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13 may 2025

SENUA'S SAGA: HELLBLADE II - SENUA YA NO TIENE MUCHO QUE CONTAR - ANÁLISIS

 

Senua's Saga: Hellblade II no acabó haciendo tanto ruido como cabía esperar. Alejado del contexto, juego por primera vez a la secuela de uno de los títulos que más me gustó en su año, para comprobar hasta qué punto era necesario expandir la historia de Senua o no.




No es que Senua's Saga llegara de cualquier forma. Su primera aparición fue en 2019, en un trailer que acompañó nada más y nada menos que al del anuncio y revelación de Xbox Series X, la nueva consola que abriría la nueva generación de Xbox. Este hermanamiento catapultó las expectativas de Senua's Saga, la secuela de Hellblade, de manos nuevamente de Ninja Theory pero ya en propiedad de Microsoft. De alguna manera, Senua's Saga se sentía como un pistoletazo de salida, un nuevo paso adelante en la carrera tecnológica. Sin embargo, su desarrollo fue alargándose y, aunque siempre hubo ganas del título, empezó a quedar en un segundo plano, rodeándose de un halo de misterio conforme se iba aplazando su lanzamiento. El juego acabaría llegando en 2024, con una campaña promocional de Xbox un tanto moderada y eclipsada por las recientes noticias del cierre de importantes estudios como Tango Gameworks o Arkane Austin. La posición de Ninja Theory era difícil, pero Senua's Saga apareció para tener una repercusión casi residual. Una llama que se apagó antes siquiera de estar encendida.


No obstante, vamos a aislarnos de ese contexto e intentar valorar Senua's Saga como un juego más. Empecé a jugarlo el mismo día de lanzamiento, y no recuerdo muy bien qué pasó, pero lo acabé abandonando a la hora de juego. Sentí que no era el momento, que no me llamaba, pero nunca sospeché que era por culpa del juego, sino de mí mismo. No recuerdo qué me traía entre manos, pero probablemente tendría bastantes títulos en rueda, así que decidí, nunca mejor dicho, sacrificar a Senua para el futuro. El futuro llegó, en marzo de 2025, con cierta sequía de juegos en mi haber. Por ello, recordé que Senua me estaba esperando, por lo que acudí a su llamada para comprobar una terrible realidad: no es que no fuera el momento, es que Senua's Saga nunca despertó nada en mí.




Se me hace raro lo mucho que me gustó Hellblade: Senua's Sacrifice y que a la misma vez me gustara lo que veía en los trailers de la secuela, para luego sentir la absoluta nada durante gran parte de mi experiencia. Reconozco que fue un bajón descubrir que el primer puzle que plantan en el juego repetía la ya obsoleta/explotada mecánica de las perspectivas. Es algo engañoso, porque esto ocurre un par de veces más y ya, pero no dejó de ser una pequeña decepción ver el mismo puzle que en su día me gustó, precisamente, por sentirlo diferente. Por desgracia, la apuesta por los nuevos puzles también me hizo suspirar más de una vez. Todas estas partes me supusieron una interrupción constante del ritmo, que ya de por sí busca ser plomizo autoconscientemente. Me imagino el juego sin la mayoría de estos pasajes y no siento que se echen en falta.


También se me ha hecho raro empezar a hablar del juego por ahí, cuando la vertiente de puzles es la menos importante de Senua's Saga. De alguna manera me ha salido así, pero no es ese el principal problema que sentí. He jugado muchos walking simulators y estoy, podríamos decir, vacunado de aquellos juegos que difícilmente se pueden llamar juegos. Me gustan muchos de ellos, experiencias más centradas en la narrativa, pero Senua's Saga se me ha hecho especialmente aburrido. Ni siquiera quedé embelesado con los escenarios, que sí, que están muy bien, pero creo que piden un poco más de belleza. Creo que hay demasiado tiempo invertido en cuevas oscuras y bosques nublosos que directamente desaprovechan el torrente visual que se nos deja ver en otras -pocas- ocasiones. Tampoco sentí un diseño rompedor, ni nada que me hiciera pensar más allá del esfuerzo fotorrealista invertido.




Quizá la única sorpresa que me llevé fue en la propia estructura del juego. Normalmente, tanto en videojuegos como en otras artes, estamos acostumbrados a inicios trepidantes, nudos medianamente aburridos y desenlaces impactantes, o por lo menos ese es el intento, pero Senua's Saga parece querer ir contracorriente y lo que finalmente sentí fue un principio soporífero, una parte central mucho más entretenida, y un final considerablemente decepcionante, sobre todo en comparación con lo que habíamos visto en el tramo anterior. Senua's Saga se siente como una apuesta íntima, pero siempre lejos de la frescura e impacto de su primera parte, y no sentir prácticamente nada en un juego que pretende evocarte tantas cosas, es una piedra demasiado grande como para obviarla.


Ni siquiera quedé contento con el apartado sonoro. Sí, se oye increíble, pero la novedad la sentí en la primera entrega y en esta, no solo ya no me impresionó, sino que me acabó por aburrir. Las constantes voces que Senua escucha en su cabeza no me han hecho sentir que aporten prácticamente nada al personaje, cuando en la primera parte eran directamente uno de los reclamos. Sí que celebré la evolución del personaje y su relación consigo misma, el cómo se acepta y el cómo Senua se siente ahora más valiente e intimidante gracias a su experiencia y madurez adquirida, pero, por desgracia, si bien sentí en la primera entrega que estábamos ante uno de los personajes más interesantes que habían dado los videojuegos en los últimos años, ahora siento que Senua no tiene mucho más que aportar.




Los combates directamente pueden ejemplificar qué es Senua's Saga en comparación a su anterior entrega. Unos combates más sosos, más automatizados y con menos alma de hack and slash. No es que la primera parte se pudiera catalogar como tal, pero no hay en esta secuela ni un solo enfrentamiento contra más de un personaje a la vez. Se pretende otorgar dinamismo con unas transiciones entre enemigos que dan fluidez a la escabechina, pero a la misma vez, estas transiciones acaban sintiéndose cómicas en el momento en el que siempre ocurren. El 90%, y quizá me quede corto, de las veces en las que Senua acuchilla a su rival, recibe un ataque sorpresivo por la espalda del que será su siguiente enemigo. Yo creo que Senua ya podría haber puesto el rabillo del ojo cuando es atacada por la espalda una y otra vez. Se sienten pocos recursos, pocas ideas y poca variedad en los combates, y la barbaridad de animaciones que están disponibles en batalla no están a la altura del planteamiento de las mismas.




Algo parecido a los combates lo puedo trasladar a las animaciones al andar. Me parece muy sorprendente que no exista sensibilidad al stick a la hora de andar, y que las únicas opciones sean las de andar como tal, o un trote para correr. Este tipo de juegos tan contemplativos, y en especial este Hellblade II donde las animaciones lo son prácticamente todo, no ha apostado por una de las herramientas inmersivas más útiles. Sé que no es importante para mucha gente, pero para mí sí lo es, y en este caso, con más razón. Más llamativo es, dicho sea de paso, la poca lógica que esconde su mundo y la interacción con el mismo. Senua ha matado gigantes, dioses y se ha enfrentado a batallas de las que pocos saldrían con vida, pero es incapaz de atajar saltando una mísera valla, piedra o cornisa, lo cual le lleva a dar rodeos absurdos. Sé que esto es un mal del videojuego en sí mismo, pero cuando tenemos este tipo de situaciones en juegos que apuestan por el fotorrealismo y lo echan todo a las animaciones, se potencia esa sensación de falta de lógica.


Senua's Saga: Hellblade II se siente como un trabajo por encargo, como un juego que se hace porque toca hacerlo. No es que sienta tanto que Xbox quería que Ninja Theory hiciera esto, sino más bien, que la propia Ninja Theory lo hizo porque, con el éxito de la primera parte, tocaba hacerlo. Con partes espectaculares y premisa decente, pero a la misma vez, falto de alma y de intención. Creo que esta secuela resta más que aporta.




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