Un soplo de aire fresco en un mundo, el de los videojuegos, obsesionado con traer nuevas mecánicas pero que a veces olvida innovar en su núcleo jugable. Elige la persona adecuada y disfruta de una de las experiencias más determinantes de los últimos años.
A Way Out es una apuesta arriesgada. Un juego que sólo contempla el cooperativo como opción, metido dentro de una experiencia focalizada en la narración con altas dosis de acción y un sentido del humor lo suficientemente inteligente como para no empañar lo que acaba siendo un drama a todas luces. No es el primer videojuego de Josef Fares, que venía del exitoso Brothers: A Tale of Two Sons con Starbreeze Studios, pero sí que lo es de su nuevo estudio afincado en Estocolmo y fundado por él mismo: Hazelight Stduios.
Si bien de primeras parece lo contrario, a día de hoy creo que tiene más mérito coger ideas existentes y plantearlas desde otro punto de vista para que parezcan nuevas, que venir con una idea nueva en sí misma. Este argumento es el que capitanea un juego como A Way Out, un juego donde vas a hacer lo mismo que llevas haciendo décadas en los videojuegos pero desde un punto de vista completamente diferente. Vas a distraer a guardias para que tu compañero pase, vas a realizar huidas en vehículos con secuencias scriptadas, vas a apoyar tu hombro en una cobertura para disparar, vas a pelear entre secuencias de QTE, vas a dejar inconsciente por la espalda a un guardia y vas a coger una palanca para forzar una puerta. Vas a hacer todo eso y bastante más, y sinceramente no recuerdo ni un puzle donde viera un mínimo de innovación, pero me dio exactamente igual, porque la innovación la trae su núcleo, esa apuesta por el cooperativo que hace que todas estas acciones, que llevas repitiendo tanto tiempo y que para ti ya son como el acto de beber agua, aquí se sienten como cosas completamente nuevas que estás haciendo por primera vez.
Lo mismo podemos decir de los clichés que tenemos en la historia y desarrollo de personajes, con unos Vincent y Leo que llevan todo el peso de la trama y que no dejan de ser la típica pareja donde uno es el más razonable mientras que el otro apuesta por la improvisación. A partir de ahí, personalidades desarrolladas bajo esa premisa y una historia realmente interesante a pesar de, como pasa con el gameplay, ser algo que no nos pilla de sorpresa. Al fin y al cabo, algo retiene Fares de sus inicios como cineasta, y ahora gracias a unos medios de producción más elevados gracias también a la entrada de Electronic Arts es capaz de contar una historia con tintes más cinematográficos. Unos personajes principales que se conocen en prisión y han de colaborar para salir de la misma, siendo éste el aparente leitmotiv para acabar sintiéndose casi como un prólogo de lo que luego acaba siendo la verdadera historia de venganza que acompañará a nuestros protagonistas en todo momento. De hecho, si algo eché de menos es que esa primera parte, la de la cárcel, se me hizo demasiado corta, con los días avanzando a demasiada velocidad.
Hay bastante de Brothers: A Tale of Two Sons en este A Way Out. Las sensaciones que despierta el juego, y los tintes dramáticos junto con una cámara que acompaña aportando grandeza a la narración, hacen que podamos definirlos como "juegos de autor" donde se ve la mano que hay detrás de una misma persona que va mucho más allá de esa actitud de estrella del rock que le acompaña en cada una de las entrevistas que concede. Brothers fue más melancólico, más contemplativo, y A Way Out es más cafre, más inmediato, pero ambos tienen en sus sensaciones un elemento tangencial que hacen que el juego que nos ocupa hoy, de 2018, sea una evolución lógica de aquel pequeño pero ambicioso juego que vimos en 2013.
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