Hola, no voy a terminar este juego en la vida.
Vale que voy lento, vale que me dedico a ver todo con lupa, pero llevo un final visto en cincuenta horas de juego, el que te muestra los créditos, y esto tiene cien finales distintos. Sé que llegará el momento en el que empiecen a enseñarme un final a cada minuto o algo así, pero con todo y con eso, al ritmo que voy, es imposible que pueda escribir un análisis completo. Por ello, me salto la regla tonta de que para hablar de ello has de haber visto el juego completo, y os traigo un pseudo análisis de lo nuevo de los creadores de la saga Danganronpa, que se dice pronto, juntando a Kazutaka Kodaka con nada más y nada menos que Kotaro Uchikoshi.
Esto no es Danganronpa 4, lamento deciros. Me pasé más de medio juego esperando que lo fuera, y me pasé más de medio juego sintiéndome algo decepcionado. Cuando me lo quité de la cabeza, cuando dejé de jugar Danganronpa 4 para jugar a The Hundred Line, todo cobró mucho más sentido. Ya sabéis que adoro Danganronpa, que mi vida está rodeada de Monokumas y no es casualidad, pero de alguna manera celebro que The Hundred Line sea él mismo. Tironcillo de orejas, también os digo, a los profundos coqueteos y tiradas de piedra y esconder la mano que han tenido los desarrolladores a la hora de vender el juego, ya desde su propia sinopsis. Pero no, no hay tanto de Danganronpa aquí, por mucho que todos seamos Darumi pidiendo constantemente el giro hacia el reality de asesinatos.
Esta vez tenemos por delante una visual novel salpicada con un juego de estrategia. 60-40 quedaría el porcentaje si me preguntan a mí, así que si se os dan mal los juegos de estrategia no os aconsejo meteros por mucho que os atraiga este nuevo universo. Os perderéis, eso si, la visual novel del año, de la cual no voy a hablaros porque todos sabemos que es arruinar la experiencia al jugador. Tanto es así, que he decidido no compartir ninguna captura de pantalla y todo lo que veis son imágenes promocionales. Cualquier captura o detallito es un pequeño spoiler para el ojo entrenado del fan de Danganronpa, y vale, no es Danganronpa, lo he dejado claro, pero no por ello es menos importante evitarlo.
No estamos ante uno de esos juegos que mezcla cosas quedándose a mitad en ambas. La parte de estrategia es bastante densa y demandante, presentando una especie de tower defense por turnos donde se nos insta a ser más agresivos que conservadores. Cada personaje tiene distintas habilidades para situaciones muy concretas, y la cantidad de aliados a distribuir acaba dando una capa abrumadora de más para mi gusto, pero igualmente equilibrada. Lo mismo pasa a la hora de mejorar sus habilidades, ofreciendo tantas posibilidades que uno no acaba de tener claro si lo que ha elegido es lo adecuado o no. La buena noticia es que el balance es muy bueno, y tu éxito dependerá más de si has conseguido los turnos extra disponibles al aprovechar determinados movimientos que de que verdaderamente hayas mejorado tus aliados lo suficiente. Con todo y con eso, quizá The Hundred Line sea complicado de más, con más de un combate que se puede tornar demasiado exigente ya que, al fin y al cabo, el público de las visual novel es muy de nicho. Yo no tuve grandes problemas en lidiar con este híbrido, pero más de uno puede bajarse del carro por culpa de esta otra pata tan, en ocasiones, demandante.
Poco más puedo deciros. Quizá en 2047, cuando quizá haya acabado todo el juego, podré hablaros de algo más, pero de momento he visto lo suficiente como para saber que The Hundred Line tiene sitio entre lo mejor de 2025 donde, efectivamente, ya hay overbooking de nominados.
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