SLIDER

10 sept 2025

METAL EDEN - ANÁLISIS

 

Give 'em hell, Hyper.




Reikon Games vuelve a dar señales de vida tras su Ruiner de 2017 para mirar al first person shooter frenético donde pararse a contemplar el escenario está considerado un pecado capital. No disfruté nada Ruiner, dicho sea de paso, pero tuve ciertas expectativas cuando vi lo que Metal Eden tenía que ofrecer. No me equivoqué.


Metal idEn


Creo que el 15 de mayo de 2025, la gente de Reikon Games, en vez de preocuparse, sonrió. Ese día salía a la venta Doom: The Dark Ages (id Software) y confirmaba que había un viraje importante en la propuesta como FPS frenético, después de la arrollante salida de mi idolatrado Doom Eternal (id Software, 2020). The Dark Ages se alejaba de las ideas de Eternal para decir adiós al diseño de niveles y de juego, con el fin de abrazar una gran libertad de acción para el jugador. No estoy hablando de que Doom: The Dark Ages me pareciera un juego flojo, estoy hablando de que a Reikon Games se le debió abrir el cielo cuando la mítica saga se alejaba de dichos conceptos, dejando un hueco que podían llenar con este Metal Eden. No necesito siquiera especular al respecto, porque yo he sido el vivo ejemplo de ello: Metal Eden ha hecho un adelantamiento por la derecha y se coloca, a día de hoy, como mi FPS favorito del año, cuando este puesto debió caer, sí o sí, en Doom: The Dark Ages.




No podemos, tampoco, sacar los cazas para celebrarlo, porque también hay una lectura aquí: Metal Eden no es ni la mitad de bueno que era Doom Eternal. Creo que es prácticamente imposible alcanzar la finura en el diseño del juego de id Software, pero Reikon Games hacen un trabajo muy digno y se postula como ese juego que no has de jugar antes de dormir si no quieres acostarte con la adrenalina por las nubes. Desgraciadamente, "inspiración" es una palabra que se queda corta, y por mucho que disfrutara masacrando todo lo que se movía no pude en ningún momento dejar de pensar en lo bueno que era Doom Eternal, y en lo poco que añade este a la fórmula. Se agradece el uso del gancho y el wall-running tanto en los combates como en algunas secciones plataformeras, que coquetean un poco con el buen hacer de Respawn en Titanfall (2014) y posteriormente Apex Legends (2019), pero no son más que anécdotas que no inflan lo suficiente el resultado final.




Metal Eden consigue secuestrar las partidas de Quake III Arena (id Software, 1999) para meterlas en un juego de un único jugador: saltos de trampolín, misiles lanzados por doquier, cambios de arma al instante que se adecúan a diversas situaciones, items que se regeneran con el tiempo -siendo este el factor donde más incide la dificultad elegida-... Puedes quedarte parado esperando regeneración de objetos si tu objetivo es recargar armas, armadura y munición, pero implica romper un ritmo que no te acaba compensando. Este frenetismo se consigue también con cargadores ridículamente cortos y una munición máxima que jamás resulta ampliable, forzándote a ir saltando de arma en arma no tanto en función de tu voluntad sino en busca de aquella que, simplemente, tenga balas para continuar tu carnicería. Dicho sea de paso, la transición entre las acciones muchas veces no es la adecuada, y presionamos algunas teclas para cambiar de arma con el objetivo de que no se rompa esa fluidez para encontrarnos con que el juego no responde adecuadamente porque todavía está inmerso en una animación anterior. Fuera de esto, creo que uno de los problemas de Metal Eden es el balance de armas. Falta cierta imaginación, y muchas se sienten un tanto repetidas con respecto a sus versiones superiores. Celebro, faltaría más, que la escopeta da todo el gusto que tiene que dar, siendo este uno de los marcadores más contundentes de cualquier shooter que se precie.


La historia, un FX más


No hay ni un ápice de interés en la historia. Cuéntame lo que quieras, pero no me pidas que te preste atención mientras estoy volando por los aires disparando granadas. Si me pusiera el Carrusel Deportivo tendría el mismo efecto. Estoy convencido de que se puede hacer mejor, pero a la misma vez, aquí hemos venido a lo que hemos venido. Sea como sea, la sensación es la misma que la experiencia de conducir en GTA mientras te sueltan la chapa, no enterándote de nada, llevada al frenetismo de un Doom Eternal. No solo imposibilita entender y seguir el hilo, sino que llega a molestar entre tanta explosión y escopetazo.




Metal Eden ha tenido la suerte de llenar un hueco que se ha quedado huérfano. Sus problemas no me han parecido determinantes, y la única razón por la que este juego no es uno de los juegos del año es porque ya se hizo mejor en 2020 con Doom Eternal. Puede que este año el trono se lo lleve Metal Eden por estar especialmente desierto, pero que eso no os haga sentir que el juego de Reikon Games no tiene valor por sí mismo, porque es uno de los pocos Doom-like que de verdad han conseguido replicar, aunque más minimizada, semejante experiencia lúdica.




Jugado en PC (Steam), con una clave de prensa proporcionada por Deep Silver.

No hay comentarios :

Publicar un comentario