Pongo la mano en el fuego a que ya has jugado a esto alguna vez.
Los plataformas en 2.5D suelen entrar bien. Raro es el que brilla, raro es el que fracasa. De alguna manera, recogen las facilidades jugables del género que arañan un poco la nostalgia derivada de su época dorada, y a la misma vez, suelen tener una factura técnica a la altura de las exigencias de la generación actual. Muchas veces, la apuesta técnica queda bañada en una capa de diseño visual o dirección artística que potencia mucho más todas estas sensaciones. En definitiva, se sienten como juegos contemporáneos que se apoyan en estructuras más pasadas.
Si ha habido un elemento diferenciador en el género con la llegada de nuevas generaciones, ese ha sido la incorporación de físicas. La comunión ha sido tal, que hoy en día el género puzle-plataformas roza lo indivisible. Ya llevamos años a nuestras espaldas con montones de cajas empujadas hacia placas de presión, lianas que nos mecen hacia la siguiente plataforma o interruptores que nos abren la puerta de turno solo durante unos segundos. La acción que solía acompañar a las plataformas clásicos, casi siempre a través de saltos encima de enemigos, ha sido suplantada por puzles que estrujan nuestro cerebro, y donde antes se escondían vidas extra para evitar el tan temido Game Over, ahora esperan coleccionables que dan más información sobre los a veces crípticos mundos por donde nos movemos.
Once Upon a Puppet es la enésima entrega de todo este batiburrillo contextual. ¿Dónde queda y qué aporta? Me temo que demasiado poco.
Flatter Than Earth, a través de Daedalic Entertainment, desarrolla un juego muy plano, sin prácticamente ideas que aportar, y se limita a hacer el mismo juego que puedes haber jugado ya unas diez veces. Más allá de una aceptable apuesta visual, donde el teatro de marionetas está presente como referencia continua, Once Upon a Puppet se limita a repetir todos los puzles y situaciones que hemos estado devorando los últimos años. Incluso con un control fluido y una linealidad obvia, no he sentido prácticamente nada jugando al título, ni para bien ni para mal. "Correcto" sería la palabra adecuada para un juego que, desgraciadamente, promete más de lo que da. La teoría era más interesante, presentando una dualidad en personajes que el jugador controla a la vez. En términos de mando de Xbox, stick izquierdo y LT para los controles de la marioneta, y stick derecho y RT para los controles de la mano que la mueve, en algo que suena similar a lo que hizo Brothers: A Tale of Two Sons (Starbreeze Studios, 2013), pero que acaba siendo completamente insignificante a todas luces.
Más grave se siente, sin ser un drama, el acabado del juego y, sobre todo, su diseño de niveles. Once Upon a Puppet funciona si vas por el camino marcado, pero a poquísimo que intentes verle las costuras se las encontrarás. Es un juego endeble, repleto de objetos que el personaje atraviesa, y de salientes donde puedes apoyarte cuando no deberías, permitiéndote llegar a sitios donde no está planeado que estés. Esto me permitió tanto atajar para coger determinados coleccionables, como para incluso saltarme puzles enteros. Tampoco ayudan paredes invisibles que pueblan todas las secciones. Si bien he jugado a una versión de pre-lanzamiento, dudo que el juego consiga solventar todos sus problemas cuando muchos de estos tienen una base tan arraigada.
El aspecto técnico se traslada a cuestiones más finas también, que no importan en lo que es el juego en sí, pero que creo que sirven como ejemplo para entender la factura que podéis encontrar en el título de Flatter Than Earth. Visualmente ya veis que no se queda cojo, pero goza de numerosos problemas con las sombras, ya que sus comportamientos no son realistas y muchas veces hasta perjudican al jugador en tema de perspectivas. La marioneta se mueve al son de una mano que la maneja, y esta mano hace el simulacro de mover los dedos para reflejar esos comportamientos, pero hay determinadas animaciones, como por ejemplo la de andar, donde la mano queda inmóvil mientras que la marioneta sigue moviéndose.
En definitiva, Once Uppon a Puppet se siente exactamente como los trailers de presentación que acompañaban al juego. Lo que veías era bastante interesante, no revolucionario, pero como mínimo como para sentir que se estaba ante un buen juego, pero fue presentado con uno de esos trailers donde tan solo existía música, silenciando por completo sus efectos sonoros y situaciones. Uno de esos trailers que denotan que algo extraño pasa, y que a veces simplemente se trata de un caso de un mal trailer que esconde un buen juego, pero donde desgraciadamente no es el caso.
Por lo demás, tenemos un juego de duración adecuada, especialmente teniendo en cuenta lo poco que aporta, pero que sufre de demasiadas interrupciones en cuestiones narrativas. La primera vez que me acerqué a un personaje a hablar con él y lo hizo sobre algo contextual, lo celebré por notar una preocupación narrativa, pero a poco que empezó a repetirse dicha situación en cada nivel una y otra vez, hubiera preferido algo mucho menos descriptivo y más centrado, sin tanta respuesta o comentario obvio de por medio.
Supongo que este análisis tiene este tono porque estáis leyendo a alguien que estará más cerca del centenar de títulos de este género que de la decena. De ser al contrario, estaría hablándoos de lo bonito que se ve, lo fluido que se siente a los mandos o lo ingenioso de "ese puzle donde tuve que empujar una caja para formar una escalera", pero ahora mismo estoy más cerca de mirar el dedo que señala la luna que de mirar a la luna.
Copia de prensa proporcionada por Daedalic Entertainment.
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