitar el wiimote de una determinada manera. Aunque suene extraño el juego medirá nuestro nivel de miedo para mostrárnoslo al final de cada episodio en función de lo que hayamos sacudido el wiimote.

Cuatro episodios en los que tendremos que buscar objetos especiales además de los del propio episodio con el objetivo de llegar al nivel final, el quinto, donde viviremos un decente episodio en la casa de Kayako. Buscar estos objetivos para llegar al quinto nivel es un auténtico coñazo, y no os digo repetirlos si nos hemos dejado alguno, porque hay que repetir el nivel entero desde el principio hasta al final ya que no hay puntos de guardado ni nada que se le parezca. Lo mismo si morimos en uno de esos QTE que a veces se encasquillan.

Hair: El musical

Pero lo principal de un juego así es el miedo que despierta en ti, y ahí está su mayor fracaso. Ju-on es un juego de sustos, sin más. "Haunted House Simulator" reza su subtítulo. Desgraciadamente hay tantos sustos que ya uno deja de asustarse. Por sí solos son decentes, pero cuando ocho de cada diez veces que crees puede haber susto lo hay, el componente terrorífico se mitiga en exceso. Conseguir un buen terror es, en el fondo, saber cuándo no proporcionar dicho terror más que saber cómo hacer un buen susto bueno.

Sustos. Siempre. En todos lados. Sí

Mencionar que el juego trae un curioso modo de juego llamado "modo valentía" o algo así en donde se puede jugar con dos jugadores. El jugador adicional únicamente se encargará, mediante determinadas combinaciones de botones en el segundo wiimote, de propiciar sustos de manera aleatoria al primero, dando a la experiencia un factor algo más aleatorio que se salga del camino establecido de los sustos escriptados que trae el juego. Es lo único que le puede dar rejugabilidad al título.

Sólo lo recomiendo para aquellos que quieran ver más de Ju-on. Para el jugador ocasional, ni de coña.