SLIDER

9 oct 2013

El Anecdotario #3: Street Fighter II: Champion Edition

Street Fighter II, o el juego que lo cambió todo. A día de hoy, uno juega a este juego de 1992 y se queda ojiplático con lo que ve. Es bastante impresionante contextualizar el juego y darse todavía más cuenta de lo que supuso a nivel tecnológico y jugable. Uno de los mejores juegos de todos los tiempos, que luego sería revisionado con distintas versiones que iban añadiendo algunas cosas para llevarle a la perfección (para mí, el Super Street Figher II es directamente imbatible). Es por ello que, de un juego tan importante que todos conocéis es tontería decir algo, por lo que en vez de un análisis de toda la vida he decidido moverlo a la sección El Anecdotario y brindaros mi acercamiento con el juego. ¿Cómo empecé a labrar mi leyenda? ¿Es bonito Albacete? ¿Ha existido alguna moneda más allá del euro? ¿Qué voy a comer hoy? Todas las preguntas respondidas tras el salto.

Yo soy el más enano de todos, el pequeñete de lila. Imaginadme así toda la entrada


Yo era muy pequeño por aquel entonces, como podéis ver en la foto, y es uno de los primeros recuerdos que tengo. En un bar cerca del parque estaba puesta la máquina con el Street Fighter II: Champion Edition. Nunca había visto un juego de combates, creo yo, y me fascinaba ver la facilidad con la que la gente saltaba con sus personajes. Acostumbrado a atrocidades varias en Amstrad CPC464 donde saltar en el Yie Ar Kung-Fu estaba reservado a los más habilidosos, ver esa fluidez y esos gráficos para mí era como ver un juego ahora del año 2020. Así que yo, tan enano como para que a veces tuvieran que auparme para que viera el juego, presenciaba como la gente jugaba a un juego... con seis botones. A mí los dos de la Master System me parecían ya un montón. Tres para puñetazos, tres para patadas.

El parque de Abelardo Sánchez, de gran orgullo albaceteño (AKA el Central Park del New York de la Mancha)

Llegó entonces el momento de jugar, con el dinero prestado de mis padres mientras ellos se llenaban el buche con champiñones al horno con ajo y perejil. Escogí a un luchador, el cual no recuerdo, y me dispuse a jugar con mis manos de gorrino cogiendo por primera vez un joystick de recreativa. ¿El resultado? La partida más antológica que jamás se ha visto, mis manos conectaron con la máquina como si siempre hubiera nacido para jugar a eso, y conseguí pasarme el juego a la primera a pesar de ser mi primera experiencia con juegos de combate. Un palizón tremendo que no me dio tiempo ni a saber para qué eran tantos botones. Eso sí, descubrí, ya en el segundo round cuando iba a morir, que si le dabas arriba saltaba, y yo eso lo grité como el mayor descubrimiento de la ciencia.

La distracción perfecta, todo iba según lo planeado

Entre mis eurekas, vi a mi personaje medio muerto tras el combate (era un niño y las imágenes de los personajes heridos tras los combates me hacían daño psicológico) y recibí un nuevo desembolso para una segunda y última partida. En ella... conseguí vencer a Ken, y además siendo Ken. Era rubio, ¿cómo no iba a elegir a semejante hombre? El caso es que vencí a Ken, y del combate sólo recuerdo una orgía de llaves de la que salí victorioso. Luego nadie me creyó, porque Ken es bastante difícil a menos que te conozcas perfectamente su IA (ahora me parece el más fácil), y yo no pude demostrarlo, pero estaba feliz de mi hazaña (no llegué más lejos y no volví a jugar).

Tiempos mejores

Bueno, sí que volví a jugar, cuando nada más terminar nos dirigimos al parque y me dedicaba a imitar todo lo que había visto en la recreativa. La cosa llegó tan profunda a mí, que en los días posteriores me dedicaba a intentar hacer hadoukens en mi casa. Una vez estaba tan seguro de que me iba a salir un hadouken que le pedí permiso a mi madre mientras comíamos. Me levanté, me concentré, llevé toda la energía de mi cuerpo a mis puños y no pasó nada.

Y así es como nació el pequeño ser que se convirtió en una leyenda de Street Fighter, y es que luego, cuando llegó el Super Street Fighter II de Mega Drive a mi casa, le eché tantas horas que desarrollé una perfección de manejo enorme. Ahora cada vez que juego a un Street Fighter (el IV y los Alpha mayoritariamente), todos esos conocimientos se han traspasado y me siento bastante fuerte. Como no soy yo muy de falsa modestia, os diré que jamás he conocido a nadie que me haya hecho perder en un Street Fighter de una manera continuada (siempre está el anecdótico y puntual combate perdido), y soy plenamente consciente de que a todos los juegos se me puede ganar, pero al Super Street Fighter II... NI DIOS.

Yo, hablando en este último párrafo

7 comentarios :

  1. Jajajajajajajajajajajaja :_ ahora entiendo el agujero enorme en la pared que tapa tu cuadro de comunión. Hay que remarcar que en la foto todos los niños gigantes a tu lado tenian la misma edad que tu. Por cierto, no has respondido a que vas a comer hoy y eso es una informacion que necesito saber.

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  2. Al galactic wars tampoco nos ganan xDD

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  3. jajajaja muy divertido! macho con qué fascinación mirábamos las recreativas en la niñez. Yo cuando tuve el juego en la Súper no concebía tener lo que había en la máquina en mi casa, vaya momento!

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  4. Ya te digo *_*. Recordemos también esos movimientos de Zangief anunciando muerte y destrucción xDDD Ay... precisamente ayer recordaba lo del Smash TV, el SINCRONIZAJE y el Turbo Mode :,)

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    1. jajaj, sí, dejamos el mundo en Turbo Mode y así va... tenemos que arreglarlo!

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